Y sigue allá arriba

El satélite venezolano Simón Bolívar, lanzado al espacio el día 29 de octubre del pasado año 2008, fue fabricado y puesto en órbita por la Administración Nacional China del Espacio, lanzado desde el Centro Espacial de Xichang, en la República Popular de China y se encuentra en una órbita geoestacionaria a una altura de unos 35,8 kilómetros de altura.

El lanzamiento de ese satélite tuvo una cobertura casi nula por los medios de comunicación de la ¡y que oposición! venezolana y fue necesario que el Presidente hiciera una cadena nacional para dar a conocer la trascendencia del momento y las características del proyecto general asociado a este satélite, pero ya al día siguiente los medios que reseñaron el acto lo relegaron a espacios “semiclandestinos” en ellos mismos y en los días subsiguientes sólo eventualmente aparecían informaciones, pero todas eran referidas a malfuncionamiento del satélite atribuibles a la falta de experiencia e incapacidad de la agencia constructora. En Internet esto llegó a convertirse en una especie de parte diario, como el que daban los prófugos golpistas durante los días del paro petrolero, con la diferencia de que eran más frecuentes por lo numerosos, ya que el mismo mensaje se recibía de diferentes emisores aunque el contenido era siempre el mismo, con la diferencia de que obstinaron al satélite de tanto seguirle los pasos que un día escurrió el bulto y se les perdió yéndose a dar una vueltita por París “echando una canita al espacio” lo cual le valió que lo calificaran de fraude (palabra muy del gusto de ellos) en medio de un alboroto, ya que de acuerdo al diseño dicho satélite no debía moverse del sitio que le habían asignado (78 grados de longitud oeste y a 0 grados de latitud). A poco el satélite desapareció de nuevo y otra vez armaron el jolgorio, creyendo que la desaparición esta vez era definitiva y atribuyéndola una vez más a la inexperiencia de los chinos en la construcción y manejo de estos artefactos que, según ella, debió dejarse en mano de los yanquis que sí saben de ese negocio, pero a los pocos días el satélite apareció nuevamente ya que sólo se había ido de farra con las “estrellas de Hollywood”. Y así el satélite los mantenía en ascuas haciendo periódicas desapariciones que hacían concebir a la ¡y que oposición! la esperanza de que alguna de ellas fuera definitiva, pero ¡que va!, siempre regresaba con renovados bríos a ocupar su puesto y este domingo no podía faltar, como efectivamente no faltó, a la ceremonia mediante la cual se transfería su operación y control totalmente a manos del personal venezolano que se encuentra en las estaciones satelitales ubicadas en el país, aunque ya notificó a los operadores que para el carnaval venidero tiene prevista una visita al vecino firmamento de Río de Janeiro por invitación de las “estrellas” que aparecen en la bandera de Brasil y garantizó que no habrá ningún problema por su desplazamiento durante esos días.

La ¡y que!, por su parte, está totalmente de capa caída pues una vez más ha quedado demostrado que “deseos no empreñan” y mientras la mayoría de los venezolanos celebramos el éxito del proyecto satelital, como un éxito de Venezuela, ella se enjuga las lágrimas de dolor y se prepara para una arremetida en otro terreno: el de la enmienda constitucional, del cual sin duda alguna también saldrán vapuleados.


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Ño Leandro


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