Ahora sí es fácil ser político en este país y de la oposición mucho más todavía.
Y es que actualmente la función de estas personas está reducida a ofender y a decir: culpa de Chávez, cuando los encara el pueblo para reclamar sus derechos.
Es algo increíble, porque la acepción - si se quiere un poco vaga- pero que comúnmente manejamos de este término indica que son aquellos individuos que ocupan cargos políticos en el gobierno y en las organizaciones partidistas, por lo que deben tener alguna facultad en la toma de decisiones importantes en beneficio de esa gente de nuestros barrios, a quienes siempre acuden por estas fechas electorales.
Pero sí hablamos, por ejemplo, de Mara, uno de los municipios con mayor índice de pobreza del Zulia, lo gobernantes regionales se lavan las manos y le atribuyen la responsabilidad al Ejecutivo nacional.
Si nos referimos al alto índice delictivo que sacude a la región, nuestros dirigentes en el poder dicen que la situación es general en el país y compete al Gobierno central buscar soluciones al asunto.
Mencionamos o denunciamos un bote de agua, por citar algún problema comunal, enseguida dan la cara, pero no en busca de soluciones, sino para verificar si la irregularidad compete a un ente dependiente de Caracas, y señalar de negligente la gestión del presidente Hugo Chávez.
Cuando son osados frente a los medios, donde más que políticos se comportan cual grandes artistas de la manipulación, aclaran que van a colaborar, pero el caso no es de su incumbencia, como para que les agradezcan la voluntad.
Luego, realizan las poses pertinentes de políticos preocupados por sus comunidades y giran en cámara dos o tres instrucciones, haciendo de altruistas al servicio de la población, capaz de cualquier sacrificio por una madre o un padre de familia, como si fueran los buenos de la película, aunque de esto no estén muy seguros. La gente ya no es tonta en este país.
Es tal la situación, que las personas no saben ni donde acudir cuando requieren hacer sus reclamos, porque todo tiene que ver con Chávez y es el comandante, quien debe resolverlo.
Y si la situación es económica peor aún. No entiendo en que utilizan los recursos -y no voy hablar del Situado Constitucional, Fides, Laee y de los organismos a través de los cuales baja el presupuesto a los estados-, sino de los recaudos de la región.
Todavía vamos a darles el beneficio de que gran parte de ese dinero se vaya en burocracia, pero algo deben dejar para trabajar por esos cinturones de miseria que bordean estas tierras.
Pero es intolerable que aquí todo sea excusa. Cada vez que la gente formula un reclamo en lugar de solucionárselo, hacen como en el colegio: acusan al que está delante, detrás o a los lados y evaden el papel de servidores públicos.
No puede ser tampoco, que en el Zulia sólo se vea el dinero en las campañas electorales. Porque, esos mismos dirigentes expertos en esquivar las responsabilidades de su propia comunidad, no escatiman en hacer grandes desembolsos, para mantenerse en el poder a costa de lo que sea.
Y cuando la mayoría los increpa, salen con el cuento de que los recursos destinados para tales fines, no pueden ser utilizados para otros, porque eso es malversación de fondos y es penado por la ley, excusas, excusas y más excusas, mientras que la gente continúa sumida en su propia miseria en los sectores marginales.
No voy a decir que el Gobierno nacional no tenga incumbencia en las necesidades que se presentan en la más lejana vecindad, por muy pequeño que esta sea, pero mi pregunta es: ¿Cuál es, entonces, la razón de ser de un político zuliano? ¿Para qué sirve?, si todo quieren que lo solucione Chávez.
Es que ni siquiera apuntan hacia equis o zeta organismo, sino directamente a su terrible obsesión: Hugo Rafael Chávez Frías, que por lo que veo se perpetuará en el poder, a juzgar por las acciones y la calidad política que se les ve a estas personas (precandidatos presidenciales en algunos casos), que sólo sirven de adorno, pues dada su actitud no son más que un elemento decorativo en la vida pública regional y nacional de este país.
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