1.- Diversidad paisajística: El estado Mérida se caracteriza por presentar alturas sobre el nivel del mar que van desde los casi 0 metros en la costa sur del Lago de Maracaibo hasta cerca de los 5000 metros en el pico Bolívar. Como consecuencia fundamental podemos encontrar una variedad de paisajes en apenas unos cuantos miles de kilómetros cuadrados: páramos, bosques nublados, zona xerófita, selva tropical, entre otros. De manera que el merideño o visitante puede pasar en dos o 3 horas del frío páramo al caluroso semidesierto de la población de Lagunillas y sus alrededores, por ejemplo. Esta diferencia paisajística posibilita una importante biodiversidad conformada por numerosas especies de plantas arbóreas, arbustivas y herbáceas, y de mamíferos, reptiles, insectos y otros representantes de la fauna. En lo relativo al mundo animal, Mérida es considerada por algunos como un paraíso para los observadores de aves, y en este sentido atrae cierto turismo.
2.- Belleza escénica: Los Andes merideños fueron premiados con unas particulares características geomorfológicas y climáticas, que dieron origen a una serie de componentes medioambientales y fenómenos que tanto gustan. Aquí se destacan las abundantes lagunas de la Sierra Nevada y de la Sierra La Culata, ideales para la pesca de la trucha y para acampar en sus alrededores; las nevadas ocasionales en las cumbres más elevadas, que “enloquecen” a merideños y foráneos; y la neblina que por las tardes cubre diversas zonas del estado Mérida.
3.- Ventajas notables para la práctica del ecoturismo: En Mérida predominan los paisajes rurales sobre los paisajes urbanos; de manera que es común encontrarse en casi cualquier lugar del estado andino con un bosque o un páramo poco intervenido por el humano, con montañas prácticamente despobladas, con ríos y lagunas de aguas limpias y con antiguos caminos de tierra o empedrados. Condiciones como estas han impulsado el turismo ecológico en Mérida, en modalidades como el senderismo, la escalada, el ciclismo de montaña, el ‘camping’ (acampar), y el ‘rafting’ (descenso de ríos).
4.- Presencia de pueblos atractivos: Debido a la mezcla arquitectónica y urbanística de elementos indígenas, españoles y republicanos, contamos en Mérida con algunas poblaciones visualmente atractivas, en las que la mayoría de edificaciones son armónicas respecto al medio geográfico que las sustenta. En este contexto asentamientos como Los Nevados y Acequias se muestran al visitante como una especie de mosaico compuesto por el rojo de los tejados, el blanco de sus paredes y el gris de sus calles empedradas.
5.-Amabilidad, sencillez y entrega de los pobladores: Si algo describe bien al merideño es su calidez, su trato amable y su generosidad con el visitante. En parte se trata de una forma de ser derivada de aquellos tiempos en que prevalecían el convite y la mano vuelta, estrategias en las que los andinos se ayudaban mutuamente en la agricultura y otros menesteres. A grandes rasgos el habitante de las tierras merideñas, en particular el campesino, es bien amistoso, servicial y capaz de halagar con comida y alojamiento a cambio de nada, o quizá de una simple sonrisa, un agradecimiento o un Dios le pague.
6.-La alimentación y el hospedaje son relativamente baratos: A excepción de algunos hoteles, posadas y restaurantes realmente costosos, el alojamiento y la comida son servicios al alcance de muchos bolsillos. Destáquese en este sentido la alimentación ofrecida en numerosos pueblos merideños, basada en rubros y productos locales, bien preparada y a precios módicos. Platos como la pizca andina, la sopa de arvejas y el cochino frito, forman parte de esa oferta gastronómica que gira alrededor de la producción agropecuaria del estado, y son nutritivos, deliciosos y baratos.
A lo anterior podemos agregar que pronto estarán plenamente operativos el aeropuerto Alberto Carnevalli y el Sistema Teleférico, sin duda alguna dos potentes imanes turísticos desde mediados del siglo XX.
ruhergeohist@yahoo.com