Si mal no recuerdo, en los primeros días de enero el presidente, de manera reiterada, ofreció que, para este mes de abril, que está por entrar, comenzaría la vacunación masiva de los venezolanos. Por lo anterior, no necesito hacer cita alguna con carácter probatorio, porque se trata de un hecho público y es muy dudoso que alguien encuentre fundamento para a uno acusar de mentiroso por eso.
No es difícil imaginar que, tal afirmación, estuvo sustentada en conversaciones, acuerdos comerciales con alguna empresa o país productor del fármaco o la OPS y hasta ingenuamente creyendo en la bondad de los amigos. No creo, pues parece poco sustentable y serio, se hubiese hecho pensando en las promesas de EEUU, la UE y Guaidó y su gente, de desbloquear cuentas venezolanas en el exterior. Apenas el gobierno de Biden estaba, como está, comenzando, para ya hubiese dado garantías sólidas y creíbles en ese sentido y sobre todo porque, un plan como este de las vacunas, de tanta envergadura y emergencia, se fundamente en promesas de esa naturaleza. Guaidó y López, eso lo sabe cualquiera, en lo que se refiere al desbloqueo de esas cuentas, no cuentan para nada, salvo aceptar lo que decidan quienes aquellos aplican.
En este mundo, salvo Chávez y eso fue un cierto tiempo atrás, nadie estando en alto puesto de gobierno, y digo esto porque tratándose de dueños del capital, ni siquiera vale la pena soñarlo, está dispuesto a regalar a un país "amigo" la cantidad de dinero que significa vacunar a 30 millones de habitantes.
Según unas cifras que leí por allí, nada confiables, pero es la única referencia que tengo, los precios de las vacunas que se ofertan en el mercado oscilan entre 4 y 10 dólares y, cada paciente, sin importar cuál de ellas se trate, requiere dos dosis. Es decir, sólo en vacunas, habría que invertir 8 dólares por persona, si optamos por la de más bajo precio; lo que, en nuestro caso, significaría un total de 240 millones de la divisa estadounidense para aplicársela a los venezolanos todos.
No veo, a empresa capitalista ni a ningún país del mundo, en disposición de regalar esa cifra, más si no sólo es Venezuela la que afronta la contingencia que significa la pandemia, en condiciones casi de indigencia y pese haya motivos para decir que se trata de una forzada por EEUU, la UE y políticos internos que, a este país, le tienen secuestrado los recursos que pudieran usarse para ese fin.
¿Entonces, en qué milagro se estaba pensando cuando apenas empezando la fase de experimentación con las vacunas se ofreció aplicarla masivamente en abril? ¿Se pensaba en un milagro o derrape de bondad de algún amigo?
Días atrás, Jorge Rodríguez, anunció acerca de un acuerdo entre gobierno y oposición, también publicitado por el diario madrileño El País, que implicaba, en primer término, aunque no se reveló otro detalle, el desbloqueo de ciertas cuentas nuestras por parte de gobiernos y bancos europeos para la adquisición de determinada cantidad de vacunas.
En efecto, en el diario mencionado se dijo, "La oposición venezolana y el Gobierno de Nicolás Maduro forjaron un delicado acuerdo político para que el país pueda acceder a un programa masivo de vacunación contra la covid-19 con la asistencia de organismos internacionales." 1
Observe el lector, como la nota enfatiza en lo de "un delicado acuerdo político", lo que a uno le lleva a otras "delicadas instancias".
Se dijo, además, que los fondos serían destinados a la Plataforma COVAX de la Organización mundial de la Salud (OMS). Y se precisó que esos fondos "harán posible la compra de 12 millones de vacunas para unos seis millones de personas. Se trata, en principio, de fármacos patentados por el laboratorio AstraZeneca."2
Con posterioridad a este acuerdo, se reprodujo intensamente una información que ya era del conocimiento público, acerca de los efectos secundarios de tal medicamento y hasta acerca de las muertes por trombosis en casos de personas a quienes les fue aplicada aquella vacuna. Sin dejar de mencionar que se han reportado también efectos secundarios en otras vacunas, como la Pfizer y la misma Spunit V, pese estos hayan sido menos complicados y sin tanta trascendencia.
Con fecha 23, de marzo, tres días después de lo nota redactada desde Caracas por Alonso Moleiro y publicada por El País de Madrid, la Agencia de Noticias AP, divulga la noticia, según la cual Venezuela ha encontrado como "destrabar una deuda con la Organización Panamericana de la Salud que le allanaría el camino para acceder a vacunas contra el coronavirus proporcionadas por el mecanismo COVAX, creado por las Naciones Unidas con el fin de facilitar un acceso equitativo a la inmunización."3
Sin duda, AP, al hablar de cómo "destrabar una deuda con la OPS", se estaba refiriendo al acuerdo entre gobierno y oposición.
