La guerra imperialista de James T. Hill en los Andes.



No obstante los repetidos y sonados reportes de triunfo militar, tanto de los generales y asesores militares gringos, como del gobierno fascista de Uribe Vélez que difunde encuesta tras encuesta y “estudio tras estudio” para demostrar los éxitos de su política de guerra llamada de “seguridad democrática y de los documentos de fundaciones pagadas por el ejercito colombiano, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-FARC, el Ejercito de Liberación Nacional-ELN y otros grupos guerrilleros están intactos y reorganizando sus fuerzas y planes para alcanzar nuevas fases de la guerra popular revolucionaria contra la dominación oligárquica y de las multinacionales imperialistas en el vecino país.



La mejor prueba del fracaso de la estrategia de guerra del señor Uribe Vélez, un sirviente político del imperio yanqui salido de las entrañas de los grupos narcoparamilitares colombianos, con quienes protagoniza un escandaloso y aberrante proceso de impunidad, son los anuncios, del jefe del Comando Sur, general James T. Hill, recientemente condecorado por Uribe Vélez en la Casa de Nariño de Bogota, de una amplia campaña guerrerista que involucra prácticamente toda Latinoamérica, pero especialmente focalizada en la región de los Andes y en Colombia como escenario de partida.



Colombia se convirtió en el epicentro de la guerra imperialista contra los pueblos latinoamericanos. Y en esa guerra se pretende aplastar la prolongada resistencia popular que lideran las FARC y los otros grupos guerrilleros contra el régimen fascista y dictatorial que por largos años ha utilizado la violencia para perpetuar los privilegios de una casta plutocrática en la que confluyen multinacionales, banqueros, terratenientes y encumbrados narcotraficantes.



Dicha guerra está bajo la conducción política del Comando Sur que conduce el gorila James Hill, quien para el efecto ha formulado su correspondiente paraguas ideológico, al identificar como “populismo radical” la creciente movilización popular continental contra el neoliberalismo y las estrategias de expoliación que han sumido en la pobreza a millones de latinoamericanos en los últimos años. Para Hill, el “populismo radical” es una amenaza a la seguridad imperialista americana que requiere respuesta contundente e inmediata



Esa respuesta esta en curso y tiene en Colombia su principal laboratorio con el Plan Colombia y ahora con el Plan Patriota, que involucra a mas de 20.000 militares en unidades móviles desplazados en los departamentos del Putumayo, Caqueta, Meta y Arauca, localizados en plena selva amazónica, con la monitoria de mas de 1200 mercenarios gringos, autorizados por el Congreso de los Estados Unidos. Plan Patriota frente al cual Hill ha dicho que “tienen un tremendo grado de optimismo realista sobre lo que va a lograr con sus resultados”, no obstante las pésimas noticias que ha diario se conocen desde el campo de batalla, donde las FARC ha convertido este operativo, merced a sus contundentes golpes al Ejercito, en un embeleco donde se dilapidan millones de dólares que se embolsillan los corruptos oficiales colombianos.



Como parte de su estrategia de guerra contra Latinoamérica, el Comando Sur del señor Hill, entrenó durante el 2003 a cerca de 23.000 militares de Colombia, Bolivia, Panamá, Perú y Ecuador, la mayoría de ellos pertenecientes a las tropas mercenarias neogranadinas, solidamente controladas por los mas radicales grupos de extrema derecha, gestores de los tenebrosos grupos paramilitares, autores de masacres y magnicidios contra la población campesina.



Dicho entrenamiento, implica un incremento del 50% sobre el 2002, superando cualquier otra región, incluso el Medio Oriente. Y todo ello se debió a una duplicación del número de colombianos entrenados, con lo que Colombia completa ya tres años como el mayor destino mundial de entrenamiento militar estadounidense, superando a Irak cuyos soldados entrenados son 9210.



Buena parte de tal entrenamiento son cursos de “infantería ligera” que enseña habilidades militares básicas y tradicionales como táctica de unidades pequeñas, operativos en terrenos difíciles, comunicaciones y puntería, capacidades y tácticas, típicas de la contrainsurgencia de los prototipos de la Guerra de Baja Intensidad –GBI.



Dentro de todo este engranaje bélico se ha previsto, igualmente, la creación de una Fuerza Marítima Operativa Multinacional de las Américas, denominada “Amistad Duradera”, consistente en una flotilla de naves dirigidas por los Estados Unidos. Fuerza que completa la telaraña de bases militares conocidas como bases de asistencia en tiempo real, montadas también por el Comando Sur, especiales para operaciones aéreas y navales, ubicadas en Ecuador (Manta Escuela de Selva de Coca), Perú (Iquitos-Nanay), Aruba, Bolivia (Chapare), Curazao y Colombia (Tres Esquinas), Cuba (Guantánamo), Puerto Rico (Vieques), Costa Rica (Liberia), El Salvador (Comalapa), Honduras (Palmerola-Tegucigalpa.



Adicionalmente, se está ejerciendo una virulenta presión para que los gobiernos del área se involucren en esta guerra imperial. Por ahora, el Comando Sur ha conseguido que Brasil, Guyana, Perú y Ecuador concedan autorización para sobrevuelos con capacidad de intercepción. Y que Brasil realice su Plan Cobra en la frontera con Colombia; que Ecuador ponga en marcha su Plan Frontera Norte; que Bolivia ejecute su Plan Dignidad; y que Perú y Panamá pongan en práctica el Plan vigilancia fronteriza.



Últimamente Hill viene ejerciendo una descarada presión sobre el gobierno del Presidente Hugo Chávez para que adhiera al Plan Patriota y se involucre de esa manera en la guerra colombiana.



Están, pues, colocados todos los elementos para profundizar la guerra imperialista invasora, no solo en la hermana Republica de Colombia sino en todo la región andina, lo que desde luego obliga la respuesta popular incluyendo la solidaridad y apoyo efectivo al heroico movimiento guerrillero que componen las FARC, el ELN y las otras fuerzas revolucionarias, sino la propia organización del movimiento popular en los términos que demanda la agresión militar imperialista. Lo que convierte en prioridad la organización y expansión de la lucha armada popular revolucionaria en todo el territorio de los andes latinoamericanos, desde luego, incorporando toda la experiencia acumulada en las guerras revolucionarias contra el imperialismo norteamericano, especialmente el actual de la resistencia guerrillera iraqui.




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Horacio Benítez


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