Mientras escribo este corto artículo transcurre ya la tercera semana del
mes de marzo de 2014, y la sexta semana desde que la ciudad de Mérida se
encuentra semiparalizada, con sus principales avenidas bloqueadas, las
actividades educativas suspendidas, la movilidad limitada y las
actividades comerciales a media máquina. Deben transcurrir tres semanas
más, para que lleguen los ansiados días de Semana Santa. Y la pregunta que
surge es la siguiente: ¿Cuál será la situación de Mérida durante Semana
Santa?
La respuesta a la pregunta formulada debe tomar en cuenta tres
dimensiones: una dimensión religiosa, una dimensión turístico-comercial y
una dimensión educativa. Se supone que para la Iglesia Católica y para
otras congregaciones religiosas cristianas que hacen vida en la ciudad de
Mérida, los días de Semana Santa son muy significativos, por lo que las
actividades que tradicionalmente realizan, y que también esperan realizar
este año, requerirán de una ciudad donde impere un clima de normalidad y
paz social. Igual ocurre con el sector turístico-comercial, el cual está
a la espera de que la ciudad de Mérida vuelva a la normalidad, a fin de
llenar sus expectativas desde el punto de vista económico-financiero,
tanto más si no pudo aprovechar los días de ferias y carnaval, debido a la
situación convulsionada en que se encontraba la ciudad.
Finalmente está la dimensión educativa, cuyas actividades reanudadas
parecieran estar dependiendo de que los requerimientos de la dimensión
religiosa y la dimensión turístico-comercial produzcan el milagro del
apaciguamiento de la ciudad. Sin duda, una curiosa situación en la que
fuerzas e intereses contrapuestos terciarán para definir cuál será el
destino próximo de la ciudad de Mérida. Un momento estelar de la eterna
pugna entre la racionalidad y la irracionalidad.