Si en las elecciones de anteriores para elegir la Asamblea Nacional los sectores de oposición cometieron el tremendo error de no participar porque el CNE no era confiable, entre otras causas, ahora parece que esa decisión les pasa la factura. Los culpables de aquella metida de pata, los que se quedaron con las ganas, los presos por matones en el 2002 y la nueva camada del escualidismo comienzan a brindar un espectáculo de padre y señor nuestro. Entre puñetazos, silletazos, insultos y amenazas de todo tipo nadie está dispuesto a dar tregua y los atora ese cuento de la unidad. Saben muy bien que los salidores son pocos y nadie quiere perder palco. Así que lo que viene en los predios opositores es candanga con burrundanga.
Ahora, desde este otro lado, con una elecciones primarias que ya tienen fecha precisa, candidatos y electores no pueden conformarse con quedarse mirando el ombligo ni creer que el portavión Chávez les va a aseguran el puesto. Con más razón los que esperan ser beneficiados y encabezar las listas, no escaparán de ser sometidos al criterio del pueblo. Cuidado con aquella vieja, anticuada y detestable práctica de colocar en las listas, privilegio que algunos esperan como bendición, a dirigentes que nada tienen que ver con los estados o circuitos que los elegirá. Ni repetir aquello de los importados de la cuarta que se convirtió en un cuadro bochornoso y deplorable porque se trataba de una imposición que insultaba la inteligencia de los pueblos. De manera que ser seleccionado para una lista que seguramente garantiza un escaño no puede ser premio a gestiones grises. Menos a una camaradería mal entendida, que a la postre le hace daño al proceso.
De manera que la selección de los candidatos para estas primarias del PSUV y posteriormente para la Asamblea Nacional debe ser el inicio para marcar la pauta de elegir parlamentarios revolucionarios, enraizados y conocedores de su realidad. Todavía podemos decir que no es una casualidad, en ambos sectores, el elevado número de aspirantes, los codazos y el sorprendente gasto de las campañas. Cuando se acaben las prebendas que algunos buscan desesperadamente comenzará otra relación entre elector y elegido. Seguramente tendremos más calidad y pueblo en el Congreso. La Revolución Bolivariana debe sacudirse del pesado fardo adeco-copeyano que todavía la acompaña y la paraliza. Las elecciones que vienen no pueden ser una parranda más. Es hora de nuevos paradigmas.
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