“La historia de Venezuela cuenta las insurgencias: y la más reciente señalan la de 1945, en la que se interrumpió un orden legal (GOBIERNO DEMOCRATICO) por la impaciencia e inconformidad de un grupo de ambiciosos, políticos y militares, encabezados por Rómulo Betancourt. Más adelante, se volvió a golpear la estabilidad de la República, en 1948, y se ofendió el decoro de la Nación durante los diez años que precedieron a ese atropello, con la más abominable de las tiranías venezolanas. En el año 2002, el golpe de Estado Empresarial, apoyado por un grupo de militares ladrones, patrioteros e inmorales. Todas estas agresiones contra el pueblo de Venezuela fueron organizadas y financiadas por el Gobierno de Estados Unidos de Norte américa”.
En 1958, cesó el silencio inmenso y se emprendió la obra que reclamaba el pueblo para poner en vigencia los principios del Libertador acerca de la dignidad humana.
La invocación de las proclamas, la lectura del testamento político, sirven a cada aniversario para congregar en torno al patriotismo una expresión que navega en las alturas más idealizadas. Aquella frase:
“Vamos, José, que de aquí nos echan”, ha recibido la interpretación adecuada al contemplar las ofrendas obligadas que se depositan en su tumba, pues se entiende la injusticia permanente en que se incurre al exaltar su recuerdo, sin mostrar la realidad del arrepentimiento, y es el más puro contrasentido sobre la tierra, el que recorre el contorno de la nacionalidad.
Ése ha sido el escenario de Venezuela, en la época de la IV República, convulsionada por la gloria de su pasado y el drama de su presente. Las figuras de los héroes frente a la aspiración personalista con el manotazo de la violencia como preludio de la dictadura, trae ahora en este aniversario, el cúmulo de reflexiones para solicitar, el medio de detener la discordia, social y política lograr la solución financiera y económica, que permita superar los inconvenientes actuales en que el prestigio del país está en peligro.
Cada año en Venezuela ha sido conmemorado el 17 de diciembre. Las frases solemnes con sus acentos categóricos preguntan qué se ha hecho por la estabilidad y la tranquilidad de los venezolanos. Los puntofijistas han profanado la oración sublime mientras apretaban la garganta del pueblo; los estadistas se han sentido ensimismados por la grandeza del ayer al quedarse el estupor en sus manos vacías; los demócratas no tuvieron tiempo de repasar la historia ante las urgencias amenazantes, y por eso, no acudieron a la sabiduría de la experiencia. Y la gloria del patriotismo habló complacida, de un pasado excelso y de un porvenir admirable, con la riqueza incalculable de su pródiga naturaleza.
Las ideas del Libertador respecto a la misión del gobernante, la separación de los poderes y las atribuciones de los organismos constituyentes son pautas en su vivencia aleccionadora. El pensamiento de Simón Bolívar acerca del ejército corresponde a la más ponderosa exaltación de un servicio eminente, y el, que estuvo en los campos de batalla y conoció el arte de la guerra en la terrible experiencia de la muerte, sabía y así lo recomendaba para que se hiciese norma en la posteridad, que jamás se exigiese y utilizase a la FANB en el emblema del uniforme y del fusil, como la intervención tutelar y protectora en la vida civil de un pueblo, sino como instrumento consciente y enmarcado y reglamentado, severamente, en el cuerpo de leyes de la República.
En 1830 hubo un trágico adiós que se ha reflejado en la historia de Venezuela. Ese 17 de diciembre que enlutó la libertad del mundo en el símbolo materializado en la estatua viviente de Simón Bolívar. Pero en sustitución del ejemplo, la veneración creó el bronce, el mármol, el cántico para exaltar las glorias del guerrero, y se detuvo la acción y el fanatismo sirvió para adormecer la irrealidad de un sentimiento. Así se aprovecharon los puntofijistas cuando les tocó la misión de gobernar sin la calidad y cualidad requeridas para conducir a un pueblo.
No obstante, los Bolivarianos están frente a una gran amenaza que es necesario enfrentar para que la patética profecía no cobre su vivencia prodigiosa. El tañido de la campana, en la hora conmemorativa de la muerte del héroe máximo de América, y de nuestro Líder Eterno, no debe ser, solamente, oportunidad para despertar ese sentido patriotero, sino la solemne obligación de luchar y permanecer fieles a los principios correspondientes a la democracia, cuyo objetivo fundamental es el mantenimiento de la libertad y el predomino de la dignidad humana.
¡Gringos Go Home! ¡Pa’ fuera tús sucias pezuñas asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!
¡Hasta la Victoria Siempre, Comandante Chávez!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!