El imperialismo fue una necesidad histórica del capitalismo Financiero: Marx predijo el dominio del monopolio. Era imposible predecir el fascismo porque en el sentido dialectico, no mecánico de la palabra, no estaba determinado por la necesidad económica. Una vez que el proletariado, por diversas razones históricas, fue incapaz de tomar a tiempo el poder y hacerse cargo de la economía para reconstruirla sobre lineamientos socialistas, el capitalismo decadente sólo pudo continuar existiendo mediante la sustitución de la democracia burguesa representativa por la dictadura fascista. El imperialismo se considera como la forma más avanzada del capitalismo. El fascismo es un paso atrás, un estancamiento político, el comienzo del descenso de la sociedad burguesa a la barbarie.
El fascismo es la expresión de la desesperación de las masas pequeñoburguesas, que también arrastran consigo al abismo al pueblo trabajador, la desesperación surge cuando se ven cortados todos los caminos de salvación. La crisis de un país revela con notoria claridad que el fascismo no existe como factor independiente. Es sólo una herramienta del imperialismo. La “democracia” y “socialdemocracia” es otra de sus herramientas. El imperialismo se eleva por encima de ambos. Los pone en movimiento de acuerdo a sus intereses y necesidades, algunas veces contraponiendo una al otro, otras combinándolos amigablemente.
Todo esto no implica, por supuesto, que no haya ninguna diferencia entre la “socialdemocracia” y el fascismo, o que esta diferencia no tenga ninguna importancia para la clase desposeída. Pero es necesario comprender claramente en cada oportunidad el contenido real de esta diferencia y sus verdaderos límites. Para los países del “llamado tercer mundo” la lucha por el socialismo, incluyendo la lucha por la independencia nacional, representa una etapa necesaria y progresiva del desarrollo histórico. Por esta razón el pueblo tiene no sólo el derecho sino también el deber de participar activamente en la “defensa de la Patria” contra el imperialismo
Nos vemos en la necesidad de aclarar una cuestión teórica que también tiene una importancia política. Nos referimos esencialmente a la relación entre la personalidad política e histórica y el “medio”. Nuestros “ideólogos” nuevamente se equivocaron completamente al demostrar su descubrimiento (de que el fascismo es la última etapa del imperialismo) citando las palabras de Marx de que ninguna sociedad desaparece de la escena histórica antes de haber agotado todo su potencial productivo. Porque precisamente el imperialismo agotó su potencial creativo antes de la Primera Guerra Mundial. La sociedad burguesa no desapareció a tiempo porque ninguna sociedad que se sobrevive desaparece por sí misma. La clase revolucionaria debe derrocarla. La Segunda Internacional, luego la Tercera, no lograron derribarla. Esta es la única razón de que exista el fascismo. La actual crisis es la consecuencia de la crisis de la revolución proletaria. La clase revolucionaria no cuenta todavía con un líder, ni con un partido poderoso, ni tiene concienciación ideológica que pueda garantizar con su elección la solución del problema fundamental de nuestra época: la conquista del poder por el proletariado.
La derrota de la socialdemocracia austríaca ocurrió en febrero de 1947, cuando los obreros austriacos declararon una huelga general contra la represión gubernamental y fueron aplastados después de una heroica lucha armada. Después de esta derrota se ilegalizó la “socialdemocracia” austriaca, (o social imperialista) que otrora había sido la más poderosa del mundo, el golpe de estado de Hitler en Alemania, la derrota de la socialdemocracia austriaca, la línea del “tercer período” de la Comintern, el frente popular, la revolución española, etcétera. ¿Qué saben nuestros “ideólogos” sobre todo esto? Aparentemente, absolutamente nada o se hacen los locos.
Cuando Lenin dejó de jugar un rol activo, ¡todo un período histórico, pletórico de grandes acontecimientos mundiales! Durante este lapso, el “leninismo”, en el sentido formal de la palabra, se dividió en dos alas: el “stalinismo”, la ideología oficial y el “trotskismo”, la Finanza Internacional (Ellos, los banqueros judíos). Todos los acontecimientos mundiales pasaron por estos dos filtros teóricos. Los seudos marxistas, pequeño-burgueses de tasca y cafetín, que no sirven ni para demócratas, imaginan que la lucha contra el fascismo consiste en declamar discursos en mítines y conferencias. La verdadera lucha contra el fascismo es inseparable de la lucha de clases del proletariado contra los fundamentos de la sociedad capitalista. El fascismo no es una etapa económica inevitable. Pero tampoco es un mero “accidente”. Es la consecuencia de la incapacidad de los degenerados y totalmente descompuestos partidos que se dicen “socialistas” para asegurar su continuidad y la victoria. Por lo tanto, la lucha contra el fascismo es, sobre todo, la lucha por una nueva dirección revolucionaria. Ese era el significado histórico del trabajo de la Tercera Internacional. ¡Sólo desde ese punto de vista se puede comprender y evaluar su actuación!
En los países débiles y semicoloniales, una política social conservadora, y más aún una reaccionaria, significa traicionar, en el más amplio sentido de la palabra, la independencia nacional. En conclusión, es imposible combatir al fascismo sin combatir al imperialismo. Los países de la América de Bolívar y de Chávez deben luchar antes que nada contra el país imperialista que los oprime directamente, más allá de que lleve la máscara del fascismo o la de la socialdemocracia.