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El mundo está loco o Trump lo está volviendo loco

La trampa del demente Donald Trump, que ha generado la crisis global, en el campo de las finanzas y la economía, se debe al conocimiento que tiene el inquilino actual de la Casa Blanca, de la crisis que vive el imperio estadounidense, solo se ha dado cuenta de la crisis, pero este gringo no tiene la capacidad para encausar una solución a la crisis que el propio demente Donald Trump, sabe que existe, esta es la razón de la locura de los aranceles que ha impuesto a más de 180 Países. La guerra arancelaria es, en el fondo, un intento de recuperar un pasado industrial floreciente, que ya no existe. El populismo que llevó a Trump al poder genera una nostalgia por las fábricas perdidas, pero el mundo ha cambiado. Creo que la última parte Trump no ha entendido, el orden actual de gobierno hoy no es el del policía del mundo, hoy la realidad es el multilateralismo. 

La guerra comercial desatada es, en esencia, un ataque directo al orden económico global existente en las últimas décadas. Pero siempre escondiendo la razón de la locura.   La globalización con todos sus defectos y desafíos ha permitido el deterioro de los mercados financiero en los más importantes centros financieros del mundo. Siendo la primera víctima el propio mercado estadounidense.  No fue un fenómeno aislado. Los mercados de Asia y Europa también vieron caídas pronunciadas. La euforia en Tokio, París y Shanghái, que vieron subidas momentáneas del 6%, 2,5% y 1,6% respectivamente, se desinfló ante la certeza de que la escalada de la Casa Blanca, es real. El precio de esta guerra lo pagarán, una vez más, los de siempre: los ciudadanos de a pie, que verán cómo suben los precios en los supermercados, cómo se reducen las oportunidades de empleo y cómo sus fondos de retiro pierden valor. 

Donald Trump declaró oficialmente la que ha sido considerada como una guerra arancelaria. El presidente anunció gravámenes a más de 180 países, con la promesa de que EE.UU. será "rico" de nuevo. Pero su apuesta por proteger la industria nacional parece estar desencadenando consecuencias negativas para los propios estadounidenses. El denominado como “día de la liberación” de Estados Unidos por Donald Trump, no dejó ajeno a nadie. Los anuncios del presidente con aranceles impuestos a 180 países, incluso habitados únicamente por pingüinos estremecieron a prácticamente todo el mundo, dentro y fuera de las fronteras de su país. Los primeros efectos ya son evidentes: contramedidas por parte de múltiples países, mercados en rojo, dejando marcas que no se veían desde la pandemia del Covid-19, y temor por una posible recesión.   

Los primeros damnificados, según señalan gran parte de los analistas consultados por France 24, son justamente los ciudadanos estadounidenses, de a pie. Alertan que buena parte de las tarifas las pagarán los consumidores de ese país. Cuando un país impone aranceles a productos importados, son las empresas las que, en principio, deben pagar ese impuesto. Sin embargo, en la práctica, muchas de ellas trasladan ese costo al precio final de los productos. Es decir, suben los precios para no perder ganancias. Por eso, aunque el arancel lo paga el importador, quienes terminan asumiendo buena parte de ese gasto son los consumidores.  

China, siendo China, un país milenario y una superpotencia económica actual, está esperando a Donald Trump “en la esquina” para enfrentar la gran estafa que el presidente de Estados Unidos ha montado con la guerra arancelaria. El mandatario estadounidense está utilizando su vieja estrategia de negociación, consistente en crear el caos, 

 


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Francisco Medina

Abogado. Dirigente político. Exdiputado del Consejo Legislativo del estado Bolívar

 medinafranr@gmail.com

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