Le escuché decir a una concejala de Maracaibo –por cierto, chavista- que la ciudad está acéfala porque el Alcalde abandonó el cargo sin avisar. Me imagino que desde aquel lado, el Chino Vidal López debe haber soltado la carcajada y debe estar ya preparando su crónica para enviarla a Panorama y a Aporrea. Hay que empezar por aclarar que, la que está acéfala es la Alcaldía, no la ciudad. Por supuesto que está acéfala. Desde el 23 de noviembre del 2008. Tan acéfala como la Gobernación del Zulia desde hace más de ocho años. Así que… ¿Cómo se le ocurre a esta compañera decir semejante redundancia?
Pero esa no es la novedad. Lo nuevo es que la autoridad marabina haya huido hacia adelante y desde la clandestinidad pretenda seguir usufructuando los recursos del Estado a través de sus testaferros políticos. Muchos de los cuales, antes lo combatían y ahora son sus socios. Los que antes se burlaban de sus burradas y ahora lo consideran un líder nacional.
El problema no es la ausencia de Manuel Rosales, sino la presencia de sus delitos en la cotidianidad marabina y zuliana: la complacencia con los robacarros; la naturalidad con la que actúan las empresas cobravacunas, que venden las calcomanías de suscripción en los semáforos a la luz de todo el mundo; los prestamistas paramilitares que operan en los mercados populares del centro de la ciudad; el matraqueo de la Policía Regional; los secuestros; el contrabando que surte y utiliza a los comerciantes informales para lavar el narco dinero… y demás delitos que se han hecho el pan nuestro de cada día en esa Tierra de Sol Amada. Sin contar, la recurrente presencia de agentes de la Embajada Norteamericana y la CIA, quienes participan constantemente en reuniones para conspirar contra el Gobierno Bolivariano.
Nuestra preocupación no es porque Manuel Rosales esté desaparecido, sino por el peligro de que regrese, porque a estas alturas de la vida todavía no se le ha dictado sentencia… a pesar de la cantidad de evidencias en su contra. ¡Que se puede fugar! Bueno, no sería el primero. De repente y corre el mismo destino de Carlos Ortega, Carmona, el Cuervo y demás políticos prófugos de la justicia venezolana, a los que hoy ni los mencionan sus otrora compañeros de lucha opositora. Ni a Patricia Poleo, con todo y su “Nuevo Pasquín” la recuerdan.
Para ser sincero, lo que más me preocupa es que sigamos queriendo pescar sardinas con anzuelo y entonces no atendamos el delito sino a uno solo de sus responsables. ¿Por qué no lanzamos la tarraya… a ver cuántos caen? Porque Manuel será la cabeza, pero no el todo. Y cuando digo cabeza me refiero al caparazón, no me vayan a acusar del mismo error que a la concejala en cuestión.
El problema real no es que Manuel Rosales se haya escapado dejando impune sus delitos… el problema está en la respuesta a la siguiente pregunta: ¿qué vamos a hacer nosotros para recuperar la Alcaldía? Porque el colmo sería que se metiera preso al Piropiro, se convocara a elecciones y ganara uno de sus testaferros… o la mujer, que es peor. Y no porque, ella más que testaferro es como si estuviera el propio Manuel, sino porque las referencias indican que ésta es más bruta y corrupta que su marido.
Así que, además de promover el juicio contra Rosales y sus secuaces debemos desplegar una campaña para escoger un candidato nuestro que sea capaz de librarnos de la nefasta ratificación de la tragedia política en Maracaibo. Omar Prieto demostró en San Francisco que sí se puede. Bueno habrá que buscar un Omar Prieto para Maracaibo. Lo que no puede suceder es que nos agarre la noche buscando al Piropiro. Que llegue el momento de las elecciones y no tengamos el candidato que necesitamos. Eso sí, que no vaya a ser uno de los mismos con los que tenemos veinte años perdiendo. Que sea uno que huela a barrio y no a oficina. Que prefiera las reuniones en cualquier casa de vecino y no en Fain Café o Mi Vaquita. Que sepa cuánto cuesta un pasaje en la Ruta 2 o un carrito de Veritas… no que llegue en una burbuja con cuatro guarda espaldas. Que sepa lo que es un Consejo Comunal, más que un Consejo Empresarial. Que más que gerente sea ciudadano. Que no ofrezca adornar las principales avenidas de la ciudad, sino humanizar los barrios más pobres. Que tenga el rojo por dentro… en la sangre y no sólo en la franela o la boina. Que no pretenda pasar de “No contribuyente” a “Contribuyente” aumentando sus ingresos y bienes. Que salga como llegó y no con mejor estatus. Que no se venda a los medios para aparentar que trabaja, sino que patee las calles para que la gente se dé cuenta que trabaja. Porque Rosales preso y la mujer de Alcaldesa, sería haber arado en el mar… o en el Lago, que para nosotros los zulianos en más triste.
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