Una vez padecí en carne propia una lamentable experiencia en el Hospital General del Sur de Maracaibo en un cambio de turno de enfermeros y enfermeras, que no denuncié en su momento, porque me convencieron de que era perder el tiempo. Pero pareciera que cuando en esos centros asistenciales llega el personal de relevo, el paciente puede estar con la aorta en la mano que no se la conectan y le paran el chorro de sangre, hasta tanto no se instale la gente que se va a incorporar.
Esa madrugada acudí a ese centro asistencial sintiendo que me asfixiaba y me atendió un médico joven, atento, diligente, que de inmediato me ordenó una inyección, sólo que cuando llegué a enfermería me correspondió esperar a que los empleados hospitalarios cuadraran la guardia, pero fue tal la situación que tuve que marcharme ante la imposibilidad de que lograran ponerse de acuerdo, con la buena suerte de que viendo aquel peloteo me pasó la opresión en el pecho y pude librarme de semejante infierno laboral.
Los que llegaban guardando sus macundales no querían inyectarme porque aun no habían tomado posesión de sus puestos, y los que se iban se hacían los locos para no seguir trabajando. En el fondo me sentí contento, un paciente afortunado; ustedes se imaginan mis amigos lectores y lectoras, que ese estira y encoge se hubiese armado durante una operación de corazón abierto. ¡Santo Dios! No la estuviese contando.
Y el pasado jueves a eso de las 3.30 de la mañana, fui testigo de otro lamentable caso de esa salud de la que tanto se ufana suministrar el gobernador Pablo Pérez a los zulianos. Un paciente casi desmayado se presentó a la emergencia del Hospital Central Doctor Urquinaona de Maracaibo con nauseas y fuertes molestias en el estómago. Una joven doctora, Leoranny A León F, acudió en auxilio del enfermo. Una médica sensible, familiar, agradable, de trato afable, que le hace honor a su profesión.
La especialista le indicó al paciente una ampolleta y un suero intravenoso para compensarlo, y luego de reanimarlo muy apenada le pidió disculpas porque el personal del laboratorio no fue a trabajar y sin saber a ciencia cierta lo que padecía no debía recetarlo.
De todos modos, le pidió una prueba de orina y ordenó que le sacaran tres muestra de sangre, una que iba a dejar en el mismo Central con la esperanza de que se reportara alguien del laboratorio a cumplir con su deber, otra que tendrían guardada por si acaso un extravío y una tercera que le entregó al paciente para que, como pudiera, la llevara al Hospital Chiquinquirá y la procesaran. Por suerte, al enfermo lo acompañaban parientes con carro; no me hubiese querido imaginar a una persona en esas condiciones dentro de un bus atestados de usuarios o de banderita como decimos en Maracaibo; con una mano agarrada del tubo y con la otra sosteniendo las muestras cayéndose a empujones con los demás pasajeros.
El acompañante del paciente salió del centro asistencial con el frasco de orina y la sangre en un tubo de ensayo, como si fuera un buhonero más de los que merodean los alrededores del Central vendiendo llaveritos, yesqueros y otras cositas, pero bueno...
Y al llegar al Chiquinquirá ¡tragedia total!, le informaron que en este centro asistencial tampoco hacían esa prueba, ni siquiera funcionaba el laboratorio. Finalmente, ya como a las 6.00 de la mañana, el enfermo consiguió que le hicieran el análisis a su sangre en el Hospital Manuel Noriega Trigo del municipio San Francisco.
Esa es la realidad de la salud que presta el gobernador Pablo Pérez en Zulia, ¡perdón!, el jefe de campaña electoral del candidato presidencial de la MUD, Henrique Capriles Radonski en esta región, porque en esta actividad es que concentra su tiempo, esfuerzo y trabajo…Ahhh y en las vacaciones; no puede ver un numerito del almanaque en rojo cuando enseguida está con su maleta en el aeropuerto.
Todo aquel que haya pisado un hospital dependiente de la Gobernación del Estado, sabe de la irresponsabilidad de este gobernante que se olvidó de su gestión y como si Venezuela fuera una población de tontos, no se cansa de poner como ejemplo ante el país ese precario servicio hospitalario que avergüenza a los zulianos.
Si Pablo Pérez no se va en las elecciones de diciembre, señores y señoras, ¡que Dios nos agarre cofesaos!
@AlberMoran