La Abuela Kueka y el Abuelo Kueka formaban una unidad sagrada, sabia y consejera del pueblo pemón en Santa Cruz de Mapaurí, estado Bolívar de la República Bolivariana de Venezuela.
De la visión cosmogónica, histórica, tradicional y cultural de los pemón sabemos que hace mucho, mucho tiempo el joven Kueka, de la comunidad Taurepan y la joven más bella de los Macuxi se enamoraron y decidieron estar juntos por siempre, pese a la prohibición de sus creadores ante esa posibilidad de unión entre taurepanes y macuxis.
Al desobedecer, el joven Kueka y la joven más bella de los Macuxi aquella prohibición, fueron castigados por un guardián ancestral, muy celoso y estricto, llamado Makunaima que los convirtió en piedra.
La Piedra Kueka se convirtió así en la abuela y el abuelo de los pemón.
Un día del año 1998, antes de que Hugo Chávez ganara las elecciones de aquel mismo año, vino a nuestro país un señor alemán de nombre Wolfang von Schwarzenfeld que, con la anuencia del presidente de la república de ese entonces, Rafael Caldera, y del presidente de Inparques de ese entonces, Héctor Hernández Mujica, separó violentamente a la Abuela Kueka del Abuelo Kueka, llevándose a nuestra Abuela sagrada para que formara parte de un monumento a la paz en un parque por allá en Alemania. Paradójicamente nuestra Abuela Kueka representa al amor en ese monumento cuyo nombre es Global Stone y es propiedad del referido Wolfang von Schwarzenfeld.
En nombre del amor se cometió este atentado contra la estabilidad natural y espiritual de nuestra patria sin que hasta el momento se vislumbre, en serio y contundentemente, el retorno de nuestra Abuela Kueka a su lugar ancestral de origen junto al Abuelo Kueka en la comunidad de Santa Cruz de Mapaurí.
Han pasado ya 16 (dieciséis) años de esta tragedia y pareciera que todo marchara inexplicable, absurda y excesivamente lento para que se haga justicia y se retorne de inmediato a la Abuela Kueka al suelo patrio, a su comunidad, a su sitio de amor eterno y sagrado. Pareciera que no doliera sino a los pemón y a un reducidísimo grupo de funcionarios, ecologistas y activistas culturales, o que fuera para muchos sólo un asunto sin importancia de una piedra de jaspe cuyo peso es de treinta toneladas y nada más. Es lo que pareciera después de dieciséis años.
El detalle está en que hasta que no retorne la Abuela Kueka no habrá paz en nuestro país. Al sacar a la Abuela Kueka de la República Bolivariana de Venezuela dejaron a nuestro país gravemente enfermo, espiritual, ambiental y energéticamente desestabilizado. Estamos, sin la Abuela Kueka, entubados, funcionando con aparatos artificiales, dañinos, contaminantes y costosos, muy costosos.
Así que si queremos sanar y estabilizar a nuestro país tenemos que traer de vuelta a la Abuela Kueka. Luego de su retorno, vendrán por añadidura, la prosperidad, la productividad, la alegría, la solidaridad, la paz y la justicia. No creerlo de esta manera nos colocará de lado de quienes piensan y sienten que sólo se trata de una piedra, y de nada más que una piedra.