La América del Norte, cuya población está formada en su mayor parte por elementos sajonizantes que apenas si llegaron a confundirse con las razas de color, exhiben una cultura y una humanidad muy diferente de las que exhiben los países de nuestra América, pues aquí los colonizadores, principalmente de origen latino, mezclaron con mucha liberalidad su sangre con la de los aborígenes y la raza de color. Si tomamos esto como ejemplo, fácilmente comprenderemos los efectos de la raza cósmica existente.
En el transcurso de la conquista crean en el país que han penetrado, culturas que llevan originalmente el sello de su propio carácter destructivo. Esa combustión interior que los aniquila, esa necesidad de movimiento y de encontrar o de hacer un mundo a su medida, explica por qué el conquistador suele ponerse al servicio de la insania. Sea cual fuere el tiempo y el espacio en que les correspondió vivir, pugnan por modificar su circunstancia o buscan ansiosos un medio donde sus leyes y costumbres sean su propia voz profundamente repetida. No menos libertinos son los curas y los obispos. En 1579 escribía al rey el capitán Pedro de los Ríos, sobre Fray Pedro de Agreda, segundo obispo de Venezuela: "Era tan incontinente en el vicio de la carne que en cualquier pueblo que está da gran nota de su persona, tanto que está escandalizada toda la tierra, de tal manera que sus flaquezas no se podrían escribir sino en mucho papel, como se vido la pasqua de Navidad pasada, que combidó a su casa a una manceba suya que se tiene noticias y es pública que lo es de más de quince años a esta parte, y bino la dicha con otras cinco ó seis mujeres impúdicas y toda la noche danzaron y bailaron en casa del dicho Obispo, con cinco frayles que con él estaban de lo qual se siguió grande escándalo al pueblo". A medida que pasa el tiempo, los imperialistas y la religión pecan contra el principio de la conservación, idiosincrasia y respeto a las costumbres de cada país, a quienes habían subyugado, acaban con su propia existencia como pueblo porque a la conquista siguió inevitablemente a la exterminación y la dominación. No es la pérdida de la guerra lo que arruina a los pueblos, sino la pérdida de la capacidad de resistencia.
Los medios de comunicación de la burguesía en una campaña absolutamente fanática de calumnias, derriba todo lo que debiera mirarse como el sustentáculo de la independencia, de la civilización, de la libertad y de la autonomía económica de un país. Dichos medios braman especialmente contra los países que se niegan a prosternarse ante la dominación imperial, o contra aquellos cuya capacidad intelectual aparece ante sus ojos como una amenaza. Cuanto más inteligente sea individualmente el amo de estos medios, tanto más afortunado será en su engaño, gracias al cual conseguirán que una parte considerable de la población llegue a creer seriamente que ellos son los dueños de la verdad. Sin caer en la exageración pesimista puede señalarse que Venezuela atraviesa por una de las etapas críticas más preocupantes en el correr del siglo.
El fascismo y el paramilitarismo son las armas de un imperialismo ambicioso, hambriento, agresivo y por lo tanto asesino. Los crímenes sin precedentes del paramilitarismo colombiano y el sión-imperialista gringo provocan en los pueblos una tendencia a la venganza contra estos criminales plenamente justificable. La lucha contra las atrocidades fascistas y contra las atrocidades sión-imperialistas, especialmente contra los asesinatos de civiles y militares en pacíficos países, sólo la pueden llevar adelante los honestos pobladores que no participan directa ni indirectamente en actos criminales. Sólo el derrocamiento de todas las formas de esclavitud y exclusión, la destrucción del fascismo-imperialista, es el juicio implacable de todos los pueblos a los bandidos y gánsteres contemporáneos que satisfarán realmente la indignación de los pueblos.
La Expropiación de las tierras, las riquezas naturales y los medios de producción constituye para Venezuela una medida de auto defensa nacional absolutamente indispensable. Ninguno de los países de nuestra América podrá conservar su independencia si no satisface las necesidades cotidianas del pueblo. La disminución del poder adquisitivo de la moneda es sólo una de las consecuencias del bloqueo imperialista contra Venezuela que ya comenzó. Cuando se lucha, las privaciones materiales son inevitables. La salvación es imposible sin sacrificios. Capitular ante los imperialistas significaría entregarles todas las riquezas del país y condenar al pueblo venezolano a la decadencia y a le extinción, Por supuesto, el Gobierno revolucionario y socialista tiene que controlar que el peso del alza del costo de la vida no caiga fundamentalmente sobre los trabajadores.
—No nos queremos dar cuenta de que toda la tendencia del tiempo actual es liberarse de las trabas innumerables de la ley de la reglamentación en las cuales nos debatimos como moscas en una tela de araña; y ellos quieren forjarnos cadenas más sólidas aún. Ellos hablan de medios para que el trabajo sea atractivo y no parecen saber que, dentro de una sociedad fundada sobre leyes naturales, el trabajo, que es la manifestación de la vida, de los pueblos, no necesita verdaderamente medios atractivos, que el trabajo es, por sí mismo, lo que puede haber de más atractivo.
Cito a José Ingenieros: "Cada ser humano es cómplice de su propio destino: Miserable, es el que malbarata su dignidad, esclavo el que se forja la cadena, ignorante el que desprecia la cultura, suicida el que vierte la cicuta en su propia copa".
¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tús sucias pezuñas asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!