Mérida, la apacible ciudad de 1600 metros sobre el nivel del mar, rodeada de cinco grandes picos, entre ellos, el majestuoso Bolívar, el cual, aun mantiene nieves perpetuas, esta larguísima ciudad en su parte más ancha tiene kilometro y medio, estando montada sobre la superficie de una terraza.
El poder político a estado dominado por “flamantes” nombres, ellos se han disputado el control político, judicial, económico, social, cultural, académico y eclesiástico. Aparte de tener una fuerte y progresiva presencia estudiantil, manipulada en la última década por cada uno de estos alacranes.
La presencia copeyana y la menos débil la adeca, los abogados convertidos en jueces y fiscales del Ministerio Publico, las mal llamada autoridades universitarias de la Universidad de Los Andes, la Federación de Centros Universitarios, aparte del mandamás de la avenida cuatro, el mismísimo Monseñor Baltazar Porras.
Toda esta sarta de conspiradores en una ciudad pequeña, dedicados a calentar la calle diariamente, ayudados y financiados por la alcaldía de su capital al mando de Lester Rodríguez, ex Rector. Todo esto promocionado por el refrito palangrista periodístico privado.
Aquí no sucede nada si esta felonía de decisores lo aprueba o desaprueba, y como hay tantos cerdos y buitres, entre ellos es codicia quien pase por sus manos.
Todo esto acontece, mientras comanda un gobierno bolivariano, aun cuando en la pradera resaltan alarmantes hechos, pocos ven elementos suficientes para actuar, y como algunas acciones no se les da respuesta popular, ejemplo la terrible situación del servicio de energía eléctrica, entonces, actualmente la ciudad es un completo polvorín.
La Media Luna se mueve abiertamente en estas montañas, saliendo triunfante la cantidad de crímenes que cometen a diario se cometen y esto inquieta a la población, los medios de comunicación muestran en sus portadas seres humanos sin cabeza flotando en el Rio Chama, hasta tiroteados con la masa encefálica sobre el asfalto o con órganos expuestos.
Aun nadie dice nada, incluyendo la majestuosa cultura o academia universitaria, al contrario, gozan agazapadamente con este sistema de terror que cambia la tranquilidad y el espíritu de lo que fueron grandes luchas e impresionantes ejemplos de organización en este pueblo tan pequeño, perdido entre frailejones y personajes míticos.
Mientras algunos miembros directivos del PSUV pierden el tiempo político demandando a escritores del calibre de José Sant Roz, estas razones sumadas, llevaron a poner la renuncia ante la Policía de Mérida por parte de la funcionaria que fue desnudada y casi violada en plena avenida Las Américas una tarde de protestas del paramilitar Nixon Moreno, literalmente la cercaron y no se cansaron, hasta que viéndose sola y despreciada en su lugar de trabajo, se vio tristemente obligada a introducir su baja.
Los amos de esta terraza se mueven, conspiran, mientras un gobierno supuestamente bolivariano se oxida y permite que diez encapuchados destrocen la sede de la UNEFA y solo les manden diez policías para defenderla.
Estos días de navidad y los otros tantos del año, han estado signados por la protesta inútil, pero constante, no hay interlocutor que interprete las necesidades justas de la gente, dejándoles el campo abierto para que la oposición, aun podrida, haga y deshaga, no desaprovechando cualquier oportunidad de pantallear en los medios de comunicación privada, hablan de cuanta perorata se les ocurre.
No puede entenderse como siendo gobierno se esconden, no dan respuestas, se apartan de la gente, dejando este Estado a merced de esta antigua clase política. Definitivamente, andan en otra sintonía que no es la nacional, andan en peleas viscerales y trasnochadas al viejo estilo sesentario de darse cuchillo unos con otros, mientras la entidad merideña la va tomando la Media Luna Occidental.
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