Redefiniendo el sujeto histórico de la Revolución Bolivariana

Nuestra experiencia con las comunidades, nos ha llevado a desestimar esa postura que enarboló nuestro Comandante Infinito Hugo Chávez, de sostener a la Comuna, como el sujeto histórico de nuestra Revolución Socialista. Es así, en la justificación de tal perspectiva, que nuestro Comandante Infinito, el 11-06-2009, crea los Aló Teóricos y desde el Teatro Teresa Carreño y, teniendo sentada a su derecha a la ministra del poder popular para las comunas, Érika Farías, inicia un ciclo de charlas teóricas comenzando el mismo con el tema de las comunas, iniciando sus palabras de manera concluyente: “La columna vertebral de lo que va naciendo son los consejos comunales”. Teniendo al lado a su ministra del área, allí arrancó a autocriticarse: “Pero la comuna como ente revolucionario, como base territorial, social, política, moral, tenemos que construirla; y ni siquiera la enunciamos, ¿cómo la vamos a construir? Yo hago un llamado a la reflexión. No busquemos explicaciones para tratar de tapar la falla. No. La Revolución debe ser autocrítica. Yo no concibo, por ejemplo, a Pequiven, o las fábricas de petrocasas, construyendo petrocasas en un barrio y en el otro no. Es precisamente allí donde hay, junto con la comunidad, la empresa de propiedad social, la propiedad de los medios de producción en manos del pueblo, donde se están despertando los potenciales. (…) Saúl Ameliach, allá donde quiera que Petrocasas llegué, tiene que llegar el proyecto de las comunas. Si algo tiene profundo nivel de enlace, de capacidad de engranaje con el territorio, eso es la vivienda. La fábrica toda está ahí enganchada al territorio, a la tierra, a lo que llamaba Simón Rodríguez, la toparquía: el gobierno en el topos, en el lugar, la geografía. Esto es de mucha importancia, teórica y práctica”. Así, según la visión de nuestro Comandante Infinito, del seno de nuestro territorio brotaría el Socialismo: “Esas comunidades socialistas, así lo entiendo yo, deben ser las comunas. La comuna debe ser el espacio sobre el cual vamos a parir el socialismo. El socialismo desde donde tiene que surgir es desde las bases, no se decreta esto; hay que crearlo. Es una creación popular, de las masas, de la nación; es una “creación heroica”, decía Mariátegui. Es un parto histórico, no es desde la Presidencia de la República. La comuna es el espacio donde vamos a engendrar y a parir el socialismo desde lo pequeño. Grano a grano, piedra a piedra se va haciendo la montaña”. No terminó su Aló Teórico Nº 1, sin alertar que: “El consejo comunal no puede ser un apéndice del Partido, estaríamos matando al bebé, estaríamos produciendo un aborto. ¿Cuál es el bebé? Los consejos comunales. Ustedes no lo permitan. El Partido ayuda, tiene que ayudar; el Partido impulsa, tiene que impulsar; el Partido forma cuadro. Los consejos comunales no pueden ser apéndices de las gobernaciones, ni del Ministerio de las Comunas, ni del presidente Chávez, ni de nadie; son del pueblo, son creación de las masas, de ustedes…”

