Por fin, la oposición venezolana se atrevió a escribir una cosa que denominan programa de gobierno. Este gesto debemos agradecerlo muy sinceramente, porque era mucho tiempo bajo el dominio de una “propuesta” política cuyo texto no alcanzaba más de tres frases y una pocas letras: “Chávez vete ya” y “No es No”; cuyo sentido estaba focalizado en entender a Chávez como su escoyo u obstáculo, más no como una pieza de un proceso que emergió de la descomposición que fabricaron los partidos hoy incluidos en la MUD y que ahora tiene en Chávez un medio para revertirlo. No entienden que Chávez es un instrumento de una esperanza con un camino abierto, porque el pueblo asumió su rol de sujeto.
No es que el programa de gobierno de la MUD se haya salido de su anterior esquema y ahora nos ofrece una visión distinta a la de “Chávez vete ya” y “no es no”. Persiste ese esquema, pero hoy lo reúne en un documento de más de una cuartilla con frases más completas donde se fijan el proceso de retorno al estado de cosas que dejaron como herencia.
Antes de dar a conocer el contenido del documento, a través de medios escritos, conocimos de algunas de las iniciativas que se emprenderían con este proceso de retorno. Leímos en titulares de medios escritos su aspiración de “desmontar el estado comunal”, que es todavía hoy una idea en proceso de construcción pero que apunta un cambio de envergadura en el marco del sistema político heredado. Se entiende ahora muchos más, el rechazo que la oposición toda ha venido manifestando cuando insiste en que Chávez viene centralizando el poder, como una manera de desvirtuar el profundo proceso de descentralización que se ha adelantado y que en revolución se concreta en la participación que los Consejos Comunales tienen en la repartición de los recursos que hoy maneja el Fondo de Compensación Interterritorial (FCI). Antes de 1998, estos recursos se canalizaban a través de la leyes: FIDES y LAEE, sin que las comunidades tuvieran una participación e ingerencia en esa distribución.
El desmontaje del este Estado Comunal pasa precisamente por dejar sin efecto toda este proceso de empoderamiento de las comunidades organizadas y devolverle a los gobernadores y alcaldes los recursos que se administran hoy a través del Fondo de Compensación Interterritorial. Los gobernadores de oposición que son hoy parte de las fuerzas que mueven y motivan a la MUD van por lo suyo: Los recursos. Sus críticas al proceso descentralización que ha trazado el gobierno y cuyos lineamientos están claramente establecido en la Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno y su Reglamento, están justificados única y exclusivamente en este hecho. Su interés está puesto en el simple hecho del manejo de todos los recursos.
De ahí se desprende en parte la necesidad de replantearse el desmontaje del Estado comunal para sobre esa opción, tener todas las condiciones y poder abrir el proceso de retorno al Estado neoliberal, que además de ofrecerle esta prerrogativa de eliminar la participación de las comunidades organizadas en captación de recursos para emprender la formulación y ejecución de proyectos comunitarios; les garantiza el desarrollo de otras iniciativas propias de un “Estado” que tiene en su naturaleza la necesidad de desentenderse de derechos fundamentales, cuyas conquistas han sido posible por la llegada de la revolución. Así pues, que el desmontaje del Estado Comunal para abrirle paso al Estado neoliberal, pasa también por achicar las responsabilidades de la sociedad toda por mantener una línea política que nos haga una sociedad más igualitaria. La desigualdad para la MUD es un principio sistémico. Si hay pobreza y desigualdad en la distribución de la riqueza, entonces el sistema ofrece señales de funcionamiento perfecto, porque la pobreza y la desigualdad es un elemento adicional de una sociedad gobernada por el neoliberalismo.
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