Por ahí suelo escuchar “todo tiempo pasado fue mejor” lo cierto es que tales palabras tienen un límite geográfico y ese es Valencia la de Venezuela donde el pasado gobierno municipal fue tan perverso como el actual. O Cocchiola es la continuidad de Parra o Parra es el pasado de Cocchiola.
La ciudad se resiste a morir y como Londres bombardeada por los nazis o Moscu resistiendo el avance de las tropas de Hitler, Valencia la de Venezuela sigue resistiendo a Alcaldes implacables, Concejales perversos con ella, Diputados regionales llenos de desamor.
Cocchiola es uno de esos casos terribles y extraños dueño de una fábrica de aglomerado de madera y apoyado por un “movimiento ecologista” de poca factura, lo dramático es que no se ven salidas y entre Cocchiola y el candidato propuesto por “la izquierda” de la ciudad no veía o no se veía mayor diferencia.
Valencia cortada en dos pedazos de la Avenida Cedeño hacia el Sur y de la Avenida Cedeño hacia el norte. El sur el gran banco de votos de cualquier opción política que deseo votos, apoyo de calle o movilización social está abandonado, calles rotas, sin cines, parques abiertos al público el norte de la ciudad preñado y parido de todos los bienes.
Cocchiola es un alcalde más y al parecer tan perverso como el anterior solo falta tiempo para que madure el mosto y sea tan malo como el anterior alcalde, tan poco gentil como la ciudad como lo fue el anterior y con la experiencia del anterior hoy pasándosela de maravilla en una zona exclusiva de la ciudad luego de haberla desfalcado, abandonado, escupido en sus aspiraciones, defraudado a los que por el votamos, Parra y sus mafiosos son solo un amargo y dramático recuerdo de lo que fue una Administración Municipal solo comparable a la administración de un campo de concentración alemán.
Cocchiola solo es la continuidad de aquella abominable recuerdo y las cosas van como una línea directa hacia la repetición del asco y del miedo, del miedo y del asco, Sabemos que la vida y la ciudad marchan y a pesar de lo tortuoso de los años que han pasado las cosas que vienen ocurriendo y la realidad de las cosas que nos toca vivir. Nadie tan bueno como un valenciano para razonar y poder contemplar una ciudad que se ve acosada como cuando Boves la sitia y acosa la ciudad http://diariovea.com.ve/
Alguna vez mi viejo junto a algunos amigos intento derribar la estatua de Miguel Peña que se encuentra en la Plaza Candelaria Plaza hoy cercada (igual que casi todas la plazas de la ciudad) con el fin de demostrar su descontento en contra del Gobierno Municipal de Juan Vicente Seijas el cual había acabado a golpes de órdenes, firmas y maquinaria el viejo edificio del Concejo Municipal de Valencia una obra emblemática e histórica de la ciudad.
Las plazas abren mientras los ciudadanos trabajan y cierran cuando esto van a descansar cosas de una ciudad donde no existe de hecho la posibilidad de salir a una plaza a conversar o a caminar con una novia, en algunas plazas está prohibido besarse y de esto es testigo mi amigo el profesor Miguel Pineda. Un Alcalde puede ser un pillo, su hijo puede estafar, robar, practicar el dolo, la trampa y la mentira, la estafa y la amenaza y me refiero al hijo de Edgardo Parra conocidocomo“Edgardito” http://www.ultimasnoticias.
Pero en las plazas publicas de Valencia no se permite besar con ternura a quien amas (cosas en que pensar) La ciudad y sus cosas o los cambios se detuvieron en la alcabala de la entrada, la vida y sus detalles. Seguimos resistiendo. Lo cierto es que en Valencia “izquierda y derecha” política no establecen diferencias cuando gobiernan y ven la ciudad como un botín, los parias de la tierra mientras tanto por ahí, sufriendo un virus que se llama gobierno municipal. A ver hasta cuándo y ojala llegue el día en que los podamos sacar a patadas, escupir en sus retratos y maldecir sus nombres por ahora rumiando nuestras rabias…