Y en cuanto a la traba, según el mismo medio informativo, consiste en que nuestro país. "mantiene una deuda de más de 11 millones de dólares con la OPS (Organización Panamericana de la Salud) y mientras no la salde no podrá acceder a las vacunas de COVAX."4
Según esta misma información, un alto funcionario de la OPS, de apellido Ugarte, había dicho que, "el acuerdo fue sellado entre actores políticos, el Ministerio de Salud, las sociedades científicas y la academia de medicina, entre otros. Explicó que las vacunas previstas para Venezuela son las de AstraZeneca y aclaró que son producidas en Corea del Sur."5
Se dijo, además, en la misma información que "Luego de ese pago es necesario ratificar que existen los fondos suficientes, de alrededor de 100 millones de dólares para asegurar el envío de unos 2,4 millones de dosis de la vacuna".6
De lo anterior, se deduce que cada dosis costaría un poco más de cuatro dólares. Para lo que también es pertinente recordar que cada paciente requiere 2 dosis, sin importar cuál sea la vacuna.
Lo más curioso de todo este asunto es que, según la misma fuente, el gobierno venezolano, ya para el 15 de enero, con casi 3 meses de anticipación, había descartado "autorizar el uso de la vacuna de AstraZeneca contra el coronavirus ante el cúmulo de efectos negativos registrados en algunas personas luego de ser inoculadas."7
De donde extraña que, pese eso, hubo el acuerdo ya mencionado con "la oposición" y la intermediación de la OMS en base a la vacuna Astrazeneca.
De repente, el gobierno venezolano anunció su decisión de no aceptar esa vacuna, dando como motivo, quizás por las informaciones estruendosas de los últimos días, los efectos secundarios de la misma, de lo que se venía hablando mucho antes, como se puede conocer por el reporte al cual lleva este enlace, donde se habla de 30 casos de trombosis, de los cuales 17 resultaron graves y 3 muertes.
A raíz de la última decisión gubernamental de rechazar se nos asigne la vacuna surcoreana, de donde uno supone roto el pacto entre gobierno venezolano, el de EEUU, la UE y los mirones de palo enviados por Guaidó, lo que pudiera incluir muchas cosas registradas en otro documento, los venezolanos que sólo pensaban en la vacuna, sin sacar cuenta que ese acuerdo sólo alcanza para 2.4 millones de dosis, quedamos en las nubes y como rotas las esperanzas. Desastroso estado de ánimo que se repotenció cuando el presidente tomo le señal televisiva, en cadena, para volver sobre el Carvativir, como con evidentes intenciones de sustituir con él a la vacuna. Volví a Cumaná y me acordé de aquel refrán, nacido de los estruendos y desgracias del terremoto de 1929, "al carajo los enfermos que el hospital se cayó".
Por supuesto, ya hemos dicho y volvemos a ratificar que uno nada sabe de eso y, en consecuencia, no se pondría a opinar al respecto. Pero una cosa es ese medicamento y sus bondades y otra la vacuna. No creo que, por mucho entusiasmo, buena fe y hasta desesperación que el alto funcionario ponga en eso, va logar los efectos que quiere. Y, es más, no parece él, por mucho amor que en eso ponga, el apropiado para convencer a los venezolanos que, en lugar de vacunarse y desear hacerlo, opten por ese medicamento, pese sus cualidades "milagrosas".
No lo es, porque no es la autoridad competente para hacer esas recomendaciones, darle la certeza al paciente que haría lo mejor y no ponerse a esperar la vacuna, porque por mucha fuerza que tenga el Estado, no puede hacerse creíble en asuntos de la salud, mientras los auténticos o pertinentes voceros callan. Y, además, el presidente debe entender o alguien debe hacérselo entender que, pese su buena intención y mejores deseos, mucho más de la mitad de la población y no creo exagerar, por razones bien conocidas, no está en disposición de darle validez a lo que dice en ese particular, incluyendo a los médicos.
Ahora, para generar más incertidumbre, se pospone la vacunación masiva para julio, es decir, por 3 meses más y con la oferta que sería una vacuna cubana.
¿Hay motivos para creer que Cuba está en capacidad de financiarnos y "hasta cuando San Juan baje el dedo", las dosis necesarias para vacunar a 30 millones de personas?
También es bueno meditar como en estos asuntos, estando de por medio grandes cifras y uno está ahorcado, quebrado y hasta calificado de mala paga, no hay muchos amigos que valgan. El asunto es "dando y dando". Y conste que, al decir esto, para que no quede duda ni se piense que me hago el loco, pienso en China y Rusia.
Conste, no caeré en el juego infantil y hasta indecoroso de descalificar la ciencia cubana y estando consciente que, en el inmenso universo que hay por vacunar, habrá alguna cifra de pacientes que reaccionen negativamente contra la vacuna, sin importar su procedencia. Pues esto no es asunto para abordarlo ideológicamente.
3.4.5.6.7: https://www.aporrea.org/venezuelaexterior/n363718.html