Algunos políticos y periodistas afirman que Manuel Rosales no puede haber
escrito la carta dirigida al pueblo venezolano que circula en algunos de
comunicación. En realidad no entendemos el porqué de tal aseveración.
Desde nuestra óptica, no existe la menor duda sobre la autoría de Manuel.
Sólo a un imbécil con ínfulas de dirigente como él, se le ocurriría pasar
por alto las inmensas limitaciones intelectuales que tiene y escribir, en
consecuencia, una carta pública, sin que alguien se la corrija antes de
ponerla en circulación.
No vamos a perder el tiempo intentando analizar el fondo de la carta, pues
de hecho no le encontramos ninguno. Se trata de una repetición de la
argumentación con la cual el Alcalde pretende cambiar su imagen de ladrón
procesado por la de perseguido político.
Preferimos exponer las “animaladas” del texto que confirman que sólo
Manuel Rosales pudo haberlo escrito.
Comenzaremos diciendo que el hombre que confunde los olmos con los hornos y
las sirenas con las ballenas; ahora confunde la bandera con vacas.
Manuelito escribe esta perla en uno de los últimos párrafos de su carta
(justo antes de parafrasear a Rómulo Betancourt): “Hoy mas que nunca
necesitamos un movimiento de resistencia civil y democrática, que no arree
la bandera…”
¿Que no arree la bandera? ¿Cómo puede alguien arrear una bandera?
No hay duda de que Manuelito no conoce la existencia del verbo arriar y en
un intento por lucir culto apela al lugar común (arriar las banderas) pero
confundiéndolo con el verbo arrear. Una vaca, un chivo o un burro pueden
ser arreados pero jamás una bandera.
Más o menos a mitad de la carta, el autor escribe: “Yo reto a Chávez a que
demuestre si Manuel Rosales posee propiedades en otro país”.
Trece líneas más adelante, escribe: “Yo reto a Chávez a que demuestre si
Manuel Rosales posee propiedades en otro país.”
Evidentemente no tiene mucha imaginación el tipo, pero aún hay más.
Antes de los párrafos ya mencionados el nuevo Cervantes escribió: “Mientras
esto ocurre, Chávez, se esconde. Se fue de viaje para “desvincularse” de
algunos de estos episodios”.
Diecisiete líneas mas adelante hace gala de su maravillosa pluma y rico
vocabulario al escribir: “Chávez, se esconde. Se fue de viaje para
“desvincularse” de algunos de estos episodios.”
¿Se da cuenta, amigo lector, por qué afirmamos que no hay duda de la
autoría de la carta? Pocos políticos en el mundo son tan incultos y tienen
tal pobreza de ideas y lenguaje.
Pero allí no termina todo. Es imposible que podemos describir aquí todas
las barbaridades, errores ortográficos y falta de sintaxis y prosodia en
las que incurre el filósofo maracucho (no tenemos suficiente espacio para
ello); pero aún así, podemos darle algunos detalles adicionales para que se
divierta a expensas del analfabeto alcalde de Maracaibo.
Al inicio de la carta hay un párrafo que no pudo haber sido escrito por
nadie más que manuelito; él dice: “El Gobierno pretende aplastarnos, no
quiere que le disputen el poder, los que pensamos, y tenemos una visión
distinta de país. Busca la rendición y el sometimiento sin condiciones, ni
el suyo, ni el de los suyos”.
¡Qué forma de utilizar los signos de puntuación! ¡Qué forma de darle con
los pies al idioma!
¿Qué querría decir conque el gobierno busca la rendición ni el suyo, ni el
de los suyos?
Como para recordarnos que estamos en el mes del idioma (el 23 de abril
murieron Shakespeare y Cervantes) Rosales escribe esta joya: “El poder no
es disputable, no quiere opositores, quiere que el sistema de privilegios y
cogollos revolucionarios sea hegemónico; conducido por un hegemón
indiscutido”.
¿Qué será un hegemón?
Hay una novela de Orson Scott titulada La Sombra del Hegemón, pero nada
tiene que ver con el uso que Manuelito le da a esa palabra, la cual no
existe en nuestro idioma. En todo caso un hegemón podría ser lo que el
filósofo maracucho tiene en el cerebro.