Panamá, La Prensa 21/4/15.-
Con la asistencia de unos 3 mil delegados, la mitad de ellos extranjeros, provenientes de casi todos los países del conteniente, salvo Canadá y algunas Antillas Menores, representando a todo el espectro del movimiento social, se realizó exitosamente la Cumbre de los Pueblos, que sesionó durante tres días en el Paraninfo de la Universidad de Panamá.
A esa gama de delegados se sumó otra significativa porción de nacionales representativa de los sectores más combativos del movimiento popular, logrando un grado de unidad y trabajo en común pocas veces visto en nuestro país, que debe ser antesala a los retos por venir.
Tanto el bloque sindical de Frenadeso como el bloque de la Federación Sindical Mundial capítulo de Panamá arrimaron el hombro, superando suspicacias y rivalidades para dar fruto a los resultados de la Cumbre de los Pueblos.
Quince mesas de trabajo debatieron la mayoría de los temas que preocupan a los pueblos de América: la política injerencista de parte del imperialismo estadounidense en la región; las políticas neoliberales y sus efectos contra el derecho al trabajo digno y la libertad sindical; el problema de la migración y el trato humanitario que merece; el extractivismo y la catástrofe ecológica que está causando; los pueblos originarios y sus derechos; la invasión estadounidense a Panamá del 20 de diciembre de 1989 y la exigencia a Barack Obama de que pida perdón a las víctimas; la discriminación que sufren las mujeres y algunas identidades de género, etc.
Dos asuntos ocuparon gran parte de los debates: Por un lado, el hecho de que Cuba, por derecho propio, con apoyo solidario de América Latina y el Caribe, sin ceder un ápice a sus principios y representada por su presidente Raúl Castro, se sentara por primera vez en 50 años en una reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA). Suceso este que todos los delegados a la Cumbre de los Pueblos celebraron, pero advirtiendo que el bloqueo contra la isla continúa y exigimos que cese de inmediato.
Por otro lado, la Cumbre de los Pueblos, al igual que la VII Cumbre de las Américas de jefes de Estado, estuvo atravesada por el decreto de Obama que declara a Venezuela como una “amenaza a su seguridad nacional”. Decreto que todas las personas con dignidad, incluidos la mayoría de los gobernantes asistentes, han condenado y exigido su derogación, junto a 11 millones de firmas que se le han entregado a Estados Unidos.
Ese “error” de la política exterior de Obama contra Venezuela lo aisló por completo como quedó evidenciado, e hizo fracasar la cumbre oficial, al no poder emitir una declaración común. Declaración que sí tuvimos en la Cumbre de los Pueblos y que es uno de nuestros éxitos.
Quedó demostrado que los “foros” montados por la OEA eran instrumentos de la política exterior estadounidense: porque sus organizadores carecían de representatividad; porque se abrogaban a título privativo el derecho de admisión; porque fueron copados por los leales a Washington, incluyendo gente de cuestionable legitimidad, mientras que los que tenían posiciones críticas se los puso a priori en minoría; porque monopolizaron los acuerdos. Quedó demostrado que el verdadero foro democrático de la sociedad civil fue la Cumbre de los Pueblos.
El broche de oro de la Cumbre de los Pueblos fue la participación de tres connotados presidentes latinoamericanos: Evo Morales de Bolivia, Rafael Correa de Ecuador y Nicolás Maduro de la República Bolivariana de Venezuela. Los tres hablaron sobre el momento político que vive el continente y la lucha por una integración sin tutela imperialista, cuyo modelo a seguir son la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.