La interculturalidad es el camino de los pueblos y de los gobiernos revolucionarios y progresistas para
establecer nuevas modalidades de
convivencia humana, nuevas reglas de juego para regular el intercambio equitativo entre pueblos y
culturas con la finalidad de enfrentar con un nuevo proyecto histórico la aplanadora homogeneizadora de la globalización capitalista neoliberal. Esto contempla una opción por los más excluidos, oprimidos y explotados, sean etnias, nacionalidades, culturas o clases sometidas.
La justicia entra por casa, especialmente en aquellas circunstancias de Estados Nacionales colonizados y
desnacionalizados que practican el colonialismo interno y políticas antinativas de negación de sus pueblos
originarios, los afrodescendientes e indiodescendientes, imponiéndoles condiciones adversas a su propia
realización humana, cultural y espiritual. Políticas de invisibilización, sometidos al autodesconocimiento
por cinco siglos de adoctrinamiento endorracista, vergüenza étnica, vergüenza materna, vergüenza de
clase y envilecimiento progresivo.
En la historia de la dominación imperial, señorial y colonial, la opción por los más excluidos y oprimidos
ha sido la línea común de profetas y libertadores en cada momento histórico: Moisés opta por su pueblo
esclavizado en Egipto; Jesús por los pobres y por los enfermos; Gandhi contra el colonialismo inglés en
India; Mandela contra el apartheid en Sudáfrica; Marx y Bakunin por los trabajadores; Túpac Amaru y
Túpak Katari, Guaicaipuro y el Negro Miguel, Francisco de Miranda y Simón Bolívar contra el colonialismo
español en América. De allí que cualquier proyecto de liberación está lejos de ser ideológica y
políticamente neutro.
¿Qué supone la interculturalidad?
-- La interculturalidad supone un expreso reconocimiento, respeto y tolerancia hacia la diversidad cultural,
hacia el otro o la otra diferente.
Tiene como punto de partida la defensa de la cultura propia, el idioma materno y la educación propia,
comenzando por los pueblos histórica y culturalmente más arraigados en los países colonizados.
Una interculturalidad bien entendida comprende que no siempre la voz del pueblo es la voz de Dios y no
siempre la luz está sólo en el ámbito de las academias. No siempre la Universidad es esa “casa de luz que
vence las sombras”… (Ante la pregunta unilateral y autosuficiente de ¿qué sería de una ciudad sin
universidad? Habrá que plantear otra pregunta anterior: ¿Y qué sería de una Universidad sin pueblo, con
la exclusión de los pueblos y sin la sabiduría de los pueblos? ¿Acaso no son los pueblos la fuente originaria
de toda cultura?). La construcción intercultural participativa, comprende contextualizar e integrar en una
visión de totalidad todas estas preguntas, sin negar sus especificidades.
Que hay luces y sombras tanto en los pueblos como en las academias y que del diálogo fecundo,
intercultural e intercivilizatorio entre pueblos y academias, entre culturas orales y culturas escritas, entre
campo y ciudad, trabajo manual y trabajo intelectual y espiritual, surgirá la nueva civilización
indoamericana y caribeña en el marco de la mundialidad actual, para lo cual es indispensable gestar y
construir con los pueblos y gobiernos progresistas del mundo, un mundo multipolar frente a la dictadura
global de los Estados Unidos.
Condiciones materiales y espirituales de la interculturalidad
La interculturalidad requiere condiciones materiales y espirituales para su plena realización, las cuales van desde la Preservación del espacio vital de los pueblos nativos: tierra y territorio. Seguridad y soberanía alimentaria, partiendo de los regímenes alimenticios propios de cada pueblo y reforzada con el intercambio cultura. Sin estas condiciones se crearán nuevas formas de dependencia y de preservación del hambre y la exclusión.
Ambiente y salud, tomando como punto de arranque los modelos de adaptación de cada pueblo a su ecología y cultura, visiones del mundo y manejo de su ámbito territorial con una ética apropiada para garantizar la reproducción de los ecosistemas y el sentido pleno de la vida.
Logística mínima para el movimiento, la participación activa y protagónica. El intercambio, la integración y la preservación de su identidad frente a la aplanadora de la globalización.
Trabajo productivo, creativo, recreativo y liberador.
Construcción de alternativas y métodos apropiados frente al movimiento envolvente de la guerra y del terrorismo mediático, incitador del conformismo, la sumisión y el consumismo desenfrenado que pone en peligro el equilibrio del planeta.
Es por tanto necesario establecer la prioridad de la vida sobre el libro para transformarlo en libro viviente para asumir el movimiento real de la historia. Los pueblos y civilizaciones están en el origen y desarrollo de toda cultura, en el pasado y en el presente.
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