Muchos de los que vivieron el primer gobierno del partido Acción Democrática, durante el trienio 1945/48, recordarán los sucesos que se originaron a fines del año 1946 con la promulgación de un Decreto (el N° 321, creo) sobre la educación, que ponía en franca desventaja a los colegios privados (mayoritariamente católicos) frente a los del Estado, Decreto que fue rechazado automáticamente por los dueños de aquellos colegios, contando con el apoyo de la iglesia católica, religión mayoritaria en esa época e incluso por profesores de los colegios del Estado ya que dicho Decreto establecía una serie de medidas que facilitaban la graduación de estudiantes tanto de los que realmente estudiaban como de los flojos que solo se limitaban a asistir a clases. En virtud de dicho decreto, tendiente a masificar la educación en aras de la calidad de la misma se produjo una enorme cantidad de promociones a nivel de educación primaria, secundaria y normal sin llenar los requisitos mínimos de calidad establecidos, pero la influencia de dicho Decreto se proyectó hasta los estudios universitarios, ya que el gobierno apoyándose en la necesidad de contar con más médicos y profesionales de algunas otras ramas, propició la graduación de los alumnos del penúltimo año de estudios de esas carreras, promoción que quedó estigmatizada con el nombre de “Promoción golilla”, especialmente los de medicina.
Hoy en día pareciéramos estar corriendo el mismo riesgo de aquel año, en el sentido de que se gradúen bachilleres y profesionales insuficientemente preparados, ya que los rectores de las universidades “autónomas” han solicitado a los profesores de esas casas de estudio que flexibilicen sus exigencias y modifiquen sus calendarios y horarios a fin de que “los estudiantes” puedan dedicar sus esfuerzos a salir a la calle a reclutar estudiantes de los liceos a fin de quemar cauchos, trancar el tráfico de vehículos, mostrar sus manitas blancas, cuando no sus traseros negros (en la misma posición que adoptan las primates cuando la naturaleza les exige ser poseídas por el macho de la especie), quemar palmeras o provocar incendios forestales y toda una serie de actividades atentatorias contra la mayoría de una población que solo aspira que la dejen ganar su sustento sin verse sometida a los embates de una “pacífica” manifestación que casi siempre degenera en la quema de su automóvil, camioneta, buseta o el asalto de su pequeño comercio, todo ello con el sano y noble propósito de burlarse del pueblo y decirle que su opinión no vale nada ante la de ellos que solo quieren “que se vaya Chávez”.
Es de observar que las manifestaciones que se dieron en 1946 no tenían ninguna connotación política, sino que estaban encaminadas a lograr reivindicaciones netamente estudiantiles y profesorales, en tanto que lo que vemos hoy son manifestaciones concebidas y dirigidas por políticos con fines anárquicos, que persiguen pescar en río revuelto y traer de nuevo al poder a una clase política corrompida, que se burló del pueblo durante más de cuarenta años y desde que fue desalojada del poder por medios estrictamente democráticos, no ha dejado un solo día de poner obstáculos en la vía a fin de impedir que el movimiento que lidera el Presidente Chávez se consolide plenamente y enrumbe los destinos del país hasta el sitio que históricamente le pertenece, pero pese a todos sus esfuerzos.
NO PASARÁN.
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