Hoy amanecí con el ego enorme, como con ganas de "echar pa` arriba" pero de la boca para afuera, como decimos los cumaneses, pero advirtiendo que ya no soy solo cumanés sino también del "Arauca primorosa", del más allá del infinito llano venezolano, "de más allá de más nunca" y amigo de la espuma, porque esa vaina de ser sólo cumanés, es como muy poca cosa, tanto como lo parece ahora ser venezolano, cuando quedamos en la ruina y andamos por la calle con un pote en la mano, apoyados en una estaca y esperando que a uno algo le tiren. Por este estado de miseria que embarga todo y a todos, que ya no sé que es el ego, fui al diccionario y este me dijo que, "En el psicoanálisis de Freud, instancia psíquica que se reconoce como yo, parcialmente consciente, que controla la motilidad y media entre los instintos del ello, los ideales del superego y la realidad del mundo exterior".
Y me quedé en la luna, porque no sé quién es ese Freud y tampoco entendí nada de lo que ese texto dice. Eso del psicoanálisis demanda una nacionalidad distinta a la mía, una adicional y una ciudad muy grande, donde de paso pegue mucho frío, para poder entenderloo. Pues eso de tener una sola nacionalidad no es un buen negocio, si no pregúntenle a los migrantes que tienen que arriesgarse por el Darién y más si la única que tipos como uno tiene, por la ciudad donde nació y, para más la donde ahora vive, pega un calor enorme y nunca se ve nieve. Ser del trópico es una cosa balurda, pavosa que es muy mal vista, por eso hay que tener dos o tres nacionalidades y, que dos de ellas, sean del norte; pues no es sólo asunto para jactarse sino que da tranquilidad y produce una sensación de superioridad y bienestar. Así uno se siente realizado y como con un seguro para todo. Algo como andar metido en una armadura impenetrable, no roída y oxidada como la de "El Quijote".
No me llamo solamente Eligio, sino además Jacinto y uno de mis cuñados, que son un montón, tanto que ya ni los conozco o diferencio, me llama "Chinto" y mis compañeros del MIR, cuando andábamos echándole vainas a Betancourt y Leoni, Anzola, por un tal Eligio Anzola, barquisimetano, que entonces era alto dirigente adeco y fue hasta gobernador de Lara. Siempre he escrito, sólo que en esa época, cuando me llamaba Anzola, aunque otros de mis cuñados todavía así me llama, no había periódico que a uno le publicase nada, porque los tipos como uno, siendo contrario al gobierno, ni con el nombre cambiado, no teníamos acceso a ellos ni derecho de opinar. Y si alguno se atrevía a publicarle a uno una vaina, al periódico lo jodían, le cerraban y, a uno, si era que lo habían olvidado, volvían a buscarlo con tesón y para salir costaba una y parte de otra y si salía vivo, por ejemplo del TO-4 de Cocollar, quedaba loco o haciendo las veces de eso, había que volverse a cambiar el nombre y hasta de ciudad y no meterse en más vainas para que a uno no le jodieran.
El primer libro que escribí, tendría yo unos 20 ó 21 años, fue uno acerca de mis experiencias de militante adeco en la clandestinidad y luego sobre el nacimiento y la formación del MIR, de unas 70 u 80 cuartillas. Lo cargaba en un maletín que llevaba para arriba y para abajo, eran los tiempos de las máquinas de escribir. Me lo llevé a Valencia a una reunión clandestina y estando en una residencia estudiantil organizada por iniciativa de compañeros del MIR y el PCV, donde dormí la noche que a esa ciudad arribé, la Digepol allanó, me llevaron con un grupo que nada tenía que ver con el cual yo debía reunirme y nos tuvieron presos casi dos meses y el libro lo perdí, pues lo boté en un tobo de basura antes que me detuviesen. Me imagino ahora que bien perdido debe estar, pues si lo que escribo ahora no sirve, qué pensar de aquel escrito a tan corta edad. Además, menos mal que los papeles no tenían nombre de autor.
