¡Ay!, qué sería Venezuela sin el verbo sandonguérico de Ramos Allup. Este vejuco chillón, de lenguaje diarreico y cacafónico, cuando aparece en pantalla es todo un show propio del más bajo prostíbulo. Bocanadas de “brutísimos argumentos: “Lo que pasa es que el régimen le tiene miedo a otro 11 de abril cuando el pueblo salió a defender la democracia, por eso no nos quieren dejar pasar a entregar este documento a la Asamblea Nacional. Son unos culillius innobles, con los genes cromosómicos de la cobardía a millón”. Y la conclusión que uno saca de estos canallas altamente publicitados por Globovisión es que en Latinoamérica se práctica la más degenerada y suprema solidaridad del cretinismo, cada país con su propias desvergüenzas. Por allá al sur, el Alan García acogiendo en sus pechos porcinos a Manuel Rosales, Uribe sacralizando al Carmona Estanga, el Estado de la Florida metiendo en corrales a cientos de asesinos redomados. Emigrando estos esperpentos hacia esas mecas de la estulticia, la misma cobardía, la misma avaricia, las mismas sudoraciones pútridas de marchistas sin patria, sin sesos, sin moral, sin un coño honorable de esta vida.
Y se ve por otra parte que Ramos Allup realmente es el hijo por excelencia de Rómulo Betancourt, aquel chocante hombrecito barrigón (en palabras de Guillermo José Schael) de “voz atiplada y malasangre, picado de viruelas el desapacible rostro, dientes sucios y andar desagradable, tuvo la ambición suficiente para hacer sudar a los militares, para entusiasmar y engañar al pueblo, para burlarse de los intelectuales y para gobernar con fuerza. Nunca hubo tantos muertos, nunca hubo tantos exiliados, nunca hubo tantos presos, nunca hubo tanta corrupción…”
Ramos Allup desde carajito se hizo el firme propósito de imitar en todo al viejo sinvergüenza de Rómulo y lo logró a la perfección. Veamos lo que soltaba Rómulo cada vez que se dirigía a los venezolanos, con su lenguaje etéreo y rimbombante que nadie entendía, con sinuosidades maremóticas y temblores de manos y muecas: “causas postreras”, “sicofante”, “obsoleto”, “criollos descastados”, “dejación de su conciencia”, “árboles aquietadores”, “periclitado” (“la paloma peráclita sobre la cabeza de Escalante”), Conchupancia Compatibilista, “capadare”, “enchinchorrarse”, “conservo tatuada en la memoria”, “hampoducto”, “conciudadano”, morrocoyuno, “hallacas multisápidas”; “odios y rencores subalternos”, “arepa matutina”, “cuota-parte”, “reloj de tiempo”, “multánime palabra colérica”, “áureos lingotes de oro”, “vaciados de mármol”, “conciómetros castrenses”, “vagarosa aspiración”, “deseabilidad.
Y para que se vea la categoría moral de los intelectuales de siempre, así con Mario Vargas Llosa ha lanzado elogios al filósofo del Zulia, pues Mariano Picón Salas en muchas oportunidades escribió los mayores panegíricos a las vulgaridades de Betancourt. (Pero así era don Mariano: muerto Gómez don Mariano aduló a López Contreras, luego a Medina Angarita, después a los adecos, más tarde a Pérez Jiménez (fue el organizador del Festival del Libro Venezolano) y después otra vez a los adecos. Medina Angarita lo propuso diputado al Congreso por Mérida. Qué de cosas, carajo.
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