Un retrato, reflejo de la situación actual – hecho por el excelente corresponsal Patrick Cockburn, para el periódico inglés The Independent - dice que todas las carreteras para salir de Bagdad están cortadas, la seguridad iraquí y los soldados estadounidenses sólo consiguen circular en convoys fuertemente armados. Hay una ola de asesinatos de altos funcionarios iraquíes basada en un buen trabajo de inteligencia. 52 importantes figuras religiosas y del gobierno iraquí fueron muertas desde que tomó posesión el nuevo gobierno iraquí.
En junio de 2004, hace un año, fueron muertos 42 soldados norteamericanos; este mes los muertos fueron 75. El número de militares y policiales iraquíes muertos cada mes aumentó de 160, en el momento de la posesión del gobierno, para 219 actualmente.
Nadie desarrolla esfuerzos en el mundo para recoger soluciones alternativas para la crisis iraquí, que no esas tentativas de resolución por medio de la fuerza, vueltas necesariamente para el fracaso. Gobiernos apoyan la política norteamericana, con reparaciones o incondicionalmente. Otros se distancian, pero sin proponer iniciativas alternativas.
Ni siquiera el Forum Social Mundial asume ese papel, aunque un otro mundo posible sólo tendrá espacio si fuera derrotada esa política imperial de tentativa de militarización de los conflictos y su resolución por medio de la fuerza.
Irak, junto con Palestina, Afganistán y Colombia, son los epicentros de la guerra “infinita” del gobierno Bush. El presente de Irak es un infierno, en el que el pueblo iraquí es la peor víctima. La solidaridad con la resistencia iraquí no impide la búsqueda y la articulación de propuestas de solución para la crisis, solución justa, negociada, duradera. El pueblo iraquí merece y el mundo lo necesita.
*Emil Sader es profesor de la Universidad de São Paulo (USP) y de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Uerj), es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Uerj y autor, entre otros, de "La venganza de la Historia”
