En Carabobo -como ha ocurrido en todas las elecciones regionales- la abstención podría superar el 40% de la población electoral en los comicios del próximo 23 de noviembre. El popular "Ninguno" se ha impuesto ininterrumpidamente desde 1989, y en los primeros cuatro procesos (1989, 1992, 1995 y 1998) promedió 55,91%, alcanzando su mejor "performance" en 1995 (59,56%).
La "cultura presidencialista" que ha regido nuestro país desde tiempos inmemoriales fue o es, según algunos estudiosos, el principal factor generador de este fenómeno. Conforme a este criterio, la apatía de la mayoría de los venezolanos con respecto a la elección directa de sus autoridades estadales y locales se debe, fundamentalmente, a este "rasgo idiosincrático". De las demás y diversas razones que inciden, ahora resaltaremos la estrecha relación que siempre ha guardado la abstención con la situación social y económica que puede padecer o disfrutar la población.
Si tomamos en cuenta el índice inflacionario de aquellos años –que, si bien comenzó su escalada a finales de la década de los sesenta, fue precisamente en 1989 cuando alcanzó el 101%, y ascendió a su máxima expresión histórica en 1996: 103,2%-, puede entenderse la decepción y el desinterés de las mayorías por cualquier acto democrático formal, sin olvidar la desesperanza y el desasosiego que, entonces, se tradujeron en estallidos y en el apoyo a alzamientos militares.
A partir del triunfo de Hugo Chávez en 1998, un mes después de la elección de gobernadores de aquel año, comienza a revertirse la tendencia alcista del índice inflacionario. En efecto, en 1999 la inflación se redujo a 20% y en el 2000 finalizó en 13,4%, año en el cual se efectuó la denominada "relegitimación de autoridades". En Carabobo, la abstención se ubicó en 42,11%, 13,80% menor al promedio de los procesos previos, pero igualmente alta si se considera que, por primera vez, coincidían las elecciones nacionales y las estadales.
En 2001 la inflación siguió su descenso hasta el 12,3%, pero la ofensiva opositora al gobierno nacional, dirigida por la asociación nacional de empresarios, la más poderosa central de trabajadores, la nómina mayor de la estatal petrolera, los partidos y algunos medios audiovisuales e impresos, que, con base en el estrangulamiento de la economía, se inició en octubre de ese año y se extendió hasta febrero de 2003, determinó un crecimiento de la tasa inflacionaria a 31,2% en 2002, y un posterior y leve descenso a 27% en 2003.
Con la normalización de actividades, además de significar un éxito político indiscutible para el presidente Chávez, la inflación se redujo al 19,4% en 2004, año en el cual se realizaron el referendo con fines revocatorios de agosto y las elecciones regionales de noviembre. En estas últimas, la abstención alcanzó el 43,78%, 12,13% menos que el promedio de los procesos estadales durante la llamada "Cuarta República".
En 2005 la inflación bajó a 14,4%, pero a partir del año siguiente y por diversas circunstancias -nacionales, continentales y mundiales; políticas y comerciales; provocadas y "espontáneas"- emergió una nueva espiral: 17% en 2006, 22,5% en 2007, y se estima que en 2008 cerrará en 27%, aunque "la patronal" afirma que 35% será su nivel. Por ello, y si es tan inquebrantable la yunta que conforman estos dos índices, es posible que la abstención crezca un poco en relación a los comicios de 2004. Sin embargo, después de revisar tantas cifras y considerando el origen multifactorial de los fenómenos sociales, podemos concluir que va a oscilar entre el 40 y el 47% -muy a pesar de los pronósticos de las encuestadoras-, y su variación tendrá un peso significativo en la elección del próximo gobernador de Carabobo. Esperemos que la abstención baje y la inflación, también.
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