No son traidores, siempre fueron pitiyanquis

Leyendo uno de los editoriales de Teodoro y unas declaraciones de Pablo
Medina sobre la “inconstitucionalidad” de la Ley Orgánica de Educación
nos animamos a escribir esta nota y a tocar por enésima vez el tema de
aquellos agentes gringos que lograron infiltrarse en el movimiento
revolucionario venezolano de los años sesenta y setenta.

Quizás a algunos el párrafo anterior la suene novelesco, pero los agentes
extranjeros, espías e infiltrados no son una creación del cine gringo.
Representan una realidad, o más bien una cotidianidad, que no por ajena
al ciudadano común, ha dejado de estar presente en el devenir político de
países como el nuestro.

En los años sesenta y setenta los gringos, tras el triunfo de la
revolución cubana y su influencia en la expansión de los movimientos
revolucionarios en Centroamérica y Suramérica, desarrollaron toda una
estrategia no sólo destinada a vencer por hambre la gloriosa revolución
comandada por Fidel, sino a infiltrar los movimientos revolucionarios
latinoamericanos a efecto de “implosionarlos”.

Hace ya bastante tiempo escribimos una nota que titulamos “En los sesenta
no era posible la revolución”. En ella nos preguntábamos cuál hubiese
sido el destino de una revolución dirigida por hombres de la catadura
moral y política de Teodoro Petkoff, Pompeyo Márquez, Gabriel Puerta
Aponte, Américo Martí, Duglas Bravo, Julio Escalona y tanto otros.

Claro que había hombres honestos y revolucionarios en las filas de
aquellos movimientos políticos. Sólo como ejemplo de muchos bastaría con
nombrar a Alí Rodríguez y a Pável Rondón, pero estaban infiltrados hasta
el hueso y eso hacía imposible la victoria.

Hacemos nuevamente esta reflexión, porque consideramos que se equivocan
quienes aún creen que Pablo Medina, Teodoro, Pompeyo, Ismael y todos los
que se le asemejan son traidores al movimiento revolucionario, a sus
ideales y al pueblo venezolano.
No son traidores porque nunca fueron revolucionarios; no dejaron de lado
su ideal porque todo era una farsa; no abandonaron al pueblo porque nunca
les importó un bledo.
Algún día saldrán a la luz pública las pruebas que confirman lo que
siempre hemos afirmado: Esos carajos siempre fueron agentes de los
yanquis y su misión era impedir que se hiciera la revolución.

Por ello cuando el pueblo se abrazó al sueño bolivariano, no les quedó
otra opción que quitarse la careta y mostrarse tal y como son.
¿Quién puede pensar que esos infelices alguna vez fueron socialistas?
¿Quién puede creer que a esos esculiditos de nuevo cuño, alguna vez le
pareció criminal el bloqueo contra Cuba? ¿Quién puede sospechar que
alguna vez les importó la explotación de los humildes?

No se rindieron a los intereses de la oligarquía, no se vendieron.
Siempre estuvieron de ese lado. Fueron peones entrenados y al servicio de
los más oscuros intereses del capitalismo.
La diferencia hoy es que obligados por las circunstancias han dejado en
evidencia para quien trabajaron toda su vida y cuan cipayos son.


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Alexis Arellano


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