A todas las fechas postreras al fatídico 9 de marzo de 2015 (día en que el presidente de los Estados unidos de Norteamérica, Barak Hussein Obama II, tomó la decisión de firmar la orden ejecutiva que convierte a La República Bolivariana de Venezuela en una amenaza "inusual y extraordinaria" para la seguridad nacional y la política exterior, declarando por tal motivo, una "emergencia nacional" en ese país), le caerá el sombrío e incómodo manto de la sospecha, No solo por el horror que significa portar en sí, una amenaza al aparato criminal más grande de la historia de la humanidad, pues, a cada instante, posterior a semejante sentencia, pudiese ocurrir el evento (por insignificante que parezca), percutor de la espiral de violencia que justifique la concreción de la amenaza, la brutal invasión, tal y como lo dictamina el libreto aplicado en otros países (véase el caso Panamá, por ejemplo), sino porque a partir de ese día (9 de marzo), todo lo programado a posteriori, sencillamente se subordina a sus designios, es decir, nada de lo que iba a ser, sucederá con la normalidad ordinaria, sino con la particularidad de estar marcado con la diana del francotirador, por un lado, y por el otro, es que, a partir de ahora, en cualquier momento, sobre todo en cualquier madrugada, cuando el pueblo está profundamente dormido, inerme, entregado a la buena de Dios, o en una de esas fechas de alto contenido afectivo, puede ocurrir el bombardeo preventivo que abrirá a su paso, las puertas del infierno.
Podríamos empezar, como parte del culto a la ingenuidad que profesan los amenazados, por revisar el cronograma, que en condiciones normales, estaba pautado para después del arbitrario 9 de marzo. Resaltan allí dos fechas significativas, una de carácter regional y otra de carácter nacional. Podría haber más, pero para el ejercicio de candidez que tanto le encanta a la formalidad de la derecha, nos resultan suficientes. La regional: del 10 al 11 de abril de 2015, cuando se realice en Panamá, la séptima edición de la Cumbre de las Américas, con la novedad, dada la apertura a la diversidad política del continente, la que permite que por primera vez en 21 años, Cuba asista a tan importante foro. Y la nacional: Fecha aún no determinada por el CNE en la que se realizaran las elecciones de diputados y diputadas a la Asamblea Nacional 2015.
En atención a esta observación habría que preguntarse: el por qué Obama escogió la opción de adelantarse a estos eventos. Quizá, abrumado por el sarcasmo que le produce "la situación en Venezuela":" la erosión de garantías de derechos humanos… la persecución de opositores políticos, las restricciones a la libertad de prensa, el uso de la violencia, y los abusos como respuesta a las protestas, arrestos y detenciones arbitrarias, así como la exacerbada presencia de una significativa corrupción pública". O simplemente considerar que fue así, eligió ese día y punto, se le ocurrió como suele suceder con las guerras, se adelantan a la vida, a la común, normal y silvestre,
En el caso de la cumbre, algunos análisis nos llevan a pensar en que la amenaza obedece a una jugada de viejo estilo diplomático típicamente estadounidense, asegurarse la llegada a esta, en condiciones de superioridad absoluta, al desmontar, en primera instancia, el paradigma cubano, en segunda, desarmar las FARC-EP y en tercera, el sometiendo a un desgaste masivo a la Revolución Bolivariana. Pero como en todo movimiento táctico de ataque, al ejecutarlo, obligadamente se desatan dos procesos: los positivos y los negativos: los primeros son aquellos que por lo general gozan de mayor ponderación por parte de sus ejecutores y que garantizan el éxito. Los segundos: aquellos que obligatoriamente desnudan una serie de datos que bien podrían catalogarse como "riesgos calculados", pero que a la postre no son más que la otra cara de la moneda, la posibilidad cierta del fracaso, no solo de la operación, sino de la estrategia adelantada.
En tal sentido, atendiendo a la abundante estela de datos emanados del proceso negativo de tan absurda jugada política, Evo Morales Ayma, el jefe aimara, ha declarado en el siguiente tenor: "Si Obama no quiere encontrarse con la horma de sus zapatos, antes de la Cumbre, que pida perdón a América Latina y en especial a Venezuela, sino se va a encontrar con presidentes antiimperialistas, con gobiernos antiimperialistas". En ella, aunque no le quita lo letal, se resume lo absurdo del paso en falso que dio el gobierno imperial en predios chavistas.
En el caso de las elecciones parlamentarias, cabe hacerse la misma pregunta: ¿Por qué el presidente Barak Hussein Obama II, adelantó su amenaza a las mismas? ¿Acaso no era la oportunidad perfecta para derrotar a la oprobiosa Revolución Bolivariana? ¿Considera el presidente imperial que el CNE no es confiable precisamente cundo la moderada derecha local (la que igual juega a la doble banda), somete el arbitraje de sus primarias, al mencionado ente comicial? ¿O es que considera Hussein que en el terreno electoral el chavismo, es invencible, ante lo cual intenta detener el juego con los tambores de la guerra?
En respuesta a tales pretensiones, el Presidente Obrero, Nicolás Maduro Moros, ha anunciado que: ¡Llueva, truene o relampaguee, habrá elecciones parlamentarias! Denotando con ello, absoluta confianza en el dirimir por vía electoral, las insalvables diferencias políticas, y que además, tiene plena certidumbre en la victoria popular: por lo tanto: "juego ganado no se tranca". Que ninguna circunstancia por muy adversa que sea, podrá interrumpir el curso constitucional. En tanto a dicho también, que reconocerá los resultados emanados del CNE sea cual fueren.
Ahora, la idea de Evo no debe limitarse solo al evento regional. La grosería de Barak exige adecentar la campaña electoral parlamentaria interna, al punto de hacer obvia su nacionalización y así protegerla de toda injerencia de intereses extranjeros. Necesario es, a través del grupo de leyes antiimperialistas, garantizar que todo aspirante a diputado o diputada, mediante declaración jurada, se comprometa a reconocer en primer lugar, al árbitro, en segundo lugar, a los resultados emanados de él, sean estos cuales fueren. En tercer lugar, renunciar a toda fuente de financiamiento, y apoyo político de potencias y países extranjeros, extremando estas, al grado de traición a la Patria, cuando provengan de gobiernos enemigos de los intereses nacionales. Así pues, todo candidato a cargo de elección popular quedará inhibido de la justa electoral, al comprobársele su incursión en las faltas antes mencionadas.
¡Váyanse al carajo, gringos de mierda!
¡Chávez vive!