Por vía legislativa hemos dado un paso más hacía la república comunitaria, el estado comunal, a través de la aprobación y puesta en vigencia de la Ley Orgánica de Consejo Federal de Gobierno, que viene a empoderar de verdad al pueblo organizado, lo que ha enfurecido a los gobernadores escuálidos y al Abuelito Monster,(Alcalde Metropolitano), porque les tocó la chequera en Táchira, Zulia, Carabobo, Nueva Esparta,Miranda y Distrito Capital.
Al menos es una herramienta para desmontar una mínima parte del andamiaje de la cuarta república, que ha venido entorpeciendo el avance del proyecto socialista, que busca la liberación social, económica, política y cultural de nuestra sociedad, que por más de 500 años ha sido sometida en diferentes etapas: primero la invasión y la infame colonización por parte de criminales carniceros que arropados con el manto de la Iglesia Católica, cometieron el genocidio mas espantoso que conoce la historia de la humanidad, con los más aberrantes métodos de tortura, producto de la mente retorcida de los religiosos formados bajo los principios de la inquisición y del oscurantismo, como los casos de Diego de Losada y Garci González, por mencionar algunos de los tantos criminales que pisaron nuestro continente, donde sometieron al exterminio a más de 70 millones de seres que conformaban una de las civilizaciones más importantes de la época y que la barbarie de los invasores arrasó casi en su totalidad. A comienzos del siglo XIX, alcanza la liberación política de la corona española, pero la ambición y la traición de muchos que acompañaron al libertador Simón Bolívar y a otros héroes de la región, convirtieron al continente en un archipiélago de republiquitas, que fueron fácilmente recolonizadas por una astilla del mismo palo, como es el imperio norteamericano, que de colonia derivó en colonizador y tan o más cruel, que aquellos que llegaron aquí en el siglo XV.
Venezuela como una pieza más de ese ajedrez no escapa a los saqueos del nuevo imperio, que hasta 1998 se llevaba nuestro hierro, nuestro petróleo y todo el resto de recursos naturales, sin dejar más que miseria, porque los gobiernos lacayos, de paso le pagaban el flete, para que los colocaran allá en sus puertos, desde donde nos los devolvían, con valor agregado, pero a precio de oro. Eso lo justificaban con el calificativo de país subdesarrollado. Hasta que llegó la revolución y acabó con la fiesta de Blas o el cachondeo.
Ahora la pelea es más fuerte y no podemos hacernos ilusiones, ninguna revolución ofrece a sus soldados lecho de rosas, sino por el contrario camino lleno de abrojos, pero es el camino y hay que asumirlo.
No podemos ignorar las bases militares estadounidenses, que nos rodean: siete en Colombia, dos en Panamá y dos en las Antillas holandesas, amen de la IV Flota, que como el tiburón acecha en el mar Caribe la paz del continente suramericano, para lo cual cuentan con lacayos, como el narcoparamilitar del palacio del Narquiño, en Bogotá, el Lobo en Honduras, el Premio Nobel y su séquito en Costa Rica, con el bodeguero de Panamá, el heredero de Pinochet en Chile y el genocida de Perú.
Nos corresponde como herederos de Bolívar : “No dar descanso al brazo, ni reposo al alma” hasta no ver liberada nuestra patria grande.
Eso pasa por la lucha diaria y permanente dirigida a desarticular las bases capitalistas de nuestra sociedad para acelerar el paso hacia el socialismo, meta que no es negociable y en eso debemos estar claros aquí no puede haber diálogo si ello implica darle oxigeno a los apátridas capitalistas. Nada de eso es posible, el socialismo no negocia sus principios.
El empoderamiento de las bases y el desmontaje de las alcabalas de la Cuarta República, como son las gobernaciones y alcaldías, bajo los esquemas que funcionan todavía, tienen que ser realizado de inmediato para dar paso al estado comunal, donde sea el soberano, quien de manera directa proyecte y
ejecute las obras necesarias para el desarrollo integral de la nación y de un estado robusto y democrático.
En esa dirección también es necesario romper el espinazo a las roscas de la comercialización de productos de primera necesidad, porque nada hacemos con socializar la producción sin dominar las cadenas de distribución, porque allí vienen las distorsiones, mediante la acción de las mafias capitalistas que acaparan los productos de las Empresas de Producción Socialista, para convertirlos en mercancía y explotar al pueblo, como en el caso del cemento que cuesta 35 mil bolívares el saco y sale de una EPS. La fuga de los productos de Mercal y PDVAL a Colombia, donde son expendidos en las cadenas de supermercados capitalistas, incluso con el envoltorio original. Todo esto son máculas de la revolución, que debemos reconocer para sobre la marcha ponerle los correctivos. Al menos hemos dado un paso más.
Periodista*
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