En ese Aló Teórico, el Comandante Infinito Hugo Chávez definía cinco frentes para la construcción del Socialismo: el primero tiene que ver con la moral y la ética; el segundo con lo social, la búsqueda de la igualdad; el tercero, tenía que ver con lo político, el despertar del poder popular, el autogobierno, en eso lo resumía; el cuarto frente, se refería a lo económico y, en ello nos detendremos, dada su importancia. Señalaba el Comandante Infinito: “…lo económico yo lo resumiría de esta manera: la propiedad de los medios de producción en manos de la comuna; propiedad social en distintas combinaciones. Y eso tiene que ver con la creación de un nuevo modelo económico en la comuna: el modelo económico socialista, que tiene que partir desde la actividad primaria, desde la producción de materia prima o, en su defecto, desde la producción, porque en la comuna no se produce, quizás, la madera, por ejemplo. Tal vez tenemos una comuna en el 23 de Enero que no producirá madera, pero podemos traerla de Proforca, en Uverito; pero resulta que no podemos dejar que la comuna tenga que ir a buscar la madera al mercado capitalista. La comuna tendría que conectarse con el sector primario de la actividad económica que requiere; en el ejemplo que estoy poniendo, la madera. (…) De esta manera empezaríamos a romper las cadenas del capitalismo, la dominación capitalista. Por eso digo que la economía tiene que ver con el sector primario. (…) Aquí en Caracas, por ejemplo, y en las grandes ciudades, una de las actividades económicas que yo veo es la de que las comunas se conviertan o formen grupos de trabajo para construir, o para elaborar materiales de construcción: bloques, cabillas, vigas, puertas, ventanas, etc. Y la materia prima la tenemos toda aquí en Venezuela: el cemento, que lo hemos nacionalizado, el hierro y el acero lo hemos nacionalizado también; la madera, el aluminio, el caolín, el gas, que lo hemos recuperado, y la petroquímica para hacer todos los objetos de plástico. Estamos hablando de la economía, que se conforma por el sector primario (la producción de la materia prima), el sector secundario (las industrias de propiedad social) y luego viene la distribución de los productos. Ese es otro tema que la comuna debe ir asumiendo, un comercio distinto al capitalista, una actividad comercial popular, justa, solidaria, no para robar al vecino, o al pueblo. Porque es un comercio salvaje el del capitalismo, que todo lo infla. No. Hay que establecer un precio justo, solidario, así como Mercal, ese es un buen ejemplo. (…) Entonces en lo económico: un nuevo sistema de comercio, un nuevo sistema productivo y los medios de producción o factores de producción: la tierra, la maquinaria para la materia prima. El conocimiento en manos de la sociedad en este caso en manos de la comuna. Una comuna sin fábrica, sin tierras para la siembra, sin comercio socialista, no es comuna…” Finalizaría su conversatorio nuestro Comandante Infinito, hablándonos del quinto factor clave para la construcción del Socialismo, siendo que, las comunas serían el sujeto histórico, éste no podía ser otro sino el territorial.

Nuestra experiencia con las comunidades nos relata cuán lejos estamos de la visión de nuestro Comandante Chávez. Los consejos comunales lejos de ser obra consciente de nuestro pueblo, en muchos casos, ha sido gracias al impulso del poder constituido (ministerio de las comunas, alcaldías o gobernaciones) que han nacido. Ha sido, el funcionariado, quienes se han convertido en los creadores de los consejos comunales y, en segundo paso, las comunas. El sujeto político de nuestra Revolución, en este caso el Partido revolucionario, no tiene asidero en nuestras comunidades y, solo aparece cuando de procesos electorales se trata. La incorporación de las vecinas y vecinos, al consejo comunal, en muchos casos, se da por la motivación que logra crear el funcionario/funcionaria gubernamental; en otros casos, la necesidad apremiante de una vivienda les impulsa a organizarse para satisfacer su demanda de mejor calidad de vida y, también los hay, aquellos/aquellas que se motivan por montarse en el manejo de importantes sumas de dinero, por aquello de que “el que reparte y comparte, le queda la mejor parte”. Cuántas y cuántos compatriotas no los hay que, no tenían dónde acostarse y dormir bien, pero que hoy gozan y disfrutan de envidiables caserones, construidos en su paso por la directiva de algún consejo comunal. En los Valles del Tuy, conocimos de un caso en que los recursos para obras de una comunidad se habían bajado y, permanecían en una cuenta que, manejaba a su discreción la única integrante del consejo comunal que se mantenía activa, muy ligada por cierto, al alcalde que, en ese entonces, gobernaba el Municipio. Pasaba el tiempo y, hasta el alcalde que la apadrinaba, el Psuv lo descartó para su reelección, con lo cual quedó sin apoyo político, hasta que, por fin, la comunidad despertó y organizó sus elecciones para deshacerse de esa directiva que, ni una sola obra dejó a la comunidad. Fue así, que la comunidad recuperó su consejo comunal, la que fungía de presidenta les entregó los recursos que pernoctaban en su cuenta personal, por supuesto, los intereses generados por ese más de un millardo de bolívares de los de antes, se quedaron en su cuenta; a las semanas, se mudaría de la comunidad a su nueva casa, construida con los dineros mal habidos de su pase por la directiva de un consejo comunal. Y cuentos como éste, cuántos más no hay?

