La lucha en torno a la reforma constitucional ha adquirido tal crudeza que en algunos aspectos supera la del segundo año del siglo con sus golpes militar y petrolero. La oligarquía y sus manejadores han llevado al paroxismo la ira y están poniendo en la cesta todos los huevos. Aquí, está en desarrollo el golpe de mecha lenta, con los jovencitos privilegiados en plan de estrellas --hasta el punto de que están arrinconados los políticos-- y los medios de difusión privados y privativos del orden de dominación con el moño suelto y a todo mentir. Afuera, la explosión desinformativa y el uso de cuanto recurso innoble pueda ser aprovechado, con el titiritero a tiempo completo y los muñecos a plena función. El incidente de Santiago de Chile, con un rey que sólo tiene de sus antepasados la arrogancia, burgués mantenido y agente de consorcios imperialistas, fue prefabricado y no ha tenido otro efecto que escandalizar a las buenas gentes y revelar la lastimosa condición apátrida que la disociación produce. Toda esta furia, no obstante, se estrellará contra la decisión de la determinante mayoría que no se dejará arrebatar su recuperación del Poder Popular. Veamos como muestra sólo un sector de la población.
A lo largo y ancho de la geografía del país, con la energía repotenciada por la conciencia y el amor y aportando al caudal del pueblo revolucionario su invalorable cuota de experiencia, los adultos y adultas mayores o de tercera edad, cariñosamente llamados abuelos y abuelas, están participando masivamente en la batalla por el doble SÍ a la reforma el próximo 2 de diciembre. Luchan desde los batallones, toman parte en las caravanas, marchas y encuentros, distribuyen volantes, acuden a los Puntos Rojos, no hay sitios de combate donde no estén. Participan seguros de que con los cambios propuestos, nuestra patria alcanzará una decisiva meta en el camino trazado hacia su liberación de manos del pueblo hecho Poder, rumbo a la edificación de una sociedad justa y solidaria y el logro de la mayor suma de felicidad posible para los venezolanos de hoy y sobre todo para los que vendrán, en cuyas venas correrá el legado de la sangre, los sueños y las aspiraciones populares de todos los tiempos.
La convicción de ellos y ellas se basa, primero, en la confianza que el liderazgo del presidente Chávez ha forjado en acero de consecuencia y entrega a su pueblo, segundo, en su conocimiento vívido de lo que fueron las dictaduras y falsas democracias que cubrieron de ignominia la Venezuela del pasado, tercero, en las conquistas tangibles obtenidas a lo largo del proceso que el Presidente dirige, tanto para la totalidad de los habitantes de esta tierra --aunque algunos las niegan cegados por el odio-- como para las particulares necesidades que la edad madura plantea y que nadie atendió nunca en profundidad. Sin agotarlas, he aquí algunas de esas conquistas:
La participación protagónica a través de todas las instancias organizativas y especialmente mediante las Asambleas Ciudadanas y los Consejos de Adultos y Adultos Mayores; el derecho a la protección por el Estado; la reivindicación de los discriminados; el goce del pasaje preferencial y de instalaciones y facilidades para la recreación; la Seguridad Social y el disfrute de pensiones para los abuelos y abuelas cotizantes o no, las personas con discapacidad y las amas de casa que las necesiten; el derecho al trabajo si se está en condiciones para ejercerlo; la salud como derecho social fundamental; la educación integral para todas las edades; las Misiones, creadas para rescatar a los excluidos y dignificar al pueblo en su conjunto; el modelo de transición al socialismo, con una economía gestionada por todos para satisfacer las necesidades de la población, con tenencia social de los medios de producción para que tengan propiedad quienes nunca la han tenido y con garantía para que la mantengan quienes siempre la tuvieron, pero sin latifundios, sin monopolios, sin manejo de la dirección económica; el avance consustanciado de socialismo y democracia, para que uno y otra sean verdad y transformen la vida según la aspiración suprema de Bolívar; el gobierno que bajo la guía del líder camina en vías de ser del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. ¿Puede ser creíble que este sector se deje arrebatar eso?
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