Racionalismo, irracionalismo, pandemia y vacuna

La vida es compleja. El pensamiento también, sí nadie le pone trabas aun a riesgo de los monstruos que eventualmente genere la razón…

Racionalismo es una concepción filosófica que consiste en no conceder valor más que a la razón, considerada como independiente de la experiencia; una actitud intelectual que no puede prescindir de la razón.

Irracionalismo es otra concepción filosófica que sostiene que el principio de "la realidad" o del conocimiento es un elemento espontáneo que precede a la actividad intelectual. La "voluntad" en Shopenhauer, el "Yo-naturaleza" en Scheling, "la vida" en Ortega y Gasset y los vitalistas, el "inconsciente" en Freud, "lo dionisíaco" en Nietzsche…

Pues bien, una mente amplia, que debiera ser la más adecuada al milenio que nos ha tocado vivir habida cuenta la infinidad de filosofías e ideas que vienen extendiéndose por la vida del pensamiento desde los albores de la Humanidad, no se atrevería a posicionarse de una manera radical a favor o en contra de ninguna filosofía o idea concretas a menos que atenten, aunque fuese, venial o superficialmente, contra la vida o la integridad de las personas…

Otra cosa es que reservemos el racionalismo para todo cuanto imaginemos de la praxis y, sobre todo, en lo que concierne al alma colectiva. Pero oponerse y combatir pensamientos, actitudes y comportamientos individuales que no erosionan principios de paz y de convivencia, llegará un momento en que esa esa actitud terminará siendo un oprobio para quien la manifieste, y más si quien la manifiesta alardea de la ideología o hace de ella el centro de su pensamiento o de su vida, en perjuicio de la individualidad sacrificada a la manada.

Llegados a este punto, partiendo de lo dicho como premisa mayor del silogismo que planteo, nos situamos en el ojo del huracán que son: una pandemia oficial así declarada por una organización internacional privada, y una vacuna que en rigor no pasa de ser un suero experimental, sólo hasta ahora ensayado con cobayas, contra el virus objeto de dicha declaración.

El racionalismo nos vincula estrechamente al orden establecido, sea cual fuere éste, y en este caso el orden es el contenido de esa declaración de pandemia, la adhesión de todos los gobiernos al pronunciamiento de dicha realidad que desemboca en otra realidad consecuencia de ello, que es la vacuna como se llama a ese suero. Pero el irracionalismo para el que, como hemos dicho, la voluntad, el conocimiento que precede a la actividad intelectual, la vida y el vitalismo, el inconsciente y el instinto son el eje alrededor del cual giran los hechos, prósperos o adversos, que forman la trama del verdadero vivir, es la médula de nuestro pensamiento personal, individual. Y en ese pensamiento no cabe nada ajeno a nuestro espíritu, a nuestra naturaleza, a nuestra suerte o a nuestro devenir. Por eso quienes combinamos racionalismo para la mayor parte de las cuestiones de la vida, con irracionalismo para los hechos y avatares cruciales que de algún modo estimamos amenazan ese eje y nuestra vida, tenemos muy en cuenta no sólo la doxa, opinión, criterio, de los científicos que comparten la teoría general de la pandemia y el remedio, sino también el criterio de quienes no la comparten. Científicos que son tantos o bastantes más, por otra parte, que lucen argumentos mucho más sólidos que los que se limitan a afirmar que existe una enfermedad puntual por la acción de un virus puntual, para la que "sólo" existe un remedio, más bien una profilaxis, que es una larga nómina de "vacunas"; y ello pese a los abundantes efectos adversos de estas, incluida la muerte, y pese a la afirmación de los fabricantes de que esas vacunas tampoco garantizan el no contagio.

Pero si además de lo dicho, y sin hacer una exhaustiva enumeración de científicos que, desde el comienzo de este inédito avatar que comenzó en marzo de 2020 se manifestaron de una manera opuesta a la/s tesis oficiales y a las medidas adoptadas por los "expertos" oficiales, nos quedamos con los pareceres que, tal como están las cosas, son dictámenes de última hora, y no tengo más remedio que publicarlos y compartirlos:

La doctora Astrid Stuckelberger, investigadora y profesora durante 25 años en la Facultad de Medicina de la Universidad de Ginebra y de Lausana, eminente ex científica de la OMS para la Salud Pública Internacional, advierte sobre un plan para despoblar y controlar el mundo utilizando como excusa la Covid-19 para someter a las personas a través del miedo y la vacunación perpetua.

El virólogo alemán doctor Geert Vanden Bossche, uno de los especialistas en vacunas más experimentados del mundo afirma que "cualquier que tome la vacuna COVID [Virus CCP] está destruyendo su sistema inmunológico congénito o innato".

Y el especialista asimismo alemán en microbiología y epidemiología, el Dr. Sucharit Bhakdi, hace hincapié en los peligros de la ‘vacuna’ administrada a niños: "No inyecten a los niños porque no tienen absolutamente ninguna posibilidad de defenderse a sí mismos, si le da a su hijo estas "vacunas" está cometiendo un delito", acaba de asegurar,

Irracionalismo frente a racionalismo. Quiere decirse, por ejemplo, que sin necesidad de ser científico ni especialista de nada, la idea de que las vacunas, al menos ciertas vacunas y ésta nos parece que es una de ellas, destruyen las autodefensas naturales del organismo, el sistema inmunológico personal, tiene su origen en el instinto y en los mecanismos del pensamiento irracionalista que es preciso respetar, en nombre de la razón y de la libertad que proclama a todas horas una sociedad que se precia de liberal. En suma, en cuestiones de personal integridad, salud y vida, el irracionalismo prevalece sobre los intrincados caminos de un racionalismo estragado, deformado, corrompido, adoptado para hacerse con el control de la sociedad y ahora, al parecer, también de la humanidad.



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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