El 4 de mayo de 1810, 15 días después de nuestro primer acto de independencia (19 de abril), la entonces provincia de Margarita fue la primera en sublevarse contra el gobierno español. Fuimos por eso, la primera en seguir el ejemplo que Caracas dio, y por eso somos la primera estrella de nuestro pabellón nacional.
Pero para saber si de verdad nos merecíamos esta primera estrella que colocamos con convicción patriótica pero casi sin ningún enfrentamiento en ese primer momento, tuvimos que dar en 1817, entre otras, las pruebas de sangre del 31 de julio en Matasiete y del 8 de agosto en el Fortín de la Galera en Juangriego. Con ellas además de la primera estrella merecimos también el honor de ver a nuestra tierra llamada como la Nueva Esparta por la comparación que se hizo entre la bravura de nuestros guerreros independentistas y los antiguos guerreros espartanos.
El propio general español Morillo al informar sobre la batalla de Matasiete dice que nuestros soldados “(…) parecía cada uno de ellos un tigre, y se presentaban al fuego y a las bayonetas con una animosidad de que no hay ejemplo en las mejores tropas del mundo”. El eco de esta bravura cruzaría el Atlántico y llegaría hasta la mismísima Europa. En una nota del Journal Generale de France del 23 de julio de 1817 se dice: “cada margariteño es un león”.
Por eso hay quienes atribuyen que seamos la Nueva Esparta porque en Matasiete estando en ínfima minoría frente a los realistas fuimos capaces de derrotarlos emulando la famosa gesta espartana recreada en la película “300”. En ella unos pocos soldados espartanos lograron contener por dos días en el paso de las Termópilas al ejército Persa innumerablemente superior. Pero también hay quien diga que somos la Nueva Esparta porque la bravura de nuestros soldados se encontraba apoyada en sus mujeres. Así como la antigua Esparta se sentía invencible por el entusiasmo que sus mujeres daban a sus esposos e hijos para que peleasen, el respaldo de nuestras margariteñas no se quedaba atrás. Después de la terrible batalla en el Fortín de la Galera, que bautizó la Laguna de Los Mártires al teñirse de rojo sus aguas por la sangre derramada, se relata que le preguntaron a una mujer guaiquerí si había sido cierto que en ella había perdido a su marido, dos hijos, su padre, hermanos y otros parientes. Ella respondió:
“Sí es verdad que allí murieron todos y lo que siento es que este (señalando a un niño como de cuatro años que tenía a su lado) no hubiese sido grande para que también hubiese muerto allí por su patria”.
¿De qué nos sirve hoy este breve y heroico recuento histórico? Haciéndonos eco del gran Eduardo Galeano que decía escribir para “(…) contribuir al rescate de la memoria secuestrada de toda América, pero sobre todo de América Latina, tierra despreciada y entrañable.”, queremos rescatar la memoria de nuestra entrañable tierra neoespartana despreciada y maltratada todavía hoy por los mismos mercaderes de siempre y recordar que no por casualidad nuestro himno dice que “ella es el faro de la insurrección”.
Recuperemos pues la llama iluminadora de ese faro que somos y volvamos una vez más a convertirnos en dignos hijos e hijas de la Nueva Esparta. Guerreros y guerreras de la verdad, la justicia, la igualdad, la fraternidad y el amor por una Venezuela también faro de la humanidad como quedó plasmado recientemente en la victoria latinoamericana y caribeña de Panamá.
Rodeados por nuestro majestuoso mar Caribe, sigamos triunfando con nuestro gobernador bolivariano Carlos Mata Figueroa desde estas tierras insulares bautizadas en el astillero de la historia como la Nueva Esparta. La misma que habrá de vencer con su ejemplo todas las nuevas batallas de esta epopeya que estamos construyendo juntos los luchadores y luchadoras de estas tierras patrióticas.
Somos Nueva Esparta, Somos Venezuela!
Somos Patria en Revolución!