Se murió Caldera… que comience el show

Se murió Rafael Caldera y no habían llevado su cuerpo aún a la funeraria cuando ya se tenía montado el show.

En una burda imitación de lo que fueron las exequias de Michael Jakson, intentó Globovisión convertir el sepelio del expresidente.

No vale la pena extenderse en los comentarios sobre la actitud del canal de televisión, de esa cabuya los venezolanos tenemos un rollo. Tampoco vamos a usar este espació para exponer lo que pensamos de Caldera, ya lo hicimos en su debido momento.

Lo que sí vamos a hacer es a expresar nuestra opinión sobre el sainete montado por los hijos del difunto.

Como los humanos tenemos la mala costumbre de morirnos, sobre todo cuando llegamos a viejos, la noticia sobre la muerte de Rafael Caldera sorprendió a muy pocos; pero si llamó la atención, a algunos, que los hijos del difunto le atribuyeran un documento (supuestamente escrito pocas horas antes de morir) en el cual atacaba al gobierno de Hugo Chávez.

A kilómetros de distancia se “le ven las costuras” a la estrategia. El pobre Caldera ya no podía ni escribir su nombre, mucho menos un documento de este tipo.

Hace tiempo que había reventado la guaya del kilometraje, pero sus hijos, sin ningún respeto por la imagen y la trayectoria de su progenitor y guiados por el odio infinito que les carcome el alma, le atribuyeron unas líneas que de ninguna manera le hacen honor a su intelecto.

Si el viejo Caldera hubiese estado en condiciones de escribir algo, habría producido un documento de mucha mayor calidad que el parapeto que hicieron público.

No sentimos ni sentiremos admiración alguna por el expresidente, pero seríamos necios si dejáramos de reconocerle que además de intelecto tenía olfato político y sentido de la oportunidad.

No iba el expresidente, después de casi una década de silencio, a salir del mismo (si hubiese estado en condiciones de hacerlo) con un documento lleno de lugares comunes y cargado de frases tan repetidas por otros, que más bien pareciera escrito por un guionista de Globovisión.

El hombre que tomó la decisión de implantar la política de pacificación en el momento que más le convenía a los intereses de la oligarquía criolla; el mismo que supo montarse en la ola del cuatro de febrero para llegar nuevamente a la presidencia de la república; el político que hizo gala de habilidad para obtener respaldo de la derecha y la izquierda en sus aspiraciones personales; el mismo que usó a un exguerrilero para vender su agenda Venezuela y quitarle a los trabajadores sus prestaciones sociales; el dirigente que “leyó” el momento de romper con el partido que el mismo había fundado, no pudo ser tan torpe como para salir de un silencio tan prolongado, con un documento al que nadie, absolutamente nadie, iba a prestarle la menor atención.

Desde aquí, a cientos de kilómetros de distancia del lugar de los acontecimientos, nos atrevemos a segurar que el “genio” de la comedia fue Andresito… pocos políticos en Venezuela tienen tan poco en el cerebro.

El show lo completaron con la exhibición de una bandera de Venezuela con siete estrellas y con gritos de ¡Viva Caldera! ¡Abajo Chávez!

Es tan grande el odio que esa gente tiene por dentro que ni siquiera en el velorio de su propio padre pudieron dejar de pensar en como intentar hacerle daño al gobierno.


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Alexis Arellano


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