En Aragua, conocimos de la experiencia de un consejo comunal interconectado con la alcaldía, el ministerio de las comunas y la gobernación. Ese estado de unicidad que consolidó Didalco Bolívar y, que Isea fortaleció, es un campo propicio para que la corrupción sea una práctica generalizada, ya que todos los entes del Estado se confabulan para que sus intereses, en ninguna instancia de poder sea tocada. Pues bien, fue gracias a ese estado de complicidad que los miembros restantes de una directiva mucho más amplia, con el tiempo se redujera a apenas tres miembros, convirtieran su gestión en una verdadera “dictadura comunal”. 233 familias, un poco más de mil compatriotas, sometidos a los dictámenes de una sola persona, autodefinida como presidenta del consejo comunal. Su palabra se convirtió en Ley, como en el lejano oeste, quien se atrevía a cuestionarla y, acudía a los medios de comunicación a denunciar sus desmanes, al poco tiempo, recibía la citación en manos de la policía municipal para que fuera a la alcaldía a explicar sus denuncias o críticas a la gestión del consejo comunal. Y, mientras ella sometía al pueblo, recursos iban y venían hacia su consejo comunal, apenas 50 viviendas pudo construir en cerca de dos años de gestión y contando con todo el apoyo posible de los órganos del poder constituido. En todo ese tiempo, nunca rindió cuentas a la comunidad de sus actuaciones. La imposibilidad de reelección de la alcaldesa, el nombramiento de un nuevo ministro de las comunas y la llegada de Tareck a la gobernación, le dieron el aliento necesario, a esa comunidad, para deshacerse de la “dictadura comunal” que se les había implantado con la anuencia del poder constituido. Hoy, la Comunidad Misión Cristo de Turmero y su Consejo Comunal “Triunfadores del 14 de Abril”, celebran la salida de la “dictadura comunal”, la no reelección de la alcaldesa Tibisay Guevara, la salida de la ministra Isis Ochoa, y la no reelección de Rafael Isea, promotores y promotoras de la desdichada gestión de ese consejo comunal quien, durante cerca de dos años, se dedicó fue a desarticular las potencialidades del Poder Popular, sometiéndole a los dictámenes del poder constituido.

Al momento de redactar estas líneas, los derrotados por la comunidad se niegan a entregar las cuentas de su gestión fenecida. Pdvsa, que se acercó a la comunidad tras algunas protestas encaradas semanas atrás, ahora les amenaza con retirar equipos y maquinarias sí vuelven a tomar las calles, después que éstos derrumbaron sus ranchos y quedaron sin viviendas para que trabajara su personal; encima, les exigen que paguen con sus propios recursos el topógrafo y saneamiento del terreno donde ellos construirían las petrocasas. Es aquí, que bien vale recordar al camarada Rafael Ramírez, las palabras de nuestro Comandante Infinito, Hugo Chávez: “Saúl Ameliach, allá donde quiera que Petrocasas llegué, tiene que llegar el proyecto de las comunas…”. En esa población, donde hace vida la comunidad de la Misión Cristo y su Consejo Comunal “Triunfadores 14 de Abril”, pretende nuestra Pdvsa, la que una vez definimos como roja, rojita, enterrar el legado de nuestro Comandante Infinito Hugo Chávez. Alerta camarada Ramírez, usted ha acompañado esta Revolución por cerca de toda su existencia, no abandone el barco en estas horas en que, el momento político le exige más y mayor claridad en su compromiso con la Patria, con los más pobres entre los pobres. Atienda esa comunidad, revierta la política que pretende instrumentar cierta quinta columna en conchupancia con los derrotados de la “dictadura comunal”.

