La bio-piratería es el saqueo de recursos biológicos y genético de América Latina, Asia y África. Su objetivo es la privatización de recursos públicos o colectivos y su apropiación por parte de empresas o instituciones del norte industrializado.
El despojo incluye la apropiación de semillas y de conocimientos ancestrales de las comunidades indígenas sobre plantas y animales para su aprovechamiento con fines alimentarios, medicinales o mágicos. Frecuentemente estos recursos se encuentran vinculados a los bosques tropicales del planeta, donde coincide la diversidad biológica con la diversidad cultural. Aproximadamente la mitad de estos bosques se encuentran en América Latina, particularmente en la Amazonia y la Orinoquia suramericana, exuberantes en diversidad genética y matizados por multiplicidad de expresiones culturales.
Los países y pueblos indígenas suramericanos se encuentran prácticamente indefensos ante la expropiación incontrolada de sus riquezas y conocimientos, particularmente por la inusitada frecuencia con que se evidencia la complicidad de sus propios gobernantes.
Para legalizar la usurpación se procede al registro de patentes en países industrializados, patentes que son luego protegidas por convenios multinacionales sobre derechos de propiedad intelectual, a su vez impuestos por los países y empresas usurpadoras al resto del mundo.
La humanidad se encuentra a la vez en una etapa de transición de la época de la electrónica a la época de la genética. Avances científicos y tecnológicos han abierto las puertas a la creación de nuevas formas de vida, a la biología sintética, a la creación de híbridos ensamblando componentes biológicos y sintéticos, así como a modificaciones de seres vivos, incluyendo a los humanos, a través de la ingeniería genética, en principio con la intención de ‘mejorarlos’. Hemos descifrado el código bioquímico que utiliza la naturaleza para las heliografías genéticas de diferentes formas de vida, para moldear las características de cada criatura viviente.
Ya son comunes los seres genéticamente modificados en la agricultura industrial y en la cría de animales, en la manipulación de bacterias, microbios y otros microorganismos con fines farmacológicos o como armas biológicas ‘mejoradas’, más letales. Son también cada vez más frecuentes los experimentos con la manipulación genética de seres humanos, una macabra competencia por ‘mejorar’ a la especie humana, por nuevamente desarrollar un ‘superhombre’.
En este contexto, el patrimonio genético de los países tropicales, en particular el de los países amazónicos, es una de sus principales riquezas estratégicas, con pronunciadas potencialidades económicas y políticas. No debe así sorprendernos que se haya desatado una poderosa y muy bien articulada estrategia, por parte de los países más poderosos y sus empresas transnacionales, para apoderarse de esta fabulosa riqueza natural.
Empresas multinacionales compiten ferozmente por patentar cualquier forma de vida o recurso genético que les sea permitido, normalmente despojando de derechos a sus legítimos propietarios. Esto incluye patentes sobre plantas, animales, procesos biológicos y registros genéticos naturales, incluyendo fracciones genéticas de seres humanos
Simultáneamente se registra una acelerada aniquilación biológica a escala planetaria que tiende a desembocar a corto plazo en una extinción masiva de especies, similar a las cinco devastaciones biológicas que se han registrado en la historia del planeta. Esta aniquilación masiva de poblaciones y especies deteriora el funcionamiento de ecosistemas y servicios vitales para la sobrevivencia de la humanidad.
Entre las causas se encuentra la destrucción de hábitats, la sobre-explotación, la contaminación de la atmósfera, las aguas y los suelos; el calentamiento global, la explosiva expansión de la población humana y la interacción de estos factores. En apenas un par de siglos, la actividad humana ha conducido a la eliminación de aproximadamente la mitad de los animales vertebrados con los que alguna vez compartieron el planeta. Mientras que el 42% de las especies de invertebrados terrestres se encuentran en peligro de extinción (Status and Trends of the World’s Invertebrates, Zoological Society of London, 2012). La abundancia de vida silvestre se ha reducido a la mitad sólo en los últimos 50 años (Living Planex Report 2016, WWF). La reducción de la población es el preludio de la extinción de las especies.
La catastrófica destrucción de bosques tropicales naturales, las principales reservas genéticas de la humanidad, es una tragedia que ha perdurado durante décadas sin que se hayan implementado medidas efectivas para evitarla. Sólo durante los últimos 50 años la tasa promedio de destrucción supera los 10 millones de hectáreas anuales, equivalente a 50.000 campos de futbol cada día durante 50 años consecutivos. Este abominable crimen ha persistido durante décadas, no sólo devastando reservas biológicas que constituyen uno de los principales legados de generaciones futuras, sino contribuyendo además con la emisión de aproximadamente 5.000 millones de toneladas equivalentes de CO2 anuales de gases de efecto invernadero.
El auge sin precedente de la biopiratería que se ha desatado en los últimos años pretende también justificarse como intentos desesperados por rescatar valiosos recursos genéticos antes de que desaparezcan.
Sólo una acción conjunta, decidida, efectiva e inmediata, por parte de los países mega-diversos, en particular por los miembros del Tratado de Cooperación Amazónica, podrá evitar que sus recursos biológicos y genéticos terminen siendo o destruidos o propiedad de transnacionales de países industrializados. Estos recursos constituyen el principal legado de nuestras generaciones futuras.
De no procederse con determinación y coraje, en un esfuerzo unificado entre gobiernos y organizaciones sociales, incluyendo acciones jurídicas firmes e inmediatas contra los principales usurpadores, nuestros descendientes sólo podrán concluir que fueron consciente y deliberadamente traicionados por sus antecesores.
Jc-centeno@outlook.com
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