Luego del indudable triunfo político del Presidente Maduro en Panamá, la derecha recalcitrante y sus aliados internacionales recargan sus fusiles de infamias e intentan disparar desde la vieja y cansada España del PP, el PSOE, el Rey y sus argonautas trasnochados. Así vimos, toda una incursión transoceánica desbordada en argumentos que por falsos y corrompidos, lejos de empañar el éxito de la revolución bolivariana, demostró con creces la calaña de la que están hechos los mentados políticos presos (Ledesma y Leopoldo) y sus legionarios desesperados.
En consecuencia es menester recordarle a los súbditos hispanos (zánganos del reino) que justamente hoy celebramos 203 años que aquí en Caracas le propinamos al rey, los noble y sus adulantes, la patada por donde la espalda cambia de nombre declarando nuestra libertad, nuestra autonomía, nuestra independencia.
Me parece estar escuchando al mismo Empara decir: yo tampoco quiero mando, y siento al escribir esta nota al pueblo libre responder: no es que tú no quieres, es que nosotros no te queremos. Largo trecho el que hemos recorrido, corto para la historia y amplio para la vida humana, pero se repite una y mil veces esta lucha entre opresores y oprimidos.
En ese sentido seguimos venciendo, y con Chávez recuperamos los tiempos para los oprimidos, desenvainamos la espada de bolívar y nos abrimos paso ante la espesa niebla de quienes nos temen y ello nos ataca y se llaman opresores.
Nos quedan muchas batallas por librar, no podemos quedarnos regocijados en los triunfos obtenidos, he menester avanzar, producir y luchar. Citemos por ejemplo el drama de las divisas, según los expertos: "en Venezuela el 97% de las divisas las genera el sector estatal de la economía, solo el 3% proviene de iniciativas privadas". Sin embargo, nuestra clase seudo burguesa, reclama como propio parte de la renta petrolera en divisas con el fin de intervenir en el mercado interno y alterar el equilibrio de los precios en bolívares, a eso se le llama guerra económica, y si están en guerra son enemigos de la patria. Cada dólar cambiado en el mercado negro devalúa el poder adquisitivo del bolívar y en un estado socialista como el nuestro, vuelve añicos los bienes y servicios que se le prestan al pueblo a bajo precio, pues aparece un nuevo mercado donde bachaqueros y contrabandistas venden hasta sus madres. Señores somos libres y soberanos. Mano dura contra los apátridas. Sus delitos no son por repetidos en el pasado una costumbre para la revolución, ni saqueo, ni dominación, somos libres, enteramente libre y por ello estamos construyendo el socialismo nuestro americano del siglo XXI.