Modelo de negocios del "sabor agregado" en los Estados Unidos

La propiedad intelectual creó el monopolio del arroz saborizado

Según información publicada por la FAO, se prevé que al cierre de las campañas comerciales nacionales que terminan en 2009, las existencias mundiales de arroz aumentarán considerablemente. Recomienda a los países en desarrollo y a los desarrollados, que incrementen sus existencias arroceras, afirmando que la mayor parte de la acumulación se prevé en los principales países exportadores de arroz, sobre todo China, la India, Tailandia y Viet Nam.

En las décadas de los 80 – 90 y por causa de la competencia extranjera y los bajos precios de la época, la producción de arroz se vio afectada en los Estados Unidos. El libre comercio afectaba también a la ineficiente industria arrocera.

Al mismo tiempo, el arroz con sabor natural proveniente de la India ganaba adeptos en las mesas norteamericanas. Para detener esta invasión, se patentaron variedades similares del cereal proveniente de India, construyendo así un monopolio que impediría la competencia de otros arroces.

Para estos fines es creada la gran corporación denominada Federación Estadunidense del Arroz (USA Rice Federation) que comprende al 80% de la superficie arrocera de los Estados Unidos y una producción que cubre el 98% de la capacidad de molienda del arroz.

El monopolio del arroz sería garantizado a través de tratados internacionales de propiedad intelectual eliminando de una sola vez la competencia internacional y los pequeños productores locales.

La propiedad intelectual restringe los derechos de los agricultores de preservar, conservar, utilizar y vender libremente las semillas, y los convierte en ilegales, penados en Estados Unidos incluso con cárcel

El Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual (ADPIC) del año 1994 administrado por la OMC, permitió articular el comercio internacional y la propiedad intelectual para favorecer los intereses económicos de las corporaciones norteamericanas. Establecieron estándares mínimos de protección y de aplicación en todos los tipos de propiedad intelectual, definiendo que es patentable y estableciendo en 20 años el plazo de vigencia de una patente.

El Acuerdo fue impulsado en ese momento por trece grandes corporaciones Bristol-Myers, DuPont, FMC Corporation, General Electric, General Motors, Hewlett-Packard, IBM, Johnson & Johnson, Merck, Monsanto, Pfizer, Rockwell International y Warner Communications. Los países centrales acataron las órdenes.

Dupont y Monsanto son actualmente dos de las principales corporaciones en el desarrollo y patentamiento de plantas transgénicas de cereales, con la potestad de controlar el acceso y la circulación de las semillas

Una vez asegurado el mercado interno del arroz protegido por las patentes comienza la fase de optimización de ganancias utilizando el sistema marcario incluido en los ADPIC, que facilita la introducción indiscriminada de marcas, ya no para distinguir un producto de otro, sino para crear marcas “distintas” para un mismo producto con pequeñas variaciones de calidades.

La industria arrocera estableció entonces estrategias para aumentar sus ganancias a partir de la imposición de arroces con “sabor artificial agregado” que son actualmente los preferidos por los pasivos (y deprimidos) consumidores norteamericanos.

Las empresas manufactureras de arroz han instalado a través de las tecnologías de información y comunicación (TIC) arroces saborizados en el paladar de la sociedad norteamericana transformándolos en mercancías generadoras de ganancias. El modelo de negocios de sabor agregado fue transnacionalizado luego hacia Latinoamérica y El Caribe.

Así, las empresas comenzaron a modificar sus presentaciones de arroz genérico o arroz blanco creando pseudo-calidades con composiciones saborizantes que alteran las propiedades naturales del cereal para comercializarlo a mayores precios.

Este mecanismo denunciado en Venezuela está siendo desactivado por el gobierno nacional que ha tomado la iniciativa en el combate contra la captación de ganancias desproporcionadas de las corporaciones monopólicas norteamericanas y sus subsidiarias nacionales.



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Fabián Pena/Rebelión


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