Hablando con propiedad histórica, mientras nuestro proceso civilizatorio y evolución regular ha sido entorpecido por los imperios europeos que invadieron estos territorios preamericanos del Oeste europeo, hecho que todavía suma siglos, por el contrario, allá en la sede de esos conquistadores extranjeros, su desarrollo seguía su curso normal y hasta fue favorecido por las ingentes riquezas nuestras que terminaron convirtiéndose en ese devorador capital que sistematiza hoy el sistema de la burguesía.
Los invasores de marras poco difieren de los actuales nacionalizados procedentes de esos mismos países, de esas personas malagradecidas a quienes la patria nuestra les ha brindado su modo de vida familiar, expulsados como han sido de sus países de origen como alivio de las propias necesidades insatisfactibles que, por ejemplo, las 2 guerras mundiales burguesas provocaron allá en esas tierras.
Un ensayo imaginario nos invitaría a preguntarnos: ¿qué les ocurriría a esos países europeos si nuestros países centro y suramericanos, tan despreciados por ellos y tan traicionados por sus inmimigrantes, ante sus demostraciones de apoyo a los dueños del capital burgués y sus alianzas con los países imperiales de hoy, si nosotros, decimos, decidimos suspender todo ese proceso de nacionalizaciones, alegremente ocurridas y concedidas las más de las veces?, ¿qué pasaría si consideramos indeseables-como en Uruguay-las adquisiciones de tierras que aquí han hecho hasta ahora?
Unas encuestas podrían revelarnos con quiénes están nuestros nacionalizados, hoy metidos a comerciantes las más de las veces, y muy cuadrados como se hallan con la derecha venezolana y antirrevolucionaria.
Uruguay en estos momentos está aprobando una novísima Ley que prohibiría a los extranjeros de ese país la compra de tierras uruguayas al descubrirles interes antipatrióticos con el capital extranjero y opresor.
La norma de estos nacionalizados ha sido venir a hacerse ricos en nuestras tierras y, por supuesto, eso les ha obligado a doblegarse a los interes burgueses extranjeros de quienes han dependido en materias primas y otros medios de producción y trabajo.
El mismo descuido del Estado, practicado hasta la culminación de la IV República, los condujo a esas conductas indeseables que han prendido en unas personas que aquí lo han tenido todo y ahora lucen empatados con los destructores de nuestro país bolivariano.
Estas preguntas debemos hacérnoslas porque son muchos los caballos de Troya que hasta hemos criado.