Cuando uno piensa que los actores políticos han madurado lo suficiente para estar a la altura de las exigencias del pueblo, se encuentra con precandidatos completamente desubicados de la realidad que nos rodea y de espaldas a los intereses de los electores.
Desafortunadamente es a todos los niveles, lo vemos en el ámbito municipal con aspirantes que ven como algo normal ofrecer y no cumplir, amantes de la impuntualidad, dejando ver aquella frase, si eso es ahora como será si llega ser electo alcalde. En Barcelona, Anzoátegui, hay un joven llamado Placido Malavé, que con mucha naturalidad le pide asesoría y ayuda a alguna persona invitándole para reunirse a una hora y determinado día, y luego no asiste ni contesta las llamadas para al menos dar una explicación.
Ese mismo Placido es de los mismos que se comprometen a pasar por ejemplo a las once de la mañana, son las doce, no llega y se molesta porque no lo esperaron todas la tarde. No sé si en México le dirían sangrón, pero aquí tiene otro calificativo impublicable.
Se ufana de ser el precandidato mejor organizado en la capital del estado Anzoátegui, y resulta que para ser una mini caminata tiene que traer dos autobuses con personas de alguna parroquia rural, que aprovechan el viaje a la ciudad a manera de paseo, además de realizar algunas compras.
Habla de sus habilidades gerenciales debido a un curso o postgrado de planificación en gerencias públicas, si mal no recuerdo. Resulta que fue jefe del cuerpo de bomberos y el gobernador le pidió la renuncia por no estar a la atura del cargo. No sirvió ni para dar los permisos que se otorgan en esas instituciones.
Complementa su farsa con un programa radial, tratando de actuar como la conciencia y el contralor del municipio, ordenando al aire resolver problemas, sin mencionar al ente encargado de solucionar, porque en el fondo es hasta temeroso de especificar cuál es el organismo responsable de la falla.
Con un candidato así, adonde puede ir un municipio, esta tan devaluado que a pesar de decir ser adeco no cuenta con la tarjeta de de Ramos Allup, ni de Bernabé Gutiérrez. Pues esas mentiras han hecho que nadie confié en él, por igual razón lo sacaron primero de Acción Democrática y después de Un Nuevo Tiempo.
Ahora tiene que andar suplicándole al representante regional del partido de Eduardo Fernández, Unión y Progreso, que sin duda alguna es más alacrán que todos los alacranes juntos. A ver si le da la tarjeta, tendrá que intentar enamorar a la presidenta nacional de esa organización, porqué al igual que su progenitor se la da de galán, por el hecho de creerse un alto dirigente político.
No se puede llamar dirigente político a quien se ampara exclusivamente en ser el representante en Anzoátegui de Luis Carlos Padilla. Y es que los que se ubican en ese rol de protegidos, al perder el apoyo del padrino se pulverizan, pues no tienen nada en la mente, aparte de ser unos tremendos limpios , sin dinero para aplicar su retrogrado populismo. Que se vea en el espejo de todos los seguidores de Aristobulo, allí quedaron a la deriva.
Yo voto en Lechería, pero de votar en Barcelona no le haría nunca jamás el daño a esa apreciada ciudad, de sufragar por un embustero como Placido Malavé.