Con el cuento de “su democracia” y la defensa de “sus derechos humanos”. Los imperialistas, andan por el mundo sometiendo, desangrando y saqueando a pueblos muy extraños del suyo en espíritu, ideas y doctrina que son el producto refinado de largos siglos de cultura propia, es como empeñarse en que un potro llegue a ser un buen toro. Así no se conseguirá ni que sea toro ni caballo bueno, sino un mal jamelgo, si es que resiste la prueba.
La crisis imperialista en curso que afecta en gran medida a todos los países del planeta Tierra refleja sus contradicciones. Pero además en Venezuela integra en sí toda la complejidad de la confrontación actual entre el sistema capitalista y el socialista en una etapa crucial y nada fácil de su desarrollo. He aquí porque las lecciones de esta crisis son importantes no sólo para el sistema capitalista, sino qué es un alerta para los países de nuestra América. La primera y, quizá, la más esencial, en nuestra opinión, consiste en que dichos acontecimientos, pese a toda la complejidad y diversidad, prueban claramente que el socialismo está echando profundas raíces y que nuestro pueblo no se imagina fuera de éste. Ello significa que las conquistas son irreversibles.
En plena medida se confirma también que el socialismo debe operar hoy día como una realidad regional, como una alianza de Estados estrechamente ligados por intereses políticos, económicos, culturales y defensivos. El imperialismo amenaza a los países, trata de minarlos desde fuera, desmembrar a uno u otro país, significa atentar no sólo contra la voluntad de nuestros pueblos, sino también contra toda la estructura social y, a fin de cuentas, contra la paz.
Otra importante conclusión se refiere, puede decirse, al nervio vivo del socialismo, al lugar y al papel de los trabajadores y campesinos, al significado de la sólida ligazón orgánica entre ellos. La Historia ha demostrado que solamente el pueblo es capaz de ser el promotor, inspirador y fuerza principal de la construcción de un país, y solamente el socialismo puede organizar y encauzar la energía de las masas populares a la creación de una nueva sociedad. Nuestro pueblo tiene todas las razones para enorgullecerse de las realizaciones del poder popular. En un plazo relativamente corto, se están llevando a cabo profundas transformaciones sociales y políticas y se está consiguiendo aquello a lo que aspiraron nuestros Libertadores: independencia garantizada, propiedad de los recursos naturales tales como: petróleo, minería, gas y fronteras sólidas y justas para nuestra patria. Bajo la dirección de nuestro líder Comandante, los obreros, los campesinos y los intelectuales salidos del pueblo hacen que nuestro país renaciera de las cenizas, estamos creando una sólida base social, conservamos e enriquecemos con nuevos valores la cultura nacional.
El imperialismo enemigo de nuestro país tanto a lo interior como fuera de él utilizaran cualquier desliz o desacuerdo en provecho propio. Sabemos lo que persiguen en nuestro Hemisferio los que se autodenominan hipócritamente amigos de Latinoamérica. A ellos no les preocupa en absoluto la suerte de nuestras naciones, pero sí sus riquezas y recursos naturales. Su idea es la de desmontar el socialismo y liquidar las conquistas sociales de los pueblos. Para ellos, en verdad, cuanto peor sean las cosas para el pueblo venezolano, tanto mejor. Y ésta es una lección que nos hace recordar: el socialismo es una empresa históricamente nueva, difícil, que implica la necesidad de vencer la resistencia de las fuerzas antisocialistas y contraponerse a la presión económica, político-propagandística y militar del imperialismo.
Por último, la experiencia nos enseña a poner de manifiesto el peligro que entrañan los errores y las desviaciones subjetivas frente a los principios en los que se asienta el sistema político del socialismo, las infracciones de las normas de la vida partidaria y estatal y los fallos en la política socioeconómica. La garantía más segura para no cometer esas desviaciones es desarrollar y aplicar la doctrina socialista, es una estrecha ligazón de Gobierno Revolucionario, PSUV con la clase obrera, campesina, y con las amplias masas del pueblo. Esta ligazón, que se hace viva realidad inquebrantable si los dirigentes comprenden las necesidades del pueblo, evalúan de modo realista las posibilidades del país en cada etapa y despejan sin miedo el cambio del futuro. Por otra parte, si todo obrero, todo trabajador consciente vincula sus esperanzas con la política de nuestro líder, si se siente no un simple ejecutor de la voluntad del Gobierno, sino que interviene activamente en la elaboración y aplicación práctica de los acuerdos partidarios.
Y otra conclusión más que tiene, a nuestro parecer, importancia hemisférica. La revolución socialista da libre curso al progreso multifacético de nuestros pueblos. Pero esto no significa que desde ahora el progreso se asegure automáticamente, ni que las relaciones de producción y las fuerzas productivas estén en correspondencia de una vez y para siempre unas con otras. El impetuoso desarrollo de la producción, la ciencia, la técnica y la cultura, así como el propio desenvolvimiento de la personalidad plantean nuevas demandas ante la organización del pueblo. Se plantea el problema de la constante renovación del socialismo sobre su propia base. En caso contrario, en la vida del pueblo surgen trombos, fenómenos de estancamiento, y los problemas económicos y sociales pueden agudizarse hasta un límite peligroso.
Es necesaria la capacidad de hacer un análisis autocritico, evaluar sensatamente su propia actividad, sacar las conclusiones necesarias de los errores y fallos también es una de las formas importantes de la lucha por el socialismo. Tomemos enérgicamente el rumbo para acelerar el desarrollo socioeconómico, renovemos nuestras vidas, liberándolas de todo aquello que impide al régimen socialista desplegar su apreciable potencial político, económico y espiritual. En esencia, todos nosotros tenemos un mismo objetivo: aprender, lo más rápido posible, a utilizar en plena medida las enormes posibilidades de la revolución socialista; hallar una óptima combinación entre pueblo y Gobierno, entre las esferas estatal y social, entre la gestión y la auto gestión: estimular mejor la labor de los trabajadores, su actividad laboral, política y su conciencia cívica.
La esencia del socialismo, como es sabido, se expresa con la formula: “De cada cual, según sus capacidades; de cada cual, según sus necesidades, a cada cual, según su trabajo.” Procuremos que esta fórmula se vea confirmada por el quehacer diario, que no haya lugar a una nivelación de salarios, que se estimule por todos los medios el trabajo altamente productivo y se observen rigurosamente los requisitos de la justicia social.
Sí los imperialistas tienen miedo a competir honradamente con nuestro sistema social en economía, democracia, cultura y riqueza espiritual de la vida de nuestro pueblo, es cierto que la paz, no les sirve de nada.
Si no les preocupa la suerte de la Naturaleza, del hábitat de los seres humanos, continúen contaminando.
Sí los ávidos apetitos de los jefes del comercio de la guerra y de todos los vinculados a ellos, son más importantes que el sentir y los intereses vitales de cientos de millones de seres en todo el mundo, continúen destruyendo e invadiendo países.
¡Gringos Go Home!
¡Libertad para Gerardo! ¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!
Hasta la Victoria Siempre. Patria Socialista o Muerte ¡Venceremos!
manueltaibo@cantv.net