De 1958 a 1998 se producen cambios importantes en el substrato social y material de Venezuela en cuanto a su volumen. Los cambios demográficos fueron fundamentales, sobre todo en cuanto a la formación de los cinturones de miseria en los alrededores de las grandes ciudades del país, esto es, de la acumulación de mano de obra no calificada en los focos urbanos.
Sin embargo, la desgracia de Venezuela era que casi todo el petróleo y todos los minerales extraídos de su subsuelo, por compañías extranjeras, estaban destinados a la exportación… Esa explotación, destinada a la exportación, comenzó a dañar el subsuelo donde se extraían petróleo y minerales, ya que estaba hecho sin ninguna consideración. Esas materias primas se embarcaban generalmente en barcos de bandera extranjera y no dejaban en el territorio venezolano más que una parte ínfima de su valor comercial del que se adueñaba la clase dominante.
Sólo un pequeño grupo de capitalistas y otros de la pequeña y mediana industria se esforzaban por industrializar el país, ante la indiferencia olímpica de los gobiernos adeco-copeyano.
Hay que señalar que el arancel proteccionista facilitó las inversiones. Se crearon de hecho unos precios que iban a permitir ganancias exorbitantes a los capitalistas. Por eso, mientras los precios del oro caían —y con ellos los precios exteriores—, los precios interiores subían, pues la cotización del bolívar bajaba. Fue una época para los capitalistas venezolanos, pero mucho más para los extranjeros, que no tenían que pagar las inversiones industriales (maquinaria, material de construcción, etc.), cambiando bolívares depreciados por divisas más fuertes y, por lo contrario, podían beneficiarse del alza de precios en el interior del país.
Pero los capitales extranjeros, en esos años que se sitúan en el umbral de la era imperialista, de la exportación en masa de capitales, hacían su aparición como capitales golondrina aprovechando el vaivén de nuestra moneda, inversiones en las industrias decisivas y en la explotación del petróleo y minerales. Ahí estaban la Creole, la Shell, la Mobil y la Orinoco Iron y otras transnacionales.
La historia no tiene fin. Y esto es lo que se sabe. Porque en esa época comienza un tipo de inversión más sinuosa. Ya no es la sociedad extranjera, con nombres y gerentes extranjeros, domicilia en Estados Unidos, Inglaterra u Holanda, que trata a los venezolanos como a esclavos de los tiempos de la colonia. Se trataba de “asociarse” con capitalistas venezolanos, de buscar testaferros, de tener en la mano un paquete de acciones decisivo, etc. Este tipo de penetración es más difícil de comprobar. Tenía, la ventaja de permitir una exportación extensible y en masa de los beneficios, que hipotecaron nuestra economía.
Podrían citarse también, ciertas empresas de la industria alimenticia de propiedad extranjera, entre las que tienen importancia conocida MONACA, MOCAMA, QUAKER, CARGIL, NES-TLE, COCA-COLA y la industria de galletas entre otras.
De todos modos, Venezuela debía importar grandes cantidades de productos alimenticios, maquinaria, algodón, productos manufacturados, etc. No sólo se trataba de una economía agraria sino de una economía agraria muy desigual con mucho “postre” y poco “alimento básico”. Inútil recordar que la producción era presidida por la anarquía más total. Con el mismo espíritu que Venezuela obtenía las ganancias del petróleo con la mano derecha para gastarlas con la mano izquierda en los mercados Norteamericanos y de otros países, sin hacer una inversión ni preparar el porvenir; con ese mismo espíritu los terratenientes venezolanos obtenían préstamos blandos del Gobierno para depositarlos en bancos yanquis, (que nunca pagaron) la mega especulación con los artículos de primera necesidad, la ganancia de la rustica explotación de sus haciendas, para costear avionetas, comprar viviendas en Miami y viajes turísticos al exterior sin realizar una sola mejora en la explotación agrícola.
No ha bastado, pues, a nuestro juicio, la protección para elevar el stock de los capitales circulantes que los tiempos y los adelantos demandaban. Mientras tal sea la característica agraria; Nueva york, y no Caracas, fijará precio a los productos alimenticios. La renta petrolera y de otros recursos irá a consumirse a los grandes centros mercantiles e industriales de los países industrializados y no a mejorar la producción; toda iniciativa de adelanto en los métodos de producción luchaba con la dificultad de no poder transformar fácilmente un capital fijo en circulante… La balanza de pagos era mucho más desfavorable; continuó el crecimiento de la Deuda exterior. Las salidas de oro y divisas del país superaron, sin duda, la capacidad de pago. La circulación fiduciaria aumentó extraordinariamente ya no se cambiaban bolívares, depreciados, se había convertido en la práctica en una moneda divisionaria. Desde luego, este aumento de la circulación fiduciaria no correspondía a un aumento de producción de bienes ni de transacciones comerciales. Correspondía, en primer lugar, al aumento de los presupuestos del Estado, y en segundo lugar, a la corrupción y la depreciación del bolívar en el mercado internacional.
Dijérase que todo se reducía aquí a satisfacer a los venezolanos de las clases distinguidas, proporcionándoles destinos y haciéndoles ganar dinero. El pueblo parecía indiferente. Esto prueba que esos gobiernos tenían las elecciones en sus manos y aún se cuidaban de que fueran elegidos algunos miembros de aquella inmoral oposición. Todo ello constituía un sistema de explotación de lo más abyecto, una caricatura de constitucionalismo, frases y latrocinio. No es cosa de fatigar al lector con la minuciosa descripción de la querella domestica entre adecos y copeyanos. Baste con decir que (adecos y copeyanos ocupaban el Poder haciendo y deshaciendo en política interior y exterior) desde 1958 a 1998.
Esa situación presentaba anomalías sin precedentes, aún en este país de una amoralidad política tan severa. Un golpe de mano o insurrección militar el 4F-92, si así puede decirse, produjo una crisis bancaria que no explica ninguna razón aparente, política ni parlamentaria.
Este es, en síntesis, el vaivén de la política oficial del país durante esos cuarenta años. Los discursos altisonantes y las trapacerías de pasillos podrían, tal vez, caracterizarlo. Sin embargo, Venezuela era algo más que eso. Junto a sus problemas políticos, económicos y sociales, ya examinados, ofrece entonces un desarrollo del movimiento nacionalista, la irrupción en la vida pública de un movimiento del pueblo cada vez más importante, un renacimiento socialista que se anunciaba de indiscutible empuje, luchas políticas y sociales al aire libre de la calle y un triste problema: la sangría de la burguesía criolla y del imperialismo colonial.
“No creáis a quienes os digan que buscan, el bien por el bien mismo, sin esperanza de recompensa; de ser ello verdad, serían sus almas como cuerpos sin peso, puramente aparenciales”.
¡Gringos Go Home!
¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!
Hasta la Victoria Siempre y Patria socialista.
¡Venceremos!
manueltaibo1936@gmail.com