La violencia del alcalde de Lechería

Manuel Ferreira como abogado debe conocer de leyes y del castigo que se le da a quienes atropellan a los ciudadanos, y como aprendiz de político tiene que entender que la violencia dentro de un sistema democrático lo aleja de los votantes al irrespetar la dignidad de la persona humana. Por más desesperado que esté no puede utilizar la violencia como método de campaña.

Contratar unos residentes de Barcelona, para sabotear el proselitismo político del candidato a alcalde de Lechería, Carlos Campos, intentando tomar la esquina en donde regularmente reparten volantes con el mensaje del aspirante, precisamente en la fecha de inicio de campaña electoral, no es más que una muestra de su desespero por la derrota que sufrirá el 21 de noviembre.

Ferreira nunca fue dirigente político, llega a la alcaldía bajo dos circunstancias, primero aprovechándose de los jóvenes detenidos durante la guarimba, a los que publicitariamente los defendía para proyectar la imagen de héroe, sin suponer los estudiantes que se aprovechaba del sacrificio de ellos para promocionarse como futuro candidato del municipio.

La segunda circunstancia fue que cuando la oposición llamó a la abstención, él ignoró ese lineamiento y ante la poca aspiración de los dirigentes de Lechería, consiguió el camino abierto para derrota a un Psuv disminuido. Desafortunadamente para los habitantes del municipio Diego Bautista Urbaneja su administración fue un desastre decorado con huecos y zamuros en las calles.

En esta ocasión no ha encontrado cómo desprestigiar al candidato Carlos Campos, tal como lo hizo con otro aspirante en las elecciones pasadas. Entendiendo que perdió credibilidad y poder de convocatoria en los residentes, se fue por la tangente, enviando un grupo de sus seguidores a atacar a los activistas y dirigentes que volantean, quiso aprovecharse nuevamente de la violencia, pero en esta ocasión aplicándola el mismo.

Primero enviaron un camión para sabotear la circulación en la avenida, dando la impresión que eran los activistas quienes interrumpían el paso vehicular. Luego a unos doscientos metros se reunieron dándole los últimos toques al desalojo y toma de la esquina, la cobardía no dejó venir al alcalde Ferreira, colocando al frente una fémina con ínfulas de sargento de una milicia.

En la retaguardia venían concejales afectos a Manuel Ferreira, protegidos por los tarifados, iban preparados imitando una batalla, en las primeras de cambio se aprovecharon del descuido de dos damas golpeándolas salvajemente. Fue allí cuando nos vimos obligados a defendernos a punta de puñetazos, nunca imaginaron nuestra respuesta y terminaron huyendo gritando amenazas.

La realidad es que Manuel Ferreira no es de Lechería, es como dicen los margariteños, un navegao, se le olvida que difícilmente a los residentes de este municipio se le puede engañar dos veces, por esa razón nunca un alcalde ha sido reelecto. Él no tiene que ofrecer a un votante tan inteligente como el de Lechería, En este municipio no circulan bolsas Clap en los condominios, y en los barrios humildes prefieren comerse una rueda de pescado que los frijolitos chinos que reparten los chavistas. Este alcalde en vez de insistir con la reelección debe apoyar al candidato con mayor opción en medio de un pacto que le proporciones una salida honorable.



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Claudio Schiveci

Exdirigente juvenil en el Liceo Cajigal de Barcelona, Cofundador de la revista Horizonte, redactor de la revista cultural Candilejas. Columnista en los diarios El Metropolitano, La Nueva Prensa de Oriente y Diario Impacto en Anzoátegui.

 claudioschiveci@gmail.com

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