Una vez culminada la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, en Caracas, Capital de la República Bolivariana de Venezuela, surgen en estas tierras del Sur renovadas fuerzas y las esperanzas pasaron a convertirse en satisfacción y realidades. Ahora se comienzan a sentir los efectos de una iniciativa de integración regional con características propias, autenticas.
La CELAC, debe ser por su espíritu y naturaleza, una estructura muy distinta a los organismos ya existentes, surgida al calor de las necesidades de los países que le dan cuerpo y sentido, con acciones solidarias y con un alto grado de compromiso y sujeción a los objetivos intrínsecos de esta América Latina y del Caribe, que ha estado sometida a intereses foráneos, explotada y sujeta a la humillación de las grandes potencias, alejada cada vez más de la posibilidad de desarrollarse y ser independiente para decidir su destino.
Los 33 Presidentes y cancilleres que representaron a sus territorios con más de 500 millones de habitantes y un área de 20 millones de kilómetros cuadrados, coincidieron en discursos unitarios, de solidaridad para imponerse a los obstáculos que no se pueden superar sin la conjunción de fuerzas productivas, tecnológicas, sociales y culturales.
En la CELAC, participan gobiernos y Estados con grandes matices y diferencias ideológicas, con visiones distintas de la sociedad pero que están de acuerdo con la imperativa obligación de abrir un camino diferente al que señalan las influencias arrolladoras del capitalismo mundial caracterizado por las grandes crisis que antes se denominaban cíclicas pero hoy está suficientemente demostrado su carácter estructural, que convirtió a este sistema económico en depredador de la biodiversidad y en consecuencia destructivo para la humanidad.
La CELAC, es producto de un proceso largo de búsqueda de acercamientos de nuestras naciones. La anteceden: UNASUR, La ALBA y PETROCARIBE. Como herramientas de cooperación y alianzas. Dentro de esta búsqueda para consolidar la gran unión de los más débiles, el Presidente de Uruguay, José “pepe” Mújica, establece lo siguiente en su discurso:
“La integración no está alcance de la mano, ni a la vuelta de la esquina, es una proeza desafiante de nuestros tiempos…
…pero, mucho más hay que hacer en la agitación de la conciencia de nuestro pueblo, porque si no tenemos aliento, el empujón, la participación de los que andan a pie, de los que andan en los cerros, de los que andan en los socavones minerales, en la negritud olvidada de este continente, en los pueblos indígenas, no tendremos fuerza para este tamaño desafío”…
La iniciativa de comenzar a difundir y debatir los documentos de la CELAC, tienen en sí misma un contenido de lucha por la liberación. En la medida en que la población conozca la importancia de la integración suramericana y caribeña, que la convierta en una consigna y acción, la haga suya como un gran movimiento latinoamericano. En ese momento, basado en la necesidad de construir nuestro camino, La unidad garantiza a la América la libertad y el desarrollo.
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