Una de nuestras armas es nuestra capacidad para pensar, luchar y crear obras revolucionarias.
La construcción del Socialismo Bolivariano requiere partir de las caracterizaciones de la lucha de clases por el espacio para comprender e introducir el acertado camino del Poder Nacional Constituyente. Este rumbo estratégico de transición política no se reduce a expandir un imaginario de igualdades, sino que se construye dotando a los ciudadanos de poder efectivo capaz de impulsar la transformación de un marco institucional intacto. Venezuela despertó en 1999 con un proceso de refundación de la República para fomentar la construcción del Poder Popular. Hoy el desafío se sustenta en la necesidad de utilizar el camino constituyente para la construcción de los sistemas de Ciudades Comunales y conformar la nueva geometría político-territorial del país.
El proceso de refundación de la República comenzó a vislumbrarse a finales de la década de los años 70, definiendo su propio cauce y rumbo al penetrar en el alma misma del colectivo nacional. Este proceso tuvo sus orígenes en el resurgir de la lucha social del 27 de febrero de 1989, cuando el pueblo se hizo presente, una vez más, en nuestro proceso histórico. Y, ese protagonismo popular recobró su identidad propia, en el año 1998, a través de las elecciones, cuando ocurrió el desplazamiento de la élite dominante por un nuevo grupo de raíces populares, que procede a modificar el aparato institucional del Estado Burgués mediante el llamado al Proceso Constituyente mediante un proyecto democrático, revolucionario y bolivariano, dirigido por Hugo Chávez Frías. En relación con la construcción del proceso de refundación de la República, en su programa de gobierno del presidente Chávez, dijo:
"Estamos en plena transición. Fuerzas desatadas la impulsan, las más de las veces sin control. La transición se inició a finales de los años 70, cuando la situación A (capitalismo de estado-Pacto de Punto Fijo) comenzó a dar signos de agotamiento. El reto hoy está en impulsar esta transición hacia una situación B deseada, preconcebida. Para impulsarla puede haber varios caminos. Se trata entonces de vislumbrar esos posibles caminos. Y de orientar la transición por aquél o aquéllos que ofrezcan mayor viabilidad".
Lo señalado por Chávez simboliza el paso de una situación real a otra de manera inevitable. Significa un enfoque de profundidad, el "hasta dónde", en el cual trata de visualizar varios niveles posibles y el "hacia dónde", refiriéndose a la dirección estratégica del mismo proceso, sobre cuya proyección comenzó a hacerse un conjunto de ejes y una serie de etapas que vienen siendo impulsadas y se irán consolidando a medida que se vaya haciendo realidad la construcción del proceso de Refundación de la República.
Para sacar a Venezuela de la situación crítica en que se encuentra es preciso transformar un marco institucional con viejas estructuras que quedaron intactas en la nueva Constitución del 1999. Existe en el propio seno del pueblo una fuerza legítima indetenible, capaz de impulsar la transformación de ese marco institucional intacto. Esa fuerza es el Proceso Nacional Constituyente, como señaló Chávez en un contacto telefónico durante el programa "Dando y Dando":
"El proceso constituyente venezolano no ha terminado, y hay que ubicarlo en perspectiva histórica […] Nos hemos topado con viejas estructuras que quedaron intactas en la nueva Constitución […] Para que no se apague el proceso es necesario abrir nuevas puertas y profundizar".
El Proceso Constituyente, verdaderamente democrático, revolucionario y bolivariano, no ha terminado en Venezuela. Es necesario abrir nuevas puertas y profundizar para generar un nuevo marco institucional, jurídico, político y económico, que permita adelantar mecanismos populares de reforma, legítimos por naturaleza, que faciliten el diseño de una democracia abierta y dinámica que tienda a la verdadera democracia. Solo así podremos adelantar los planes de reordenamiento del país. Se trata de activar los mecanismos para poder adelantar la nueva distribución político-territorial del país, la construcción de sistemas de ciudades y los territorios federales.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela del 1999, es al mismo tiempo, una Constitución inacabada. No es un modelo final, es un modelo abierto en la cadena del mismo Proceso Constituyente originario. En este sentido, Medina expresó que "ningún otro tema distinto a la Constitución hubiera podido servir de eje de controversia política y al tiempo constituirse en símbolo de las esperanzas puestas en Chávez".
No podía ser de otra forma, puesto que la destrucción de un sistema anterior y la construcción de un nuevo sistema son dos trabajos paralelos pero no totalmente simultáneos en el tiempo. Cabe insistir en la lógica intrínseca en la prioridad de la Constituyente de 1999 cuando se centró en posibilitar una serie de cambios que el país necesitaba: servir de foro de discusión política -necesario en una revolución que se ha autocalificado de pacífica, democrática y participativa- y, al mismo tiempo, aglutinar las fuerzas en torno al cambio posible. Por lo tanto, el objetivo de la Constitución del 1999, no era establecer el modelo final, sino posibilitar que ese modelo pudiera ser pensado, con más tiempo y sin la amenaza inminente de un regreso al viejo sistema.
Para avanzar hacia la construcción del socialismo, necesitamos de un Poder Popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana. Esto pasa por atomizar completamente la forma de Estado Burgués que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión político-ideológica. Creemos que es pensar "desde afuera", en una práctica teórica indispensable para la construcción de la nueva sociedad, y, al mismo tiempo, "desde adentro" para forjar una práctica política con la subjetividad propia de la identificación con los intereses de las multitudes sin-espacio.