Pues bien, complejo el tejido de interrelaciones sociales que se desarrollan en nuestras comunidades a todo lo largo y ancho de la Patria. Definir el sujeto histórico de una Revolución, cuando es verdadera, si bien pudiera parecer para algunos/algunas un simple ejercicio intelectual, la definición acertada del mismo, pudiera conllevarnos transitar caminos seguros hacia el logro del objetivo estratégico trazado: la construcción del Socialismo.

Marx y Engels, definieron en el Manifiesto que, el sujeto de la revolución llamada a terminar con las contradicciones y las injusticias del capitalismo es el proletariado. Que es, esa clase social, la destinada a convertirse en fuerza motriz de la revolución. Así, para cualquier marxista, en el camino en que ese sujeto acumula fuerzas para cumplir con su misión histórica, las tareas políticas de cada etapa terminarán por decir si la clase necesita construir alianzas con otras clases o capas o si esto no es necesario, pero nadie duda que, para los fundadores del materialismo dialéctico, es la clase de los trabajadores y trabajadoras, el sujeto social de la Revolución Socialista, afirmando en el Manifiesto Comunista que, esta clase, es la única verdaderamente revolucionaria. Marx y Engels vivían en tiempos en que predominaba la plusvalía absoluta, basada en la extensión de la jornada laboral, la intensificación del trabajo, la tendencia a la baja de salarios. Hobsbawn nos describe la situación del trabajador en los tiempos de Marx: “…había muchos más que, enfrentados con una catástrofe social que no entendían, empobrecidos, explotados, hacinados en suburbios, en donde se mezclaban el frío y la inmundicia, o en los extensos complejos de los pueblos industriales en pequeña escala, se hundían en la desmoralización… Las familias empeñaban las mantas cada semana de paga… Las ciudades y zonas industriales crecían rápidamente, sin plan ni supervisión, y los más elementales servicios de la vida de la ciudad no conseguían ponerse a su paso. Faltaba casi por completo los de limpieza en la vía pública, abastecimiento de agua, sanidad y viviendas para la clase trabajadora. La consecuencia más patente de este abandono urbano fue la reaparición de enfermedades contagiosas.” (E. Hobsbawn: 1979. 361).

Una combinación de progreso técnico con luchas obreras, hizo que el predominio de la plusvalía absoluta fuera reemplazado por el de la plusvalía relativa, en donde la masa de ganancias pudo aumentar junto con los salarios, debido a que aumentaba la “tasa de explotación” (menos tiempo de ‘tiempo de trabajo necesario’ y más ‘plustrabajo’). En esta época, la clase trabajadora accede a niveles de consumo impensables en los tiempos en que Marx reflexionaba sobre la situación del proletariado, llegando a lograr poseer bienes materiales importantes, cierta educación y jornadas laborales mucho menos extensas. Antonio Gramsci, ya en su época, percibía que la lucha de clases en las sociedades modernas, asumía formas nuevas en que no se expresaba –exclusivamente- un enfrentamiento entre las clases fundamentales sino que, esta lucha, se daba como el enfrentamiento de dos sistemas de fuerzas, uno en el poder, dirigido por la burguesía, al que llamó bloque histórico y otro que debía formarse en torno a la clase obrera, lo que algunos denominan: bloque popular.

El sistema de fuerzas que dirige (o hegemoniza) la burguesía está articulado, formando un bloque bastante sólido de elementos que consolidan la dominación de clase. Habiendo perdido el control del Estado que, aún en su esencia, continúa reproduciendo valores, ideas y prácticas propias de la época de su dominación, la cuarta república; la burguesía se limita a resistir el avance popular, con las fuerzas que aún controla a plenitud. Del otro lado, nos encontramos con un sistema de fuerzas que no está siquiera consolidado, ni dirigido, en este caso por la clase trabajadora. Un campo de fuerzas populares, al cual por su heterogeneidad, división y falta de dirección consciente le ha costado hasta con sus vidas, la resistencia a las iniciativas del bloque histórico. El proyecto de desarrollo de un poder popular para la Revolución, debería ser pensado como el desarrollo, en un mismo movimiento, de un campo popular autónomo, que en su desarrollo y formación, alcance la capacidad de confrontación con el bloque dominante (la burguesía y el imperialismo) en todos los niveles en que este asienta su dominación: tanto en el plano social, liberándose de las direcciones burocráticas funcionales, tanto en el plano político, construyendo una fuerza política alternativa propia, como en el militar, desarrollando atributos de uso de la violencia política para enfrentar el aparato represivo y militar de la burguesía y el imperialismo.

El presidente Maduro viene asomando esa perspectiva con mayor lucidez que nuestro Comandante Infinito Hugo Chávez y, así lo ha venido expresando: “El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, llamó al Gran Polo Patriótico (GPP) a asumir la responsabilidad de convertirse en el nuevo bloque histórico. “No hay socialismo sin clase obrera organizada”, enfatizó el Mandatario, y ejemplificó con la empresa estatal de telecomunicaciones Cantv, que “no es, pero va rumbo a ser una empresa socialista”. Se refirió a la creación del Consejo Superior del Poder Popular, y explicó que los Ministros podrían organizar los Consejos, varios, según las necesidades, para hacer contralorías sociales y más aún, “poder popular ejercido”. (…) “El venezolano es un Estado que está en fase de transformación, reflexionó, y en ese contexto hay que definir quién es el sujeto histórico” de esa transformación; ese sujeto, dijo, debe ser la fuerza obrera. Por todo ello, su Gobierno debe estimular la participación; así, instó a “construir una cultura política donde nuestro pueblo tenga vocación de ejercicio del poder, más allá de las elecciones”. Es fundamental que el pueblo tenga claro el concepto y la necesidad del ejercicio del poder, porque la burguesía lo tiene claro. “La burguesía tiene una vocación de poder, con sus valores”, precisó. Convocó entonces a reflexionar sobre la vocación de poder de la clase obrera, del pueblo revolucionario. “Quien nos dotó de una visión del poder para transformara a la patria” es el Comandante Chávez, afirmó”. (Telesurtv.Net, 22-05-2013).

“....Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta --las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las Constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante, etc., las formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas-- ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma. Es un juego mutuo de acciones y reacciones entre todos estos factores, en el que, a través de toda la muchedumbre infinita de casualidades (es decir, de cosas y acaecimientos cuya trabazón interna es tan remota o tan difícil de probar, que podemos considerarla como inexistente, no hacer caso de ella), acaba siempre imponiéndose como necesidad el movimiento económico. De otro modo, aplicar la teoría a una época histórica cualquiera sería más fácil que resolver una simple ecuación de primer grado. Somos nosotros mismos quienes hacemos nuestra historia, pero la hacemos, en primer lugar con arreglo a premisas y condiciones muy concretas. Entre ellas, son las económicas las que deciden en última instancia. Pero también desempeñan su papel, aunque no sea decisivo, las condiciones políticas, y hasta la tradición, que merodea como un duende en las cabezas de los hombres”. (Carta a Joseph Bloch, F. Engels, Londres, 21 setiembre de 1890). Si la historia, como bien demostraron científicamente Marx y Engels, «no ha sido más que la resultante de una lucha de clases», entonces, el sujeto histórico, no son los individuos, por poderosos que éstos sean, no son los movimientos sociales, con sus relaciones de identidad, ni las masas desorganizadas, sin conciencia de clase. El sujeto histórico de toda formación económico social, es la clase que mediante la organización, la lucha y el desarrollo cualitativo derrota a la clase dominante, y construye un modo de producción más desarrollado, bajo su protagonismo en el control y usufructo de los beneficios de su economía y del ejercicio del poder político en la defensa de sus intereses de clase. Y, en lo que a nosotros compete, esa clase no es otra que, la clase trabajadora.


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Henry Escalante


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