(Cuento navideño)

Chilingo enamorado de una alcaldesa

Chilingo es un personaje de la gran ciudad. Sus anécdotas son conocidas desde los días que vendía perros calientes frente a un liceo. Por enamoradizo las jóvenes estudiantes se aprovechaban de su generosidad, con solo darle una sonrisa les acreditaba. Cuando la deuda era muy grande las muchachas le conocían la debilidad le pasaban la mano por el brazo y enseguida se "mojaba", ampliando el crédito.

Lógicamente quebró, los estados financieros le daban puros saldos rojos, se descapitalizó. Comenzando su incursión en el periodismo, era el pregonero que más vendía. Muy inteligente sin saber leer descifraba las fotos. Su hiperactividad hizo que nunca aprendiera a leer, pues las letras le bailaban.

También fracasó, ya que tenía que esperar los periódicos en horas de la madrugada en la esquina de una cervecería, y en más de una ocasión para no dormirse bebía muchas frías, razón por la cual las cuentas nunca le cuadraron. En una de esas noches con la vista media borrosa se topó con un transformista, por fin iba a perder la virginidad, cuando tocó algo raro, comenzó la pelea, las transformistas piedras con él y Chilingo agarró una caja de cervezas lanzándolas como granadas.

Luego de esta aventura dejó la venta de diarios, temía una reacción de sus enemigos nocturnos, debía trabajar de día vendiendo mangos verdes con sal, ya con la experiencia le fue bien comprando unos teléfonos para alquilarlos, pero otra vez el crédito de bellas mujeres lo fregaron. De allí la venta de café lo mantuvo por un tiempo hasta que trabajó como ayudante de una empresa distribuidora.

En esa posición tenía que ir varias veces al día a cambiarse la ropa, al "mojarse" cuando alguna secretaria o cajera le daba la mano para saludarlo. El chofer preocupado por esta situación lo invitó a visitar un Cabaret, pensando que al perder la virginidad teniendo contacto con una dama podía resolver el grave problema.

Llegó el viernes, escogió su mejor ropa, se montó en el vehículo del compañero de trabajo. Alegre y asustado por la gran noche. Al entrar el amigo le dijo "ve cual te gusta", enseguida se enamoró de una mulata caleña, con cuerpo de sirena. Subió con ella a la habitación, y en menos de tres minutos bajaron, la preciosa dama le preguntó al chofer ¿Él tiene problemas? Por qué, preguntó, diciéndole, "Lo que hizo fue tocarme para gritar listo, se me fue una semana de trabajo".

Ya más o menos controlado, lo meten en la política, anotándolo como candidato a concejal. Los muchachos del barrio le hicieron creer que había ganado pero le robaron los votos saliendo de la lista. Fue dos veces a la oficina electoral a reclamar. Soñaba con carro, chofer, secretaria, escoltas y luchar por las reivindicaciones de los habitantes. Firmaba videos exponiendo su plan de gobierno. El lema era, con Chilingo se acabó el bochinche.

En ese ínterin tiene un encuentro fortuito con una candidata a alcaldesa, cuando la vio, las piernas le temblaron golpeándose contra la acera, le impresionó la mujer la cara achinada, y el pelo negro muy largo la hacían parecer una princesa asiática. Los presentes conociéndole su debilidad le dicen que la candidata preguntó por él, quería saber su número de teléfono.

Chilingo le contó a la mamá, gritándole, te van a volver loco. Que va a estar esa mujer fijándose en ti. Es verdad ripostó, le caí bien. Voy a preparar una serenata con una canción de Facundo Cabral que dice: No soy de aquí, ni soy de allá que le gusta mucho a ella. Aunque sea de escolta que me de trabajo, de repente nos pase como la película donde la cantante y el escolta se enamoran.



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Claudio Schiveci

Exdirigente juvenil en el Liceo Cajigal de Barcelona, Cofundador de la revista Horizonte, redactor de la revista cultural Candilejas. Columnista en los diarios El Metropolitano, La Nueva Prensa de Oriente y Diario Impacto en Anzoátegui.

 claudioschiveci@gmail.com

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