Durante el proceso electoral de la República de chile en 1970 múltiples sectas y organizaciones religiosas proliferaron en ese país. Era el trabajo ideológico subliminal mediante la prédica y manipulación de la fe, ante la segura victoria del candidato socialista Salvador Allende. Se fraguó un golpe de Estado sistematizado desde los templos, iglesias, sinagogas y las arengas diarias en los barrios populares y comunidades. El centro de los sermones era el tema del castro – comunismo.
Además del mitin a favor del golpe de pastores y sacerdotes, la información en la mayoría de los noticieros en TV y prensa, la derecha política y el fascismo difundían a un Allende sometido a los intereses de Cuba socialista. Internacionalmente, la propaganda negra contra el gobierno de Salvador Allende era terrible y a diario. Toda la maquinaria tecnológica de la información preparaba psicológicamente a la ciudadanía chilena y del mundo para una acción violenta e inconstitucional contra el presidente chileno.
Desde el gobierno de los Estados Unidos, dirigido por Richard Nixon, se calculó como un complemento decisivo en el derrocamiento del Presidente Salvador Allende, el sabotaje económico. Paralizaron el transporte de alimentos en Chile y la CIA financió a las empresas inactivas. Desaparecieron los alimentos de primera necesidad como azúcar, aceite, arroz. Se hacían grandes colas para obtener cualquier bien material y luego vino el golpe de Estado dirigido desde la Casa Blanca. Y el palacio Presidencial Fue bombardeado y allanado por fuerzas norteamericanas y carabineros el 11 de septiembre de 1973. Allí murió el Presidente y fueron asesinados la mayoría de su equipo de gobierno y su seguridad. El general Augusto Pinochet, jefe del golpe de Estado, asumió el mando. Más de 10 mil chilenos ligados a las ideas socialistas, sufrieron la muerte y tortura. Hubo miles de desaparecidos. Chile recibió poco apoyo de grupos revolucionarios y algunos países se solidarizaron. América Latina presentaba un cuadro de aislamiento entre sus naciones.
Venezuela vive hoy los rigores de una guerra económica bien planificada con una avasalladora información para deslegitimar al gobierno del Presidente Nicolás Maduro. Las colas y la escasez de alimentos y otros productos de primera necesidad son un mecanismo para exacerbar el descontento y crear una situación de caos general que permita justificar un golpe de Estado, tal como lo hicieron en la nación chilena. Esta vez, la geopolítica latinoamericana y mundial ha cambiado, el Presidente Chávez logró la creación de organismos para unir y defender los intereses de la América del Sur y el Caribe: Venezuela no está sola. Cuenta con el apoyo de muchos países dentro y fuera de América. Rusia, China, Irán, Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Cuba y muchos otros más responderán de alguna manera ante el criminal propósito de derrocamiento del gobierno bolivariano.
Pero hay otro elemento: la conciencia política de un importante sector del pueblo venezolano. Es una tarea muy difícil para el fascismo aliado al gobierno imperialista de los Estados Unidos y las transnacionales al querer ejecutar su criminal pretensión para tomar el poder en nuestro país.