Sólo recordemos los aportes fundamentales a la transición al Poder Popular, entre las nuevas formas de participación y la unidad del pueblo, pasando por la consolidación y la profundización de objetivos tácticos, hasta reconocer que hemos sido más efectivos aprobando reformas y leyes que organizándonos en función de estos cambios. Es imprescindible saber apoyarnos en los rasgos específicos o lo inédito de la revolución venezolana y confiar en los poderes creadores del pueblo como acción consciente esencial -no por la causa de unos iluminados que sustituyan al pueblo- sino por considerar al Poder Popular como sujeto histórico para la construcción de una nueva sociedad. Creemos que reconocer los errores es trabajar para encontrar soluciones que nos coloquen en el camino de la consolidación del proceso revolucionario.
Hay organizaciones que han surgido en medio del proceso de construcción de nuevas formas de participación, y han fracasado. La corrupción, el sectarismo, la forma descontrolada y sin el seguimiento apropiado para implementar estas iniciativas; el proporcionar recursos financieros sin la debida fiscalización y control y muchos otros errores, han impedido esos procesos orientados hacia el empoderamiento de la gente. En medio de los errores, de procesos fallidos, de graves circunstancias que podrían enterrar todos estos logros, la esperanza, sin embargo, tercamente ha vuelto a penetrar los intersticios de la sociedad venezolana y desde cerca y lejos, muchos pueblos buscan inspiración en la experiencia venezolana. En esta guerra asimétrica las trincheras están en todas los lugares donde haya pueblo, donde haya naturaleza, donde haya vida. Una de nuestras armas es nuestra capacidad para pensar, luchar y crear obras revolucionarias.
El pueblo venezolano es diverso y dentro de él hay tendencias que no deben fracturarse, es decir, no deben convertirse en fracciones lideradas por cúpulas que van generando intereses particulares. Al final, esas fracciones pueden terminar compitiendo por los intereses específicos de cada liderazgo, que pueden coincidir o no con los intereses del pueblo. El pueblo es uno solo, que hoy esté fragmentado es una circunstancia que debe ser superada, pues en ello está implicado el éxito o el fracaso de nuestro proceso de cambios. Las distintas corrientes deben tener como denominador común, la unidad del Poder Popular. Las interrelaciones, interdependencias y complementariedades, que tienen como denominador común la solidaridad, es lo que debe caracterizar nuestros procesos de organización y desarrollo de corrientes, en correspondencia con un movimiento diverso, como la frondosidad vegetal de nuestros bosques, los grandes ecosistemas unidos por las múltiples interconexiones de la vida.
Las cuestiones que el Poder Popular debería consolidar y profundizar parece que tiene que ver por lo menos con las siguientes ideas y prácticas:
1. Los problemas vinculados con la construcción económica de la nueva sociedad y los temas de la propiedad privada y social, no son independientes de la idea de un sistema de valores, de las relaciones sociales y las instituciones que se vayan construyendo.
2. La solución de los problemas de la vida cotidiana vinculados a la vivienda, la salud, la educación, la seguridad social y la seguridad personal, según la manera como sean abordados se establece si se va hacia una transformación revolucionaria o hacia variantes del Capitalismo.
3. El papel del Estado Comunal, el desarrollo del Poder Popular y el proceso de extinción del Estado Burgués; pasa por el desarrollo de una nueva institucionalidad fundada en la autogestión y la constitución del pueblo como sujeto que hace la historia.
4. La construcción de instituciones democráticas como base del nuevo Poder Popular, involucra la relación democrática en el interior de las organizaciones populares. Mezcla también el problema de los valores, es decir, la prefiguración de la nueva sociedad, lo que tiene que ver con la ideología revolucionaria. El futuro que no es una promesa, sino lo que se va construyendo desde hoy.
Los objetivos tácticos con implicaciones estratégicas para el debate son tareas eminentemente colectivas que requieren que se vayan clarificando temas como el papel del Estado; el partido, la organización popular y los movimientos sociales; la construcción del Poder Popular como poder social de la nueva institucionalidad revolucionaria que se debe ir construyendo día a día. Es imprescindible saber apoyarnos en los rasgos específicos o lo inédito de la revolución venezolana. Sólo recordemos algunos:
5. Debilitar políticamente las bases populares de la oposición para impedir que consolide sus fuerzas. Si dejamos que se consolide entonces puede crear bases populares estratégicas y ello significará un cambio cualitativo de consecuencias muy graves.
6. Recuperar y multiplicar, estratégicamente nuestra base popular a lo largo y ancho del país.
7. Acompañar la recuperación y multiplicación estratégica de nuestra base popular, con iniciativas tácticas de significación estratégica para irlos estrechando paso a paso a lo que son sus bases naturales, es decir los sectores de clase media alta y la burguesía, que de hecho, son clases transnacionales, es decir, no tienen interés en lo nacional, lo que constituye su flanco débil. Esto requiere éxitos organizativos, políticos, tanto en la gestión de gobierno como en la batalla por las ideas.
8. Tender un marco político sobre sus bases, que deberá impedir que la oposición pueda desplegarse, mientras simultáneamente se neutralice su poder mediático. Un cuadro estratégico que se estrecha como perímetro táctico sobre sus fuerzas. Con la seguridad de que en la medida que vayamos ejerciendo esa presión, ellos presentarán su faz transnacional pro estadounidense.
¡Que se abran cien flores y florezcan cien escuelas de pensamiento… ¡