Algún pecado histórico deben estar pagando los merideños, para que en los últimos 15 años les tocara ser gobernados por William Dávila, Florencio Porras y Díaz Orellana.
Claro que cuando hablo de “los merideños” me refiero al 80% de la población, porque al otro 20% siempre le ha ido bien.
Los tres han coincidido en crear una forma de gobernar que es difícil diferenciar a uno de los otro dos. Si los tres cantaran formarían un trío musical mas acoplado que Los Panchos. Reto al lector a que trate de hacer un cuadro comparativo y consiga por lo menos tres diferencias en cuanto a: origen, personalidad, responsabilidad y compromiso político de esos tres señores durante la gestión de gobierno que les tocó realizar.
Los tres son ególatras, engreídos, mentirosos, creídos, aprovechados, sin escrúpulos, se creen bellos y seductores, demagogos, represores, sin imaginación, sin ideales colectivos, burócratas, insensibles al dolor humano, cosechan mas enemigos que amigos y muy sensibles a la adulancia.
Muestra de lo que estoy afirmando son sus obras de gobierno: Ninguna trascendencia, ninguna revolucionaria, ninguna que haya beneficiado a toda la población. Los tres se han ocupado de: potenciar a los cuerpos represivos, arreglar parques y plazas, a llenar las ciudades y campos con vallas exhibiendo el rostro y/o sus nombres, de poner filtros para que el pueblo no llegue a ellos, llegar tarde a todos los compromisos que hacen con el pueblo, de visitarlos sólo en campaña electoral, de construir anillos de seguridad para proteger sus vidas, de vengarse y excluir a todo aquel que haga la mas leve critica a sus majestades.
Los tres se han aliado estrechamente con la godarria merideña respondiendo a sus intereses, los tres adoran a Baltasar Porras, los tres se babean e inclinan ante la “sapiencia” de los rectores de la ULA, los tres son enemigos de la Revolución Bolivariana, los tres sienten desprecio por lo que ellos llaman “el populacho”, los tres se acercan a los pobres por el interés de obtener sus votos.
Los tres favorecen prioritariamente a su entorno familiar y de amigos dándole contratos, viviendas y puestos de trabajo. Los tres afirman que todos tenemos derechos y que seremos tratados en forma igualitaria. Los tres al salir del poder están mas ricos que cuando comenzaron y se aíslan conformando el 20% de los bien acomodados.
Los tres llegaron al poder mintiendo, haciendo promesas que sabían no iban a cumplir.
Los tres serán arrollados por el tren de la historia y no serán recordados por las generaciones futuras por lo gris de sus acciones y por no haber dejado nada que valga la pena recordarlos. Las tumbas de Machera y de Jacinto Plaza tendrán mas flores y visitas que las suyas y Amador conservará su nombre en una esquina y a ellos les caerá el polvo del olvido.
Juanveroes64@hotmail.com