Antes había escrito una especie de crónica, llena de entrevistas inventadas acerca de un asunto de la UCV para publicar en "Últimas Noticias" por encargo, de lo que yo recibiría unos 50 Bs., entonces algo grande, dado que una cerveza en Sabana Grande costana 0.25 o medio, pero pese salió publicado bajo la firma de mi "contratante", este me echó el carro. Por lo que el nombre y la nacionalidad de él, que por lo que siempre supe, debió tener varias, en parte me pertenecen.
En los tiempos de Chávez, cuando escribía como ahora, como Eligio Damas, solamente, cuando en verdad me llamo Eligio Jacinto Damas Serrano, es decir unos nombres y apellidos pajúos, de una lengua que aquí la habla todo el mundo, como quien camina pa` adelante, porque ve a los demás hacer lo mismo, una panza pues, carecen de exquisitez, porque tuve un padre y una madre casados, pese se divorciaron, y por ende con derecho a tener dos apellidos, me opuse y eso lo escribí y lo sigo diciendo, a la doble nacionalidad, porque siempre he creído, tomen en cuenta que soy un tonto de capirote, un balurdo de aquí de la playa y el llano cuanto más, que es de aquí y de allá, pero entre Cumaná y el Arauca primorosa" y el llano infinito, que eso de la doble nacionalidad, es como ser de dos partidos, uno que está en el gobierno y otro en la oposición y a eso sacarle ventajas; eso se usa para esto en la mayoría de los casos; lo que no niega, eso lo sé, haya quienes se nacionalizan por amor y agradecimiento . Pero, para muchos, es como tener dos caras, una por delante y otra por detrás. Es una vaina como ser partidario del Caracas y el Magallanes al mismo tiempo para tener oportunidad de celebrar echándose palos, gane quien gane. Es decir, lo de la doble nacionalidad, en la mayoría de los casos, me luce como un pragmatismo, un puro ver cómo le saco partido a esta vaina y hasta un escurrirse.
En los tiempos del puntofijismo, esto se lo oí contar una vez a Pompeyo Márquez, creo que en Tucupita, bajo el gobierno de Caldera, siendo él ministro, habían contratistas de los dos partidos, AD y Copei, socios en compañías constructoras. Cuando AD estaba en el gobierno, el adeco hacía de presidente, gerente o gestor y el copeyano, desde el gobierno se encargaba que le diesen contratos y en el período gubernamental siguiente, si ganaba Copei, la empresa cambiaba de representación. Era una doble gerencia, como una doble nacionalidad, como dice aquella canción famosa unos pocos años atrás "no soy de aquí ni soy de allá", pero eso es por hacer poesía, porque, en fin de cuentas, se es de allá o de aquí y no de los lados de verdad pues, en los momentos de las chiquiticas, uno por más que lo intente, no puede ser dos personas al mismo tiempo. Y puede llegar el momento de tener que escoger y decidir, pues como se dice, "es muy difícil estar con Dios y el diablo al mismo tiempo" y eso de la nacionalidad no es un juguete, un carro, camisa o pantalón que se pueden tener dos y hasta las que uno quiera. Claro, advierto. Cuando eso de la nacionalidad la asume uno de manera romántica y poética como el asunto de la madre de uno, pues es la tierra donde uno nació y tiene pegado en donde halla alg que pegar todo lo de ella y su gente.
A, se me olvidó contar que esos dos dirigentes políticos y a la vez socios en compañías constructoras y negocios, solían salir en la prensa debatiendo, uno contra del otro y hasta insultándose, de donde mucha gente creía que eran enemigos irreconciliables.
Uno puede tener dos mujeres y hasta quererlas por igual a las dos al mismo tiempo, yo le he oído decir eso a mucha gente, pero llegado el momento, puede suceder se vea obligado a escoger; a un país no le conviene correr ese riesgo. Al individuo le interesa, le saca ventajas y hasta se la goza, en este mudo hay de todo. Y cuando hablamos de asuntos de moral y hasta gustos, el mercado es variado y diverso.
Leí una vez, creo que a José Vicente Rangel, decir que, un país, también creo hablaba de Bolivia, teniendo en su gabinete varios ministros con doble nacionalidad, tuvo un conflicto con un país vecino y esos ministros, en un conflicto, se pusieron del lado de éste y Bolivia perdió territorio.
Vi a lo largo de la vida o mejor, en los tiempos del puntofijismo, a tipos que siendo adecos, bajo gobierno de este partido, al día siguiente de las elecciones, perdidas por este, sin pudor alguno pasándose para Copei y uno, a los pocos días, les veía en el gobierno y en el próximo período se volvían a voltear, "saltar la talanquera", como se decía en los tiempos de Chávez o volverse "alacranes" como dicen ahora.
Nunca olvido a una señora que vivía aquí en Barcelona, nacida en la Argentina, casada con un peruano, sin que en esos tiempos estuviera en nuestra constitución la doble nacionalidad, estaba vigente la de 1961, la del Puntofijismo, que elaboró Gonzalo Barrios con Caldera y acompañantes de ambos en una mesa dominguera de dominó, habiéndose nacionalizado venezolana, cuando llegaba a la Argentina hacía uso de los documentos que la identificaban con ese país y al volver a Venezuela, tal como se había cambiado de ropa, se pasaba para venezolana. Hasta que, un día llegando a Buenos Aires, en el aeropuerto de Ezeiza, la prensaron, pues la estaban cazando y le dijeron "usted es de aquí o es de allá" y le quitaron los documentos argentinos y la obligaron a hacer uso del venezolano. Y eso ella lo contaba con una "calentera" enorme, porque ella, en aquel estado, confesó que ella no era un "coño venezolana sino argentina" y eso lo hacía por pura conveniencia, pese su esposo también era nacionalizado y sus dos hijos nacidos aquí.
Sé de venezolanos, nacidos aquí, con nacionalidad española por sus padres, que se fueron por las mismas razones que se han ido muchos y le tienen arrechera a este país, porque dentro de su casa, eso le enseñaron. Por eso, hay muchos que estando calientes contra Maduro y hasta teniendo razones para eso, se largan a hablar mal del país como si este tuviese la culpa de lo que aquí pasa y no una víctima y, la explicación de eso, está en gran parte, en la doble nacionalidad o mejor el doble origen, el discurso que escuchaban en sus casas sin negar que hay unos cuantos poco inteligentes que imitan y repiten necedades. Escribí un cuento, cuyo título es "Antoine", que habla de este tema y de cómo el personaje, se gozaba las ventajas de vivir aquí, donde había nacido, y el petróleo generaba muchos dólares, pero no perdía oportunidad de decir que "esta tierra y la gente toda es un arrume de mierda".
Por cierto, hay también un artículo mío, más bien una crónica, que se llama si mal no recuerdo, "Una escuela que celebra su fracaso", donde cuento como en una escuela privada, de esas muy exquisitas, para niños y jóvenes "de buena familia", no como la de uno que es muy requetemala, tanto que me dejaran formarme como docente e incitaron a leer literatura, en lugar de ponerme a vender neveras y comprar cosas de fuera a bajo costo para venderlas aquí caras u otras tantas trampas fáciles, que conducen a la riqueza, sólo que hay que entrenarse desde chiquito y en eso, en veces, la nacionalidad o el mal pueblo donde uno nació, como entre Cumana y el Arauca vibrador", es una mala vaina, pues de allí no salen sino puros pendejos que sólo hablan un idioma y tienen estos nombres y apellidos balurdos, se celebró una gran fiesta de fin de año, graduación de bachiller de un muchacho. Nacido aquí en Barcelona, pero hijo de comerciantes portugueses, en lugar de inscribirse en la escuela militar de Caracas, pues quería ser militar, se marchaba a Portugal, aprovechando tenía esa nacionalidad por sus padres a ingresar a la academia de allá, que afortunadamente, no era la de antes, sino la posterior al alzamiento de aquellos audaces jóvenes militares de los "claveles rojos" de 1974. Muchos de ellos, por cierto, pese ser portugueses y habiendo servido por años como componentes del ejército invasor en África, como Otelo Saravia de Carvallo, se volvieron contrarios al colonialismo y racismo de su país. Porque hay gente coherente y de una sóla pieza. Y los docentes de aquella escuela privada, que "formaron" a ese muchacho, aquello celebraron como un gran triunfo.