El ser humano posee características físicas que le permiten tener óptimas condiciones para producir, es decir utilizar sus extremidades para coordinar movimientos que le permiten cargar objetos y utilizar herramientas para intervenir de forma benéfica el ambiente y sus recursos, esta reflexión es totalmente aplicable para los que poseen alguna discapacidad física o mental, aún con ella pueden incorporarse al proceso productivo.
El capitalismo a impuesto modelos productivos de alto impacto ambiental causando el daño progresivo de ecosistemas, agotando los nutrientes del suelo y contaminando las aguas, si a esto le sumamos la modificación de la estructura genética de semillas y animales para aumentar la productividad sin importar la repercusión que pueda tener en la salud de los seres humanos, plantas y animales, podemos decir que estamos en presencia de un modelo no sustentable, dependiente que incentiva el monocultivo y quiebra a los pequeños productores además de esclavizar a los campesinos, este es el modelo latifundista que se estableció en Venezuela con el auge de la producción petrolera.
En nuestro país contamos con una economía monoproductora, dependiente del petroleo, en donde importamos un gran porcentaje de los alimentos que consumimos. En este año 2013 luego de la muerte de nuestro Comandante Supremo Hugo Chávez la burguesía no ha dejado de atacar al pueblo y al gobierno del camarada Nicolás Maduro a base de una estrategia que promueve el acaparamiento y la especulación de los precios de alimentos, productos de primera necesidad y bienes en general, toda esta situación acelera el punto de quiebre, el inicio de la transición hacia un modelo económico diversificado que nos permita dejar atrás el antiguo y dependiente modelo económico monoproductor petrolero.
Todas estas razones son las que nos colocan en una situación que amerita la incorporación de todo el pueblo a la producción de alimentos tanto en los campos como en las ciudades, el modelo actual capitalista de producción colapsó y es la hora de aprovechar todos los espacios para establecer diversos sistemas de producción de alimentos animal y vegetal. Cada uno de los consejos comunales y comunas deben ser productivas, de esta forma el pueblo organizado estará colocando su granito de arena a la soberanía y seguridad agroalimentaria.
Ya existen experiencias positivas dentro de espacios comunales en donde las comuneras y los comuneros participan en la producción de alimentos, aportan al consumo familiar del mismo modo que establecen bolsas de comida de manera gratuita para lo mas necesitados y los excedentes son colocados a precios muy bajos para que las comunidades tenga la oportunidad de adquirirlos, todo este proceso lo controla un sistema de comercio justo comunal.
