Desde la perspectiva del proceso revolucionario, todo debe estar debida y concientemente relacionado y vigilado. Cada decisión en el ámbito estrictamente político y de gobierno no deberían estar aislada una de la otra, porque cada error en lo político o en la conducción de una gestión se le cargará al proceso y le sirve a la oposición para desarrollar su política.
Por ahora, se tiene el reto de las próximas elecciones legislativas y los resultados que esperemos de ese acontecimiento electoral, no dependerá estrictamente de la opinión que tengan los electores del desempeño de los diputados. Esa percepción ayudaría a mantener una sólida mayoría, pero es indispensable no perder de vista que los circuitos electorales para la elección de los diputados están integrados por uno o más municipios y que esos circuitos están incluidos además en uno más general, representado por las entidades estadales.
Los resultados dependerá entonces del desempeño de los diputados más la percepción que tengan los electores del trabajo realizados por los gobiernos locales. En esto se concreta la idea de un solo gobierno, que se complemente desde diferentes funciones pero con un único objetivo: Construirle viabilidad al socialismo del siglo XXI.
En un trabajo anterior manifesté que el proceso revolucionario tenía bajo su responsabilidad la conducción de 263 gobiernos municipales y era necesario, en función de los objetivos del proyecto y los lineamientos contenidos en el Proyecto Nacional Simón Bolívar, mantener una línea de trabajo dirigida a concretar una coordinación entre los diferentes niveles de gobierno (Municipal, Estadal y Nacional) para asegurar un mejor desempeño. Es simple el supuesto: la concertación de esfuerzos y recursos hace más contundente nuestro desempeño frente a un determinado problema y la dispersión debilita la capacidad de respuestas.
Me pronuncié en esa oportunidad sobre la necesidad de estructurar un proceso de contraloría social que le permitiera al PSUV y al proyecto revolucionario tener claro los planes de gobierno de las Alcaldías e irlas monitoreando con cierta frecuencia, porque lo bueno a malo que suceda en cada una de esas 263 gestiones revolucionaria, sumaría o restaría al proceso en las confrontaciones electorales. Si los electores perciben que los gobiernos locales no le resuelven satisfactoriamente el problema de la recolección de desechos, el alumbrado público, la anarquía que existe en las ciudades con la mal organización en el transporte público y otros servicios fundamentales; entonces es probable que los electores no estén lo suficientes motivados para activarse en las elecciones legislativas, que para el proyecto no dejan de ser importantes, porque cada confrontación electoral tiene su respectivo significado para el proceso.
Tiene sentido entonces ocuparse de los planes de los gobiernos locales y asegurar resultados en correspondencia con el proyecto bolivariano. No hacerlo es dejar espacio para que una confrontación electoral tan importante como la legislativa, se convierta en una especie de lotería. Hay tiempo todavía para que cada gobierno Municipal tenga realmente un plan de gobierno que mire muy seriamente esa confrontación y le de un impulso al proyecto del socialismo del siglo XXI.
Menos basura en las calles ayudaría mucho. Un conglomerado que se perciba efectivamente como una ciudad también sería un dato significativo, porque nuestras “ciudades” son por lo general conglomerados de vidas donde los intereses particulares se van imponiendo y dándole cabida a las anarquías. Calles alumbras y con menor cantidad de huecos no sería un mal dato para intentar activar a los ciudadanos y ciudadanas a que decidan darle respaldo al proyecto revolucionario votando por nuestra opción legislativa.
El tema de los gobiernos locales no debería ser ajeno a ese trabajo de construirle viabilidad al proyecto del socialismo del siglo XXI y en consecuencia, vale la pena saber: Que estará pasando en los gobiernos locales.
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