A Francisco Rangel Gómez
A José Ramón López
A LA Dirección Regional del PSUV
Los resultados electorales del 14 de abril desnudaron una realidad política que merece la atención urgente y nos convoca a un inmenso esfuerzo por la inmediata reunificación del chavismo en el estado Bolívar.
Resulta imperativo trascender del análisis numérico que se presta a muchas lecturas, tantas, que puede terminar distorsionando la realidad política y encontrando muchos culpables. Es más urgente y necesario evaluar la trascendencia histórica de esta cruenta batalla de la cual hemos salido victoriosos. Necesitamos comprender la conducta ejemplar de un pueblo que sigue luchando por preservar la Revolución Bolivariana a pesar de la muerte de su líder.
Este proceso electoral dejó claro que el chavismo es una realidad social y política que está inmersa en la sociedad venezolana. También demostró que la Revolución Bolivariana no murió con la desaparición física del Comandante Chávez. Su legado está presente y vigente, solo que, entramos en una etapa con características y exigencias muy particulares.
En el estado Bolívar, el pueblo demostró un nivel de conciencia política y comprensión de su capacidad protagónica que le permite exigirle a sus líderes que se coloquen a la altura del momento histórico aunque hay dirigentes que hablan de un supuesto “chavismo utilitario” que vota por los candidatos de la revolución solo porque recibe beneficios, reproduciendo con este mísero argumento el discurso de una oposición que desprecia al pueblo chavista.
Otros andan evaluando los errores de la gestión de la Gobernación, Alcaldías, CVG y Empresas Básicas y se apresuran a sentenciar que se trata de un voto castigo. Esa lectura pudiera ser cierta, pero inoportuna porque el 14 de abril no estaba en juego ninguna gestión de gobierno. El 14 de abril estaba en juego el legado político, social, económico y cultural del Comandante Chávez y la preservación de la Revolución Bolivariana. Quien no entienda eso, está “miccionando fuera del perol” como diría el colega Rigoberto Lanz.
No es la hora de perseguir y castigar presuntos traidores, ni de desafiantes funcionarios que envalentonados claman por un gallo para masacrarlo en una ardorosa pelea que anime el aplauso de las gradas. Tampoco es el momento para una “militancia pasiva” que escurre el bulto y evade la realidad para esperar mejores tiempos. Es la hora de aferrarse a las convicciones para convocar el esfuerzo colectivo.
Seamos sinceros, estos resultados electorales no son los que esperábamos. El pueblo chavista nos sorprendió. Que nadie se vuelva vidente electoral. Ni siquiera la oposición esperaba esos resultados. Su plan desde un principio fue el atajo antidemocrático y para ello jugaron al saboteo eléctrico, el desabastecimiento artificial y la intervención financiera desde EEUU. Nicolás maduro hizo un inmenso esfuerzo para enfrentarlos en medio del dolor por la pérdida del Comandante Chávez.
En política la soberbia no ayuda. Dejemos de buscar culpables. El pueblo cumplió su juramento de lealtad al Comandante Chávez, asumamos nuestra responsabilidad histórica. Convoquemos a la reunificación del chavismo. Su liderazgo regional está intacto. Aunque el término luzca exagerado, decretemos una especie de “amnistía política” que nos permita encontrarnos y, con nuestras diferencias, desarrollar una “coexistencia combativa” para enfrentar el tiempo que viene. El enemigo enseñó las garras. Su objetivo es destruir la Revolución Bolivariana para restaurar el régimen bipartidista con aderezo neoliberal. No le hagamos el juego.
La reunificación del chavismo es una tarea urgente. El debate necesario tiene su momento con la irreverencia que deviene en lealtad para la acción. La unidad del chavismo es algo más complejo que nos exige recuperar la coherencia política para avanzar en la construcción del Poder Popular como torniquete político que hará irreversible la Revolución Bolivariana.
Si no entendemos la necesidad de la reunificación del chavismo podemos quedarnos atascados en la urdimbre de procesos ajenos a la Revolución Bolivariana.
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