1. El gobierno venezolano ha manejado el secuestro de Rodrigo Granda sobre la hipótesis de que el Presidente Álvaro Uribe no estaba involucrado en el crimen. Razones de Estado y de alta diplomacia aconsejaron tomar esa postura. Sin embargo, las recientes declaraciones del gobierno colombiano y sus mentores políticos en Washington han dejado claro que esa hipótesis de trabajo ya es obsoleta. Una hipótesis que explicaría mejor el plan del Presidente colombiano y que representaría adecuadamente el nivel informativo actual, es la siguiente.
2. El secuestro no fue un evento fortuito o de funcionarios de segundo nivel o de corrupción mercantil, sino una operación de Washington ejecutada por Uribe, con un propósito táctico y otro estratégico: 1. el objetivo táctico consiste en crear las condiciones para la ruptura de las relaciones diplomáticas con Venezuela; 2. el objetivo estratégico consiste en el aislamiento y la destrucción de la Revolución bolivariana desde la Organización de Estados Americanos (OEA). El plan de operaciones prevé cuatro etapas secuenciadas.
3. La logística del secuestro revela que se trata de una operación largamente planeada que fue organizada sobre un seguimiento prolongado de los pasos de Rodrigo Granda. Por lo mismo, la detención se podría haber hecho en la misma Colombia o en el Foro Social Mundial (FSM) de Porto Alegre, al cual el dirigente colombiano seguramente hubiera asistido. Sin embargo, Washington decidió llevarla a cabo en Caracas, dentro del contexto de dos eventos internacionales de la política venezolana, a fin de utilizarlo como detonador inicial de una cadena de reacción destinada a destruir el proyecto bolivariano.
4. Para lograr su objetivo táctico, Washington y su empleado colombiano están montando ---sobre el hecho criminal inicial--- una campaña de mentiras mediáticas a nivel mundial, que abarcan desde la falta de libertad de prensa y de respeto a la propiedad privada, hasta el apoyo a “grupos terroristas” como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la “subversión de gobiernos democráticamente electos”, el insuficiente combate al “terrorismo y narcotráfico” y la “alianza militar estratégica” con Rusia.
En este momento, las mentiras principales son, en boca de la canciller colombiana Carolina del Barco, que el gobierno de Hugo Chávez “cobija” a jefes de las FARC dentro de Venezuela, que permite que las FARC “monten campamentos en la frontera” y que hagan operaciones militares “desde territorio venezolano”.
El Colegio de Propaganda Fide de Washington, que se encarga de divulgar las mentiras de la nueva campaña, ya está trabajando a marchas forzadas, poniendo en funcionamiento sus cajas de resonancia: dentro de Venezuela y Colombia los partidos y medios de la oligarquía y afuera los Mickey Mouse Media (MMM) de Estados Unidos, encabezados por las televisoras CNN y el Washington Post, meticulosamente coreografiados con la amenazante Condoleeza Rice en el Senado estadounidense ---donde repitió las tonterías ideológicas de Woodrow Wilson de hace noventa años para justificar la agresión imperialista de hoy--- el embajador de Washington en Bogotá y un grupo de Rambos de la “contra” y de los escuálidos, en Miami.
En una de esas operaciones planeadas para el futuro, denominada "Operación Colibrí", se empezaría a hacer "flotar" videos adulterados; transcripciones de supuestas conversaciones telefónicas del Presidente Hugo Chávez con Fidel Castro y las FARC; detener a supuestos terroristas islámicos “apoyados” por Hugo Chávez y se reflotarían las terribles maquinaciones del artículo de U.S. News and World Report, "El terror cerca de casa" (Terror Close to Home), escrito por la jefa de la sección de América Latina, Linda Robinson, reseñado en mi artículo en rebelion.org, el 2 de noviembre del 2003.
5. El actual aprovechamiento propagandístico del secuestro, que se realiza sobre el intento de confundir los agredidos con los agresores, es el preludio para un conflicto armado (limitado) que Uribe lanzará en la frontera, a fin de crear el pretexto internacional para poner a sus fuerzas armadas en estado de “alerta roja” y romper las relaciones diplomáticas con Caracas.
6. Los escenarios que se escojan para tal fin pueden ser varios. Cuatro son los más probables: a) que unidades paramilitares o fuerzas especiales del ejército colombiano se disfracen como miembros de las FARC y ataquen a blancos dentro de Venezuela, para “vengar” el secuestro de Rodrigo Granda, motivando una reacción militar local venezolana; b) que fuerzas paramilitares o regulares disfrazadas de paramilitares lleven a cabo esa operación para destruir las supuestas “bases” de las FARC en Venezuela; c) el secuestro de personajes en Venezuela ó, una combinación de esos escenarios.
Un quinto escenario posible es una variación del incidente del “Caldas” de 1987, cuando un barco de guerra colombiano entró en aguas territoriales venezolanas, en medio del diferendo marítimo de delimitación de aguas marinas y submarinas del Golfo de Venezuela, como una demostración de que esas eran aguas colombianas.
7. El peligro de guerra entre Colombia y Venezuela daría motivo para convocar a una sesión de emergencia de la OEA, en la cual se tratara de aislar a Venezuela, aplicándole la Carta Democrática Interamericana (CDI) y demás arsenal legalista-injerencista de la OEA, así como de sanciones económicas. Este es el plan real de Uribe-Bush que tuvo su primer paso en el secuestro de Rodrigo Granda.
8. Las fechas que manejan los organizadores colombo-estadounidenses de la conspiración para ejecutar la provocación, giran en torno al 28 de enero y la semana del 1 al 5 de febrero. Las acciones externas irían acompañadas por una movilización del “frente interno” de la contrarrevolución, a través de la movilización de grupos de personas de la economía informal, que reclaman terrenos, trabajo y vivienda, a cuyas demandas los gobernantes locales o ministros no han dado respuestas eficientes.
9. El descarado apoyo intervencionista del embajador estadounidense en Colombia, William Word, ex asistente especial en la Oficina de Asuntos Político-Militares del Departamento de Estado; la afirmación de la canciller colombiana, de que a Uribe no le preocupa un agravamiento de las tensiones con Venezuela y el brusco rechazo de éste a la mediación ofrecida personalmente por el presidente brasileño Lula da Silva, aportan evidencia empírica adicional sobre la veracidad de la hipótesis.
10. Uribe no tiene el menor interés de arreglar el problema del secuestro conforme a ley y por la vía institucional bilateral, porque todo arreglo de este tipo lo pondría en conflicto con sus amos en Washington. Tanto por convicción propia como por dependencia extrema, tratará de violentar el problema aún más, hasta llegar al punto de inflexión, tal como hizo Bush con la mentira de las Armas de Destrucción Masiva de Irak en el Consejo de Seguridad de la ONU.
11. A Uribe no le importa, que el plan que ejecuta costará sangre y atenta contra la democracia latinoamericana y su Estado de Derecho, porque es un sujeto sin ética rodeado de altos funcionarios de dudosa probidad ética. Identificado en 1991 por la inteligencia militar estadounidense (Defense Intelligence Agency) como amigo personal del capo del narcotráfico más poderoso de aquella época, Pablo Escobar, y vinculado al cártel de Medellín, tiene como mano derecha a un Ministro de Defensa, ex Vicepresidente del Consejo Empresario de América Latina (CEAL), que es co-responsable de los múltiples crímenes de lesa humanidad cometidos por sus Fuerzas Armadas, dentro de Colombia, a quién se le ha comprobado una relación conyugal con una traficante de heroína encarcelada, y un comandante de la Policía Nacional, el General Jorge García, que ha mentido repetidas veces públicamente en el caso de Rodrigo Granda.
12. El conflicto entre Uribe-Bush y las fuerzas democráticas de América es de trascendental importancia para el futuro de la región, porque es el choque antagónico entre la Doctrina Monroe y el derecho a la autodeterminación de los pueblos latinoamericanos, pisoteado durante doscientos años por Estados Unidos. Al colocarse Uribe del lado del intervencionismo estadounidense y del intento, de instalar en América Latina un régimen de Estados terroristas y gangsteriles, se ha convertido, sin duda, en el enemigo público número uno de los pueblos, de la democracia y de la integración bolivariana de la Patria Grande.
13. Su maniobra, sin embargo, es arriesgada y puede convertirse en una derrota política decisiva para él y su proyecto neocolonial-terrorista, el Plan Colombia, si las fuerzas democráticas de la región, tanto estatales, como partidistas y de la sociedad civil, sabrán cobrarle el costo político de su crimen de Estado. Derrotar a Uribe no sólo significa devolverle la paz al espacio andino, fortalecer a los Estados democráticos y favorecer las condiciones de integración del Bloque Regional de Poder Latinoamericano, sino también, abrir las puertas a una solución negociada dentro de la misma Colombia.
El papel de Brasil, Argentina y Uruguay dentro de esta coyuntura es fundamental. Si Brasil, Argentina y Uruguay defienden los preceptos y el sistema del Estado de Derecho latinoamericano, así como las soberanías nacionales, y el Estado venezolano sigue actuando con madurez, Bush y Uribe no lograrán su objetivo.
Ante esta situación, no hay lugar para errores que debiliten la unión de las fuerzas democráticas antiterroristas